Las declaraciones del ex funcionario se refieren al insistente rumor –alimentado desde esferas oficiales israelíes- sobre un inminente ataque a Irán, para neutralizar el desarrollo nuclear decretado por el régimen de Ahmadinejad.
El acelerado proceso de nuclearización iraní es percibido por Barak y Nethanyahu como la principal amenaza a la existencia misma del Estado de Israel.
El Comandante en Jefe del Ejército, Benny Ganz, entrevistado por el matutino «Haaretz», sostuvo que las presiones ejercidas por Europa y los EE.UU. sobre Teherán «comienzan a fructificar» y son capaces de reducir la escalada armamenticia.
Ganz considera que Ahmadinejad desafía a Israel también desde otros ámbitos: Hezbollah en Líbano y la Jyhad Islámica en Gaza operan como agentes de la República Islámica de Irán.
Una atmósfera de anticipo de comicios empieza a extenderse en los círculos parlamentarios y medios de prensa. El «asunto persa» es –obviamente- un tema determinante.
La polémica que fisura a la dirigencia estatal israelí tiene como eje la necesidad de establecer una sólida plataforma de respuesta –diplomática y militar, o combinación de ambas- ante la agresividad iraní.
La Revolución Islámica de 1979, la guerra entre Irán e Irak en la década del ’80, son los hitos constituyentes de Teherán como epicentro de la expansión –política y militar- del Islam fundamentalista y radical.
Se presume que el transcurso de 2012 los iraníes habrán alcanzado los medios para implementar explosivos nucleares.
Las severas disidencias en el liderazgo israelí sobre la respuesta adecuada a la provocación de Ahmadinejad plantean serias dudas sobre una iniciativa bélica de envergadura que requiere de amplio consenso y convicción.