Desde el inicio del conflicto en Egipto, tanto Netanyahu como sus ministros evitaron hacer declaraciones hasta que el día de ayer, afirmó que el interés israelí es preservar la paz con el vecino Egipto y a su vez recalcó que “en las últimas décadas Egipto ha respetado el acuerdo de paz y no lo ha violado, como no lo hizo tampoco en los últimos días”.
Se teme que tras una eventual caída de Mubarak sea incierto el destino del acuerdo de paz que firmaron Menajem Begin y Anwar Sadat en 1979 y que permitió la ayuda económica y militar norteamericana a Egipto.
Si las relaciones con Egipto desmejoran, entre otras cosas se debería aumentar el presupuesto de seguridad y esto provocaría una reducción del nivel de vida en Israel.
Por su parte, la canciller alemana Merkel declaró: “no hemos abandonado a Egipto”, pero aclaró también que en una conversación mantenida hace un par de días con Mubarak, lo había exhortado a implementar las reformas que él mismo prometió a su pueblo la semana pasada, cuando comenzaron las protestas. Merkel insistió en que las medidas deberían ser más profundas y manifestó su esperanza de que la revuelta popular concluya en forma pacífica.