Lo judío en la primera hora del psicoanálisis

Pablo Cúneo retoma en este escrito algunos intercambios epistolares entre Freud y sus más allegados discípulos que echan luz sobre los vínculos entre lo judío y el antisemitismo en los inicios del psicoanálisis
Por Pablo Cúneo *

El encuentro con Jung le abrió la esperanza a Freud de que el psicoanálisis no quedara reducido a ser una cuestión judía. La relación de Freud y Jung iniciada por una mutua fascinación tuvo un desenlace de ruptura. La imposibilidad de Jung de seguir a Freud en las raíces sexuales de su descubrimiento, causa explícita del distanciamiento, estuvo acompañada por una serie de factores personales como el de un latente antisemitismo de parte de Jung, que Freud fue captando con el tiempo y que luego se vio expresado abiertamente por aquél en tiempos del nazismo.
En medio de todo este proceso, se encuentran algunos intercambios entre Freud y Karl Abraham sobre lo anterior, donde el primero destaca la comunión intelectual entre ambos por su condición de judíos (no olvidemos que el término “racial” era un término en boga en aquella época para marcar, entre otras cosas, las diferencias de origen). Mientras Abraham capta el sentido de la tradición textual que los une en el marco de una teoría psicoanalítica que aborda lo universal en el sujeto humano, Jung descenderá, cuando los poderes políticos lo habiliten, a expresar la existencia de un inconsciente ario superior y otro judío inferior.
Freud a Abraham (3 de mayo 1908) – «Sea tolerante, y no olvide que para usted es realmente más fácil que para Jung seguir mis ideas; en primer lugar, porque usted es completamente independiente, y además porque está más cerca de mi constitución intelectual debido al parentesco racial, en tanto que él, como cristiano y como hijo de un pastor, sólo puede encontrar el camino hacia mí yendo en contra de grandes resistencias interiores. Y por eso es tanto más valiosa su adhesión. Casi diría que sólo al sumarse él pudo el psicoanálisis eludir el peligro de convertirse en un asunto nacional judío».
Abraham a Freud (11 de mayo 1908)- «Admito de buen grado que me resulta más fácil entenderme con usted que con Jung. También yo he sentido siempre el parentesco intelectual que usted menciona. La manera talmúdica de pensar no puede, por cierto, desvanecerse súbitamente en nosotros. Hace unos días, un pequeño párrafo de “El chiste me cautivó de una manera extraña. Cuando profundicé en él, descubrí que en la técnica de contraposición y en toda su estructura era enteramente talmúdica. Por otra parte, en Zúrich siempre me alegró que Bleuer y Jung superaran las resistencias fundadas en su distinta disposición intelectual. ¡Tanto más doloroso es su cambio!»
Freud a Abraham (23 de julio 1908)- «Entiéndame bien, se lo ruego: no tengo nada que reprocharle; abrigo la sospecha de que el antisemitismo contenido de los suizos, que a mí se digna perdonarme, se lanza reforzado sobre usted. Sólo que pienso que, como judíos, si queremos participar de algo, tenemos que desarrollar un poco de masoquismo, estar dispuestos a permitir que nos hagan alguna injusticia. De otro modo, es imposible convivir. Tenga la seguridad de que, si yo me llamara Oberhuber, mis innovaciones hubieran encontrado pese a todo mucho menor resistencia».
En carta a Ferenczi (1) el 28 de julio de 1912 en tiempos que se acercaba la ruptura con Jung le escribía Freud: «El estado real de las cosas lo conozco por un informe de Binswanger (2) sobre una conversación con Maeder (3), cuando estaba de visita en su casa. Comenta que están dudando de la influencia de los complejos infantiles y que llegan incluso a invocar la diferencia racial para explicar la desavenencia teórica», y más adelante en la misma carta dice: «Jung debe de estar en plena neurosis. Sea cual fuere el desenlace, mi propósito de reunir judíos y cristianos al servicio del psicoanálisis por de pronto parece haber fracasado. Se separan como aceite y agua».
En 1934 con Hitler en el poder, lo que Bisnswanger le refirió a Freud se hizo explícito por Jung en un texto llamado “Acerca de la situación actual en psicoterapia”: «Los Judíos y las mujeres tienen esta particularidad en común: al ser físicamente más débiles, buscan defectos en la armadura de sus adversarios y, gracias a esta técnica que se les ha impuesto durante siglos, están mejor protegidos donde los otros son más vulnerables…El Judío que tiene algo de nómada, no ha producido jamás y jamás producirá sin duda una cultura original, pues sus instintos y sus dotes exigen para desarrollarse un pueblo anfitrión más o menos civilizado (esto mismo lo había expresado Hitler en “Mi lucha” – comentario mío]….Y ello porque, según mi experiencia, la raza judía posee un inconsciente que no puede equipararse al inconsciente ario más que en ciertas condiciones….El inconsciente ario tiene un potencial superior al inconsciente judío… mis advertencias se han considerado sospechosas de antisemitismo. Esta sospecha procedía de Freud, que no entendía la psique germana, como tampoco la entendían sus discípulos alemanes. ¿Es que no les ha abierto los ojos el grandioso fenómeno del nacionalsocialismo, que todo el mundo contempla con pasmo?»

* Psicólogo, se dedica al psicoanálisis. Reside en Montevideo. Ha publicado en diferentes medios textos sobre cultura, psicoanálisis y judaísmo.

Referencias:
1) Médico y psicoanalista húngaro
2) Psiquiatra suizo pionero en el campo de la psicología existencial.
3) Psiquiatra y psicoanalista suizo