Sucot

Con los ojos en la tierra

Atrás quedaron las Altas Fiestas. Atrás quedaron los profundos momentos de Rosh Hashaná y la inusual incorporeidad de Iom Kipur, que nos sacaron, por momentos, de nuestra condición material. Rápidamente debemos dar vuelta la página, porque en el horizonte (uno muy próximo) se asoma Sucot, la Fiesta de las Cabañas, que sacudirá nuestros cimientos y nos “empujará” a un plano totalmente distinto.
Por Agustin Marcoff *

A diferencia de las otras dos festividades de peregrinaje (Pesaj y Shavuot), Sucot no encierra ninguna referencia a algún relato específico, el cual debamos recordar en estos días. Sólo se hace referencia, en este sentido, a la travesía por el desierto y el circunstancial hábito del pueblo de habitar en cabañas fáciles de transportar.

¿Dónde se encentra el sentido de Sucot entonces? En su conexión con la tierra. El inmediato comienzo de las épocas de lluvia en Israel, daban a estos tiempos la urgente necesidad de pedir por una buena temporada agrícola, que asegure la subsistencia y permita vivir un año más.

Pero conexión con la tierra también implica conexión con lo terrenal, aquello que ha quedado en un segundo plano en los últimos días con los Iamim Noraim.

Sucot visibiliza los grandes problemas de la sociedad, que suelen quedar ocultos e invisibilizados para muchos durante el resto del año. Vivimos durante siete días en cabañas que, por más preparadas y elaboradas que estén, tendrán un techo endeble por donde miraremos las estrellas, pero a su vez nos transmitirá frío y posibles lluvias; salimos de nuestras viviendas de siempre (en hebreo “Dirat Keva”) para conducirnos a estas viviendas temporales (“Dirat Arai”). Durante estos días entenderemos que, lo que para nosotros es una situación atípica y temporalmente limitada, para muchas personas alrededor del mundo es su realidad cotidiana.

Si en Iom Kipur la imagen es de una sociedad vestida de blanco, sin diferencias ni particularidades, Sucot nos deja ver la heterogeneidad de los grupos humanos a través de los Arbaat HaMinim. Estas cuatro especies (cidro, palma, mirto y sauce) representan, según el Midrash (Vaikrá Rabá 30:12), las distintas clases de personas. No dejemos de mencionar dos grandes enseñanzas al respecto: según la misma fuente, la especie que nos representa puede variar con el paso del tiempo, entendiendo que las identidades son cambiantes y dinámicas; en los rituales de Sucot, las cuatro especies se toman todas juntas, dejando el claro mensaje que la inclusión es el único camino a una sociedad más justa. Una invitación a repensar la igualdad en términos de equidad, y las diferencias como oportunidad de diálogo y encuentro.

En fin, Sucot nos trae esta gran oportunidad, la de volver a la tierra, a lo terrenal, a lo cotidiano. Señal de que no hay un mundo mejor cuando sólo miramos al cielo, sino cuando asumimos nuestras responsabilidades y decidimos estar con los ojos en la tierra.

¡Jag Sameaj!

* Estudiante Rabínico. Seminarista de AMIA La Plata