Entre el Holocausto y los desaparecidos

La noticia inventada… o el error de la dirigencia

El pasado 6 de febrero la senadora Cristina Fernández de Kirchner abrió la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas (en París, Francia) con un discurso que fue criticado por algunos dirigentes comunitarios adjudicándole, a la senadora, una comparación entre el Holocausto y el Terrorismo de Estado durante la dictadura en la Argentina.

Por Guillermo Lipis

Veamos el texto en cuestión:

“La desaparición forzada tuvo un antecedente del horror en el Siglo XX que fue el Holocausto, donde el nazismo llevó a millones de personas al exterminio y la desaparición. Mi país, la República Argentina, fue también durante el Siglo XX un segundo laboratorio de ensayo de este tipo de prácticas, el terrorismo de Estado, que tuvo por objeto sembrar el terror, el miedo, el pánico, el horror en una sociedad, para implantar también un determinado modelo económico y social de exclusión”.

¿En qué hizo hincapié la senadora?: en la práctica del terrorismo de Estado en términos de su represión como estrategia (y arma) para modelar un tipo de mundo social, cultural, religiosos y económico conformado sólo por los victoriosos a costa de la vida de los otros, los que esos supuestos victoriosos decidían que no tendrían cabida en él.

¿Qué importancia tiene hablar de dimensiones (seis millones o treinta mil) si la ‘dimensión humana’ hay que medirla en la vida de cada uno de los asesinados? Cada Holocausto o cada ejecución, o desaparición forzada se llevó la vida y el mundo de cada uno de los masacrados.

No se percibe en el texto de la senadora Cristina Fernández, la intención de comparar el Holocausto con las 30.000 desapariciones en términos de los intentos de extinción de un pueblo entero, como sí sucedió durante la segunda Guerra Mundial, sino que destaca el fenómeno usual de las tiranías en esto de utilizar la desaparición de personas como el sistema de imposición forzada de un sistema de vida.

De todos modos, nadie puede negar que tanto en la Alemania nazi como en las dictaduras latinoamericanas se impuso el terrorismo de Estado como el intento de método de dominación.

¿La noticia inventada?

Curiosamente, desde el primer lugar de donde escuché hablar de esta polémica no fue en el seno de la comunidad, sino desde los medios que siempre están a la pesca de material para la polémica:

– Hola Guillermo, ¿cómo estás? Necesito que me hagas un favor, escucho al otro lado del teléfono desde la redacción de un gran diario argentino.
– Decime en qué puedo ayudarte.
– ¿Podés pasarme los teléfonos de algunos dirigentes o instituciones de la ‘cole’ que tengo que hacerles una consulta?
– No estoy con la agenda a mano. Llamame en una media hora y te los paso. ¿En qué andan?
– ¿Leíste el discurso de Cristina en Francia?
– Sí, ¿y…?
– ¿No viste que comparó el Holocausto con las desapariciones durante la dictadura? Queremos preguntarles qué piensan al respecto.
– Mirá… lo vi en el momento por televisión y lo leí después, y no me pareció que hiciera una comparación. Más bien creo que dijo que lo sucedido en la Argentina fue otra vuelta de tuerca sustentada en el Holocausto, en un sistema represivo, pero no hubo comparación. Yo estuve hoy con algunos dirigentes y ninguno mencionó esta sensación que vos marcás.
– Bueno, te llamo en media hora así me pasás los teléfonos que puedas darme…

Tal vez porque tiré la nota abajo, ese llamado nunca sucedió, pero al otro día ya los medios estaban plagados de declaraciones de dirigentes que usaron el espacio cedido para seguir ganado cartel propio y mostrarse duros en lo que, justamente, no tenía sentido serlo.
¿O se habrán olvidado también de los casi 2.000 jóvenes argentinos de ascendencia judía desaparecidos durante la dictadura que padecieron hasta su muerte y desaparición, tanto, como los asesinados en las cámaras de gas nazis?
Cristina, esta tarde fría de París, también habló por ellos que, como suele decir Jack Fuchs (un sobreviviente de Auschwitz) “entre ellos y nosotros, en su individuación y no en la concepción de grupo o pueblo, no hay diferencias, todos somos personas ¿no?”.
Tanto el Holocausto como el tratamiento especial dado a los presos judíos en las cárceles argentinas (y latinoamericanas) tuvo la gran locura de padecer la perversa diferenciación dentro de la propia tragedia; una tragedia dentro de la tragedia.
No sería beneficioso para la comunidad que, ahora, las diferencias se hagan o marquen desde adentro en un contexto tan delicado como éste en el que todos, absolutamente todos, los asesinados en el Holocausto y los desaparecidos argentinos, judíos o no, merecen el más emotivo respeto.