La renuncia de Abu Mazen y el destino del Medio Oriente

Una zona a la deriva

El Primer Ministro palestino Mahmoud Abbas presentó, el pasado sábado 6 de septiembre, su renuncia en medio de lo que parecía una lucha por el poder con el presidente Yasser Arafat, dando un golpe mortal al “Mapa de Rutas”. La aceptada dimisión de Abbas, en principio, es considerado como un grave descarrilamiento tras la ruptura de la tregua unilateral declarada por los grupos palestinos y la intención de avanzar en las ejecuciones selectivas por parte de Israel. El portavoz del Parlamento palestino, Ahmad Qorei (Abu Alá tal su nombre de guerra), fue elegido por Yasser Arafat para suceder a Abu Mazen como Primer Ministro. Qorei era la persona unánimemente elegida por los miembros de la Organización de Liberación Palestina (OLP), del Comité Ejecutivo y del Comité Central del movimiento de Fatah de Arafat. Pocas horas después de su nombramiento, un suicida palestino se inmoló cerca de la base militar de Tzrifin, a las afueras de Tel Aviv. La explosión provocó, al momento de conocer la información, al menos tres muertos y 30 heridos, 15 de ellos de gravedad, además de la muerte del propio terrorista.

Abu Alá puso condiciones para aceptar la primera magistratura palestina: el respaldo de la comunidad internacional y que Israel acepte el liderazgo de Arafat, exigencias que a la fecha, nadie puede confirmar su aceptación.
El ministro saliente de Asuntos Gubernamentales, Yasir Abed Rabbo, afirmó que Arafat «solicitó oficialmente a Abu Alá que le presente la composición de su Gobierno», lo que implica ya una aceptación del cargo de primer ministro. No obstante, según Rabbo, Abu Alá, espera una respuesta a las «garantías» requeridas para hacer el anuncio oficial.
El pedido de Abu Alá tiene tres rutas bien definidas en su objetivo: la Unión Europea, los Estados Unidos e Israel.
Si bien, parece que fue bien recibido su nombre en la Unión Europea, Scott McClellan, vocero d ela Casa Blanca, aclaró que el nombramiento es una «cuestión interna» y a Washington sólo le preocupa que el dirigente «tenga la autoridad para poner fin a la escalada terrorismo».
Abu Alá, por su parte, solicitó a Israel y a los Estados Unidos que no marginen más a Arafat y lo rehabiliten como interlocutor en un eventual proceso de paz.
A Israel, además, le reclamó el cese de su política de ejecuciones selectivas y el bloqueo de Cisjordania y Gaza.
Por su parte, está claro que el Gobierno de Sharón no está dispuesto a dar tregua.

¿Un fracaso previsible?

Analistas internacionales aseguran que la elección de Abu Alá, como sucesor de Abu Abas, está destinado a gestionar el previsible fracaso de las negociaciones, sie s que efectivamente ñogran reanudarse.
Qorei parece ser el último obstáculo interpuesto por Arafat, algo así como un nuevo fusible en este tironeo que está dejando un tendal de muertos en el camino.
Arafat exigirá de él una obediencia debida como se la exigió a su predecesor. Tanto Abú Mazen como Abú Alá, quienes supieron desempeñar un rol estratégico en las negociaciones con los israelíes, disponen de escaso predicamento entre las bases populares palestinas.

La historia de Abú Alá

Abú Alá nació cerca de Jerusalem en 1937 en el seno de una familia acomodada. En su juventud se enroló en el moviiento liderado por Yasser Arafat, Al Fatah. Como administrativo, trabajó durante 14 años en un banco y se inició en las lides políticas en la década del ´70.
En 1989 fue elegido miembro del Consejo Revolucionario de Al Fatah y resultó uno de los artífices de los Acuerdos de Oslo en 1993.
Fue el primer ministro de Economía de Arafat, y en las elecciones de 1996 asumió la presidencia del Parlamento palestino.
Junto a Shimon Peres, trató de resucitar el diálogo de paz con un plan para hacer frente a la Intifada y a la represión indiscriminada de Israel.
Habrá que ver, ahora, qué suerte corre junto a sus propias pretensiones políticas.