El día de la infiltración judía en Argentina

El 26 de julio de 1964 la Revista Primera Plana, cuyo director era Jacobo Timerman, informa sobre un delirante proyecto de ley propiciado por un diputado salteño llamado Juna Carlos Cornejo Linares, quien solicitó que se cree una comisión para investigar actividades antiargentinas relacionadas con la comunidad judía en el país. Este proyecto se basaba en el antecedente de la creación de una comisión parlamentaria creada en 1941 por el entonces diputado Damonte Taborde para investigar las actividades nazis en la Argentina.

Por Darío Brenman

Cuando el  diputado peronista Juna Carlos Cornejo Linares (47 años, salteño, 7 hijos) presentó a la comisión de Negocios Constitucionales de la Cámara Baja un proyecto para auspiciar la creación de un organismo de investigación de actividades antiargentinas, la iniciativa sorprendió desfavorablemente  a sus compañeros  de la bancada justicialista.
El proyecto se venía a sumar a otros demorados en distintas comisiones y no merecía para los legisladores un tratamiento diferencial. Por otro lado, el tema proponía, además, hurgar en las propias bases de la armonía interracial en el país. Cornejo Linares proponía la investigación de las actividades de grupos judíos en Argentina.
En los fundamentos, la iniciativa resume la necesidad de investigar las “actividades antiargentinas” haciendo acopio de abultada información  periodística, declaraciones del brigadier Gilberto H Oliva, allegado al nasserista Hussein Triki y del general Enrique Rauch, y sus amigos personales. Las principales  imputaciones de Cornejo Linares fueron estas:
“Conspicuos dirigentes de la organización clandestina israelí Haganá estarían confluyendo en la Argentina para trazar los lineamientos de un plan insurreccional marxista que operaria también en Bolivia“.
“Buena parte de los capitales judíos estarían puestos al servicio del gobierno israelí, como los probaría el hecho de que, en los dos últimos años, fueran girados a Tel Aviv  alrededor de 74 millones de dólares”.
“El adoctrinamiento de jóvenes de raza judía en una decena de campamento  de todo el país estaría orientado a conformarlos mentalmente como súbditos de un país extranjero”.
En tanto Cornejo Linares proclama que su proyecto implica “una primera prioridad nacional”. Ante esa situación, los propios directivos de la DAIA sostenían que “el problema es más importante de lo que parece”. Joaquín  Sokolowiicz, secretario técnico de la DAIA, negó que en la Argentina haya problemas raciales “El antisemitismo es un recurso histórico para crear un clima de agitación política y el judío su víctima propiciatoria”. Sugería que la Liga Arabe , que se agenció la simpatía del justicialismo enarbolando el símil Perón- Nasser, es el cerebro promotor de esa agitación , un cerebro poderoso: “Sobre la mesa de cada generación de cada legislador hay un folleto de propaganda proárabe y antijudía”.
Si bien los conceptos del directivo de la DAIA pudieron ser exagerados, durante los años ‘60 se registró  un cambio importante en el discurso antisemita tanto del peronismo de derecha como del nacionalismo. “Una de las razones de esta transformación se debía a la llegada a la Argentina en 1962, del tunecino Hussein Triki como representante de la Liga Árabe. Esta organización se involucró en el lanzamiento de campañas callejeras en las cuales se señalaba al sionismo como el mal mayor de la Argentina y en el armado de diversas redes y contactos con figuras del peronismo y del nacionalismo”. (Los muchachos peronistas antijudíos. A propósito del antisemitismo en el movimiento peronista, Juan Luis Besoky CONICET-Universidad Nacional de La Plata).
“El 22 de abril de 1964 en el Centro Honor y Patria hubo un homenaje a Hussein Triki. Entre los presentes se encontraban todas personalidades cuyo antisemitismo estaba sumamente probado: el exgobernador de Buenos Aires Manuel Fresco, el presidente del bloque de diputados justicialistas Juan Luco (quien señaló que pediría una investigación sobre los campamentos de las juventudes argentinas sionistas), el legislador del partido provincial tucumano Bandera Blanca Isaías Juan Nougués, los abogados peronistas Alberto Baldrich, Pedro Michelini, el historiador José María Rosa, el comodoro Arca, los secretarios del bloque de diputados pertenecientes al justicialismo y a los Movimientos Populares Provinciales: Muñoz Aspiri y Pérez Pardo, entre otros”. (Revista Nación Árabe, Año II N° 13 y 14, mayo-junio 1964).
Cinco días después, se realizó otro acto del acto en el Teatro Buenos Aires, con el propósito de conmemorar el aniversario de la Liga Árabe. Allí habló el secretario del Movimiento Juvenil Argentino-Árabe, Omar Hassum, quien pidió luchar por la liberación del pueblo argentino y contra el sionismo internacional. Entre las varias adhesiones se contó con la del secretario general de la CGT, José Alonso, quien días después negó compartir los conceptos antisemitas vertidos por los oradores. En el acto se encontraban militantes de Tacuara y GNR que coreaban consignas como “Mueran los judíos” o “Judíos a la horca”.
