Comisión Israelí por los desaparecidos judíos en la Argentina:

“Israel debe abrir los archivos y que se sepa la verdad”

Por recomendación de la Comisión de Inmigración y Absorción de la Kneset (Parlamento Israelí) y del entonces Asesor Legal del gobierno -en junio de 2000- fue creada, en Israel, una comisión que investiga sobre el destino de los desaparecidos judíos en Argentina. Esta Comisión, que trata la suerte corrida por los judíos desaparecidos durante el régimen militar que gobernara en Argentina entre 1976-1983, procura localizar el lugar donde se encuentran enterrados sus cuerpos -brindándoles sepultura según la religión judía-, ubicar a los bebés nacidos en cautiverio y dejar testimonio de lo ocurrido a través de la redacción de un informe. La Comisión se conformó gracias a las presiones ejercidas por los judíos de origen argentino residentes en Israel. “Años atrás, señaló Pinjas Avivi -actual Director del Area América Latina de la cancillería israelí y que tuviera un rol protagónico en la embajada israelí en Argentina durante la dictadura- escuché que había gente que reclamaba en la Kneset por el armado de esta Comisión y entendí que había que crearla porque estos familiares tienen derecho a saber la verdad y nosotros también tenemos necesidad de saber”. “Una de las principales deudas de la embajada (israelí en la Argentina) es que conociendo la realidad nunca se publicara sobre su acción o inacción o lo que no pudo hacerse en aquella época”. “Espero que con esta investigación podamos aliviar -afirma Avivi- los malos sentimientos contra el Estado de Israel de familias judías en las que hayan desaparecidos. Si vamos a encontrar algo que tenemos que corregir en nuestra historia lo vamos a hacer. Nada que encontraremos vamos a ocultarlo”. La Comisión, encabezada por Pinjas Avivi, arribará a Buenos Aires los primeros días de septiembre a tomar contacto con organizaciones de derechos humanos y recibir más testimonios que se agregarán a la ya larga lista ya recabada en Israel. Nueva Sión mantuvo esta conversación exclusiva, previa al arribo a la Argentina de la delegación en el 2001, con Pinjas Avivi en su oficina de Jerusalem. El testimonio aún tiene vigencia a la luz de los nuevos acontecimientos.

Por Guillermo Lipis (Desde Israel)

¿Cuál era su función en esa época en la embajada de Israel en la Argentina?

Primer secretario y luego cónsul. Fui una de las dos personas que tenía bajo su responsabilidad la misión de rescatar judíos.
Durante más de veinte años no se entregó la información que la Cancillería dispone y tampoco nos dieron, a los funcionarios, la posibilidad de dar explicaciones. Y digo esto porque dicen que soy uno de los pocos que hicieron, pero con esta postura no se hace justicia con otros.
Marshall Meyer, de la Comunidad Bet-El, o Dany Recanati, de la Agencia Judía, también estuvieron en la primera línea del frente de esa lucha.

Pero los archivos de la época aún no están abiertos…

Estamos trabajando para que autoricen su apertura antes de los treinta años reglamentarios. Mi recomendación personal es abrir todos los archivos. No creo que esto afecte a nadie, al contrario, el enterarse de la verdad podrá a aliviar a muchas personas.

Para que serviría disponer de los testimonios de la Comisión: ¿sólo para dejar registro de la historia o Israel podrá ejercer alguna acción política o judicial?

En principio el material que recabemos será de difusión y utilización pública. Muchos se preguntan por qué Israel no tiene un juez Garzón: y resulta que entre Argentina e Israel no existe tratado de extradición.
Sin embargo, los interesados en tomar nuestro trabajo van a poder hacer uso de él. Otra cosa que pretendemos es poder localizar los cuerpos de los desaparecidos judíos para poder darles a sus familias la posibilidad de tener una tumba donde recordarlos.
La tercera tarea a la que estamos abocados es a compilar un banco de datos genéticos para transferir la información a la Argentina; y la cuarta es la localización de los bebés nacidos en cautiverio. Nuestra intención no necesariamente es castigar sino encontrar respuestas.

