Causa AMIA

Iraníes, mentiras y videos

Como muchos lectores de Nueva Sión sabrán, entre 1997 y 1998 dirigí un grupo de investigación en la DAIA, cuyo objetivo era investigar la investigación que el juzgado y las fuerzas de seguridad estaban haciendo en torno al atentado a la AMIA.

Por Gabriel Levinas

En uno de los numerosos informes que entregué personalmente al doctor Beraja decíamos:
“Esta investigación no se refiere a la búsqueda de los responsables del atentado sino a cómo se lleva la causa desde el juzgado y cómo actúan fuerzas intervinientes en la investigación.
Lo primero que todos preguntan, acerca de este trabajo, es cuál es la hipótesis acerca del atentado.
Las hipótesis, sólo han servido para parcializar las investigaciones periodísticas y también, en la mayoría de los casos, la labor de los abogados que intervienen en la querella.
La sistemática destrucción de pruebas, los desvíos intencionales -intentados y conseguidos- no permiten aún, una hipótesis que pueda ser sustentada seriamente.
Además, la mayoría de los interrogantes, contradicciones y falsos testimonios, no han sido seguidos o investigados por Galeano.
Esto no permite, responsablemente, asegurar nada. Es por eso que ésta investigación no pretende, de ningún modo, esclarecer los hechos ya que no sólo no es nuestra tarea sino que, además, resultaría imposible a cuatro años de ocurrido.
Pero si bien difícilmente se puedan encontrar las evidencias, pruebas etc. -ya que fueron eliminadas, alteradas o contaminadas- sí se pueden encontrar los rastros de quienes se dedicaron a borrar huellas.
Pero, inevitablemente, para poder escoger entre los distintos hechos o elementos que van apareciendo, y saber si son de interés para la investigación, necesariamente uno debe ligarlos a alguna hipótesis para discriminarlos provisoriamente y justificar un seguimiento puntual.
Hasta ahora, sin que esto signifique de modo alguno una aseveración de carácter definitivo, puedo decir que Telleldín, Boragni, Barreiro, Barreda y Ribelli, forman parte del esquema necesario para el atentado, aunque debe ser interpretada de un modo diferente su participación.
Nassib Haddad debe ser investigado a fondo, y reúne los tres elementos básicos que configuran a un sospechoso: capacidad, oportunidad, motivo”.

Soleimanpour sí o no

A lo largo de toda la investigación pudimos observar cómo todo aquello, que no conducía a la camioneta Trafic y a Irán, era desechado sistemáticamente y mediante alfileres, argucias y hasta con delitos, el juez Galeano y la querella sostenían lo insostenible.
Si el gobierno de Irán, o algún iraní, tienen algún grado de responsabilidad en el atentado, no lo sé, pero lo que es seguro es que esa responsabilidad no se desprende de lo que existe en la causa.
Solo rumores de inteligencia, hipótesis no probadas, pero nada es sustentable ante un tribunal serio en ningún lugar del Mundo.
Quiero decir, para ser más claro, que si Bush no interviene y el juez británico debe evaluar lo que Galeano tiene, para probar la culpabilidad del ex embajador iraní Hadi Soleimanpour, éste podrá seguir cursando sus estudios en Londres bajo la mirada desconfiada de sus compañeros de clase.
Y aún si el ex embajador hubiera jugado algún papel en el atentado, cosa que dudo seriamente, con la forma en que se llevó a cabo la instrucción de la causa y los errores terribles en la recolección de pruebas, realización de peritajes, etc., cualquier juez del Mundo daría por cerrado el caso y no entregaría a ningún ser humano en las garras de semejante juzgado, que fue capaz de pagar 400.000 dólares para obtener una declaración consensuada con el principal imputado en la causa, encima filmada y probada en múltiples ocasiones.
Por lo tanto, seguramente dentro de unos días, cuando todo éste asunto se devele, el juez Galeano -con quien el canciller Bielsa dice que no va ni a la esquina- empiece a juntar sus retratos familiares y guardarlos en una cajita para dejar su puesto a otro magistrado, o lo que es peor aún, utilice su habitual caradurismo y siga resistiendo detrás del escritorio con el amparo único y solitario de los dirigentes de la DAIA y la doctora Nercellas.