El 31 de julio de 1964, la Liga Árabe empapeló la ciudad de Buenos Aires con un afiche que señalaba al sionismo como causante de la explosión de la calle Posadas, el contrabando de drogas y otros delitos. El 21 de julio de 1964, explotó un departamento en la calle Posadas 1168, causando la muerte de más de diez personas. Lo que en un momento se pensó que era un accidente motivado por un escape de gas resultó ser un accidente en el manejo de explosivos de una naciente organización guerrillera: las Fuerzas Armadas de la Revolución Nacional (FARN) cuyo principal dirigente, Ángel “Vasco” Bengochea, murió en el estallido junto con sus compañeros y una familia que ocupaba un departamento contiguo.
Con objeto de endilgarles a los judíos todos los males que ocurrían en el país, Triki logró establecer una alianza con Tacuara y la Guardia Restauradora Nacionalista, a las que subsidió en sus estructuras y actividades. También logró reunir a otras figuras de la derecha declaradamente antisemitas como el diputado Isaías Nougués, el sacerdote Julio Meinvielle, los militares brigadier (R) Gilberto Hidalgo Oliva (con asiento en la base militar de Morón), el brigadier (R) Cayo Antonio Alsina, el profesor Walter Beveraggi Allende y el diputado peronista Juan Carlos Cornejo Linares.
A partir de todo esto que venía sucediendo fue que el diputado Cornejo Linares solicitó crear una comisión investigadora y se hacía eco de las denuncias del brigadier Gilberto Hidalgo Oliva, quien sostenía que: “El sionismo actuando en consonancia con la masonería y el comunismo ateo, trataría de desterrar la enseñanza de la religión católica en la escuela argentina, lograr el reconocimiento legal del comunismo y obtener la disolución de la familia cristiana por medio de una legislación adecuada”. (Rein, R Los muchachos peronistas judíos. Buenos Aires: Sudamericana, 2015).
El nuevo orden sionista en la Argentina tenía que ver con el rechazo de los nacionalistas a aceptar el criterio de sociedad pluralista al país. Como ha demostrado el historiador Ranaan Rein, “esta concepción también se hallaba presente en figuras del nacionalismo forjista como Arturo Jauretche, quien en una polémica en diciembre de 1964 en la revista Horizonte con Jaime Finkelstein, sostenía que no podía haber en el país judíos que se reivindicaran sionistas porque eso era incompatible con la nacionalidad argentina”.
El 10 de agosto de 1964, Cornejo Linares fue homenajeado por su proyecto de ley para la creación del «Comité de Actividades Antiargentinas”. La dirección del acto estuvo a cargo del Brigadier (R) Gilberto Hidalgo Oliva, un oficial de la Fuerza Aérea, con una marcada trayectoria antisemita. Entre los presentes estaban Triki; el sacerdote Amancio González Paz, los abogados Delgado, Foss, y Beveraggi Allende (profesor de la Facultad de Derecho), y Gerardo Valenzuela, comandante nacional de la GRN. El brigadier Cayo Alsina, ex comandante de la Fuerza Aérea Argentina, envió un telegrama de saludo a los comensales. Según informa la prensa, se gritaron consignas antisemitas durante la reunión, mientras Triki era elogiado por todos los oradores que equipararon el sionismo y el judaísmo con «actividades anti-argentinas».
El 17 de mayo de 1965, en una reunión de la Federación de Entidades Árabes, para conmemorar el 17º aniversario de «la expulsión de los árabes de Palestina» y «del genocidio en el que cientos de árabes perdieron la vida», hablaron dos parlamentarios: Cornejo Linares y Nougués. Otro orador fue el sacerdote antisemita Elias Andraos, quien declaró: «Después de haber crucificado a Jesús, el pueblo de Israel no tiene misión alguna en Palestina. Ellos deben abandonar esa tierra». (Véase reporte online de la JewishTelegraphic Agency).
En su intento de desacreditar al Estado de Israel, la Liga Árabe encontró en el tradicional antisemitismo de buena parte de la derecha argentina y en algunos sectores del peronismo, un punto de apoyo y la oportunidad de dar a su prédica notoriedad pública y efectividad discursiva. “Al mismo tiempo, este accionar dejó una impronta en el discurso de agrupaciones nacionalistas católicas y peronistas como Huella, Retorno y Patria Libre.
Esta convergencia, a su vez, produjo la reformulación del antisemitismo en una variante antisionista y antiizquierdista. Para el sociólogo Andrés Kilstein, “en el mito de la conspiración judía-sionista, los agentes de la confabulación aparecen vinculados no sólo al judaísmo y a la masonería sino también al comunismo, al socialismo y al trotskismo”.