Si algún familiar quisiera iniciar acciones legales contra el Estado argentino, ¿el Estado de Israel lo apoyaría?

La Comisión Israelí por los Desaparecidos Judíos en la Argentina tiene objetivos bien precisos pero no le quita la alternativa a ningún familiar para que, utilizando el mismo material que la Comisión aporte a la búsqueda de la verdad, haga otro uso del mismo. No limitamos nuestro material a uso académico.

¿Con qué organismos de Derechos Humanos de la Argentina están en contacto?

En general con todos, pero también con el gobierno. El presidente De la Rúa es amigo de Israel y se muestra muy sensible a los problemas de antisemitismo en general.
No podemos olvidar que el primer viaje de De la Rúa, como presidente, fue a Estocolmo al encuentro internacional sobre la lucha contra el antisemitismo.
Una de las primeas acciones que tomamos cuando se creó la Comisión fue explicarle al gobierno argentino que nuestro accionar no tiene intenciones antiargentinas sino de apoyo a la búsqueda de la verdad.
Convengamos que a ningún gobierno le gusta que una comisión del exterior se instale o investigue pero, en este caso, el apoyo es completo.

El trabajo de la Comisión no sería completo si no hay un análisis de cómo fue la posición de los funcionarios de la embajada y del Estado de Israel formalmente. Y al respecto, nadie olvida las relaciones de Israel con la dictadura.

A pesar de que no fue uno de los objetivos con los que el Estado de Israel creó esta Comisión, esta pregunta surgió más de una vez y hemos tomado la decisión de tratar de apoyar el afloramiento de la verdad en este tema.
Al respecto vamos a recomendar que se abran todos los archivos correspondientes. No veo especialmente ninguna razón como para que cada papel que tenemos no sea publicado.

¿Qué es lo no pudo hacer Israel en aquella época?

Es conocido que mucha gente salió del país gracias a la gestión de gente de la embajada. Creo que nadie se quejó por que no hayamos estado en todas las cárceles desde el norte al sur del país.
Yo personalmente traté de entender, en aquella época y también hoy, que nuestros fracasos fueron en relación a quienes ya estaban desaparecidos cuando nos llegaba la denuncia.

A ver si podemos poner esto en claro: usted dice que el margen de éxito de las gestiones de la embajada fueron en casos de presos políticos y no de desaparecidos. ¿Es así?

Cada vez que estuvimos en las cárceles tratamos de construir una lista con los nombres de todos los judíos que los presos mismos podían aportarnos, incluso hemos obtenido datos de personas cuyas familias no habían recurrido a la embajada.
El problema fue con los que ningún familiar había recurrido a nosotros, si teníamos el dato íbamos a visitarlo otorgándole una especie de carta de seguridad dado que pedíamos verlo de nuevo y otra vez y otra vez y la situación del detenido cambiaba automáticamente.
Mucha gente no informó sobre la desaparición de sus familiares o lo hizo mucho tiempo después; en muchos casos se demoraron por consejo de los mismos carceleros quienes les decían que si querían ver a su hijo libre o en disponibilidad tenían que quedarse quietos. Pasaban una o dos semanas y las familias, por temor, mantenían el silencio y ya era tarde para ejercer cualquier acción: llegaban a nuestra embajada dos o tres meses después luego de haber librado un habeas corpus y haber ido a la embajada americana y la francesa.

¿Cómo convivía esta intento de rescate de personas con el apoyo que el Estado de Israel hacía a la dictadura en la guerra de Malvinas, la venta de armas o el entrenamiento militar?

No creo que fueran compatibles. Lo que la gente no sabe es que no fue la embajada la que vendió armamento y, a la vez, buscaba gente en las cárceles. La venta de armas no pasó por el Ministerio de Relaciones Exteriores.

¿Había una política de gobierno al respecto?

Sí, pero no en esto. Hasta el día de hoy, donde hay un representante de una empresa armamentista, ellos hacen los negocios. No participamos en esta clase de comercio y nos está completamente prohibido hacerlo. A pesar de que le parezca muy muy raro, la venta de armamento no pasó por la embajada sino que fue directamente entre las empresas y el gobierno de la dictadura.

La gente no siempre entiende que en una embajada hay distribución de poderes y responsabilidades. Herzl Inbar tuvo dos épocas en la embajada. En una estuvo como ministro y en la otra como encargado de negocios. Muchas veces Inbar ha estado con nosotros, por ejemplo cuando sacamos Timerman y esto nunca fue publicado.
Cada semana se reunía todo el equipo de la embajada y decidíamos las vías de acción y yo, o cualquier otro funcionario, no hubiera podido hacer nada si no disponía del aval de los jefes.

¿Qué cantidad de gente sacaron de Argentina?

Centenares, pero no se cuántos con certeza. No existe una lista, ni yo se cuántos fueron.

¿Cómo era su relación con la DAIA?

Ellos tenían una situación distinta a la nuestra porque debían garantizar la seguridad de los judíos que no estaban en la cárcel o secuestrados. Habían muchas discusiones sobre lo que se podía o no se podía hacer o sobre lo que hacíamos nosotros, desde la embajada, yendo a las cárceles de manera tan abierta.
En la comunidad habían muchos que pensaban que, si estaban en la cárcel, “por algo será”. A nosotros no nos importaba si alguno había hecho algo, no tenían al sistema legal de su lado y mientras no hubiera transparencia en la justicia teníamos el deber de apoyarlos.
Tampoco intentábamos saber por qué estaban en la cárcel, sólo queríamos saber si, de verdad, tenían sangre en las manos, fueron arrestados por temas políticos o por figurar en la agenda de alguien.
No nos importaba si, al ser liberados llegaban a Israel o a otro lado. Si podíamos ayudar a alguien a salir lo hacíamos.
También había diferencias entre la acción de la embajada y la Agencia Judía, que trataba de garantizar que la gente llegara a Israel. Nosotros no exigíamos nada, cualquier judío podía ir a donde quisiera y esa era la orden que nosotros cumplíamos.
Había algunas personas que creían que el trabajo de la embajada podía afectar a toda la comunidad.
No recuerdo, fuera de Marshall Meyer, ningún otro rabino que visitara las cárceles.
Cuando acompañé a Timerman al aeropuerto le pedí que no atacara al gobierno militar porque corría peligro nuestro trabajo. Sin embargo, cuando llegó a Madrid, dio una conferencia de prensa y la consecuencia inmediata fue la imposibilidad de seguir sacando judíos de las cárceles.

¿Quién era su contacto en la dictadura?

Los directores de las cárceles. El embajador de turno, Orgad y Shmorak, trataba con el ministro del Interior y el presidente.
La primera vez que fui solo a visitar una cárcel fue al penal de Sierra Chica. Cuando llegué al aeropuerto, el taxi me dejó a unos cinco kilómetros y tuve que ir caminando; llegué, pasé los controles y me dejaron en una habitación encerrado con llave esperando. Ahí me pregunté qué estaba haciendo allí, encerrado en una habitación, habiendo llegado solo y sin testigos que testifiquen lo contrario.
– ¿No estoy también yo desaparecido en este momento? me preguntaba a mí mismo.

¿Confiaba en la palabra de los militares argentinos?

No había ninguna manera de saber, realmente… no nos veían como enemigos del gobierno pero cuando estaban convencidos que el preso merecía ser castigado, y uno estaba tratando de ayudarlo… bueno, no eramos tratados exactamente con amor y delicadeza.
Yo intentaba ser justo y gentil para no incentivar hostilidades. Con el tiempo se fue creando una relación correcta, fría, pero nunca franca. Nunca supe si me decían la verdad o no.

¿Qué derivaciones o resultados concretos cree que tendrán las investigaciones de la Comisión?

Tenemos razones para pensar que podríamos llegar a obtener los cuerpos de los desaparecidos. Haremos todo lo posible para tratar de cumplir con ello.

¿Cree que la dictadura fue antisemita?

No creo que haya habido gente arrestada por judía, pero estoy convencido que fue tratada mucho peor al saberlo. Los testimonios que tenemos dan prueba de ello.