Argentina y las próximas elecciones:

La trastienda del escenario

Durante mucho tiempo se pronosticó, como inevitable, la lucha por la Provincia de Buenos Aires, donde residen el 38% de los votantes. Se la vaticinó bajo la denominación, con influencia iraquí, de “la madre de todas las batallas”. Durante la primavera kirchnerista, basada en un cambio significativo de discurso y la concreción de hechos sorprendentes y prometedores, resultaba previsible la contienda Kirchner - Duhalde, para desmontar el aparato justicialista, base de sustentación del ex Presidente Eduardo Duhalde, el mismo que eligió y catapultó a la presidencia a Néstor Kirchner. En ese tiempo de avances concretos se diseñó, como instrumento de lucha la transversalidad, que nunca superó la idea de una confluencia de dirigentes sin votos, francotiradores, alejado de los denostados aparatos. Una nueva “Alianza”, con conducción peronista, pero para conformar un partido de centro izquierda.

Por Hugo Presman

Los “aparatos” son estructuras medianamente útiles como medios electorales, pero están vaciadas de auténtica representación popular.
Era la época en que los medios más conspicuos del establishment habían entrado en pánico y veían en el santacruceño el arribo de los Montoneros al poder.
A medida que el Gobierno alejaba su discurso de los hechos y en muchos casos el contenido era el contrario al envoltorio verbal, el establishment se fue tranquilizando. Ámbito Financiero olvidó el espantapájaros de los marxistas copando ‘La Rosada’ y el diario ‘La Nación’ bajó los decibeles aunque mantuvo sus críticas, fundamentalmente porque le desagrada el discurso agresivo contra los empresarios y los organismos internacionales. Otros como el emporio Hadad fueron disuadidos con publicidad y negocios, mientras que ‘Clarín’ actúa conforme a la mayor o menor resistencia que se oponga a su voracidad insaciable.
A medida que el Gobierno frenó sus empujes renovadores, decidió entrar en la lógica de los aparatos. No luchar contra él sino apropiárselo. Para eso dispone de una caja generosa, que permite a los intendentes alinearlos no precisamente con argumentos ideológicos. La metodología es, entonces, apropiarse del duhaldismo con procedimientos duhaldistas.
La oratoria se cargó de dinamita descalificatoria. El grotesco subió al escenario. Se habla de mafias, de entrega, de genuflexión en la década de los noventa. De nueva política al lado de José Manuel de la Sota, Alberto Reutemann, Raúl Otahace, Alberto Granados, Mario Ishi, entre otros novatos.
Los mafiosos se convierten en angelitos al pasar del campo duhaldista al kirchnerista. El Presidente habla de que se transparenten los fondos de la reparación histórica de la Provincia de Buenos Aires mientras considera diáfanos los oscuros manejos de los Fondos de Santa Cruz. Critica, con razón, la década de los noventa, pero omite su gestión de lobby para concretar la más infame privatización de los noventa que fue la de YPF.
Los sainetes oratorios diarios se alejan del mensaje del 19 y 20 de diciembre del 2001. Aún permanece el efecto remanente del acercamiento del discurso y los hechos de los primeros meses del Gobierno. Su efecto benéfico, en el sentido de concretar la supremacía de la política sobre la economía se disipa.
El gobierno mantiene un alto porcentaje de aceptación en función de algunas realidades, impensables de ejecución por la oposición competitiva. Quita importante en la negociación de la deuda con los bonistas, contención de los aumentos de las privatizadas, ejercicio firme del Poder Ejecutivo, aplicación de las retenciones que enoja contenidamente a los afectados, recuperación del papel del Estado, reactivación económica basada en causas no imputables al Gobierno como la devaluación y los precios elevados en el mercado internacional de nuestros productos primarios de exportación.

La política berreta en el escenario. La economía en la trastienda.

Muchos analistas se sorprenden porque mientras el discurso político descalificatorio señorea en el escenario, las variables económicas no se alteran ni se disparan.
La razón es sencilla: la matriz de distribución de los noventa se mantiene inalterable. Los que ganan lo siguen haciendo como en los mejores tiempos. Hay una redistribución entre los comensales de la opípara mesa. Hoy engordan más los exportadores que las privatizadas, pero siempre en los niveles medios de gula.
El pueblo por carencia de información, los medios por intereses concretos, apuntan sus cañones sobre los políticos que circulan sobre el escenario, mientras que los que saborean el festín lo disfrutan alegremente detrás de los cortinados.
La política se aleja de ser el instrumento insustituible de transformación de la sociedad. Es un rehén de los sectores concentrados de la economía. Y a medida que el discurso racional surgido de entre los escombros de la convertibilidad y del modelo irracional de economía abierta se evapora en la contradicción y el doble discurso, una sociedad víctima y cómplice, extremadamente desigual y fragmentada, lastimada ideológicamente, conformada por los incluidos en distinto grado de inserción, corrida visceralmente del centro hacia la derecha, encuentra en las manifestaciones ruidosas de los excluidos, el principal blanco de sus denuestos.

La devastación social

Seis millones de argentinos viven (¿?) con menos de dos pesos diarios según información de la Fundación Mediterránea en base a datos del INDEC (segundo trimestre del 2005). Otros cinco millones viven con 4,1 pesos diarios. De lo que resulta que once millones de argentinos tienen ingresos menores a $ 150 por mes. (Clarín 30-08-2005).
Las vacas europeas, en cambio, son privilegiadas: tienen un subsidio diario de 2,67 dólares y ni hablar de las japonesas, que tienen casi 12 dólares diarios.
Según la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (Coneati), del total de la población infantil de 6.766.114 niños y niñas, 1.503.925, o sea el 22,2%, realiza algún tipo de trabajo. Es decir que dos de cada diez niños entre 5 y 14 años trabajan en la Argentina. Entre los que piden limosnas, el 44% son niñas y el 39%, varones.
En cambio, la distribución de sexo es igualitaria en cuanto a los menores que son cartoneros, limpiavidrios o abrepuertas.
El 12% de los menores de 6 años ya son petisos sociales, porque tienen una estatura menor a la normal por deficiencias alimentarias, según datos del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI). 6 de cada 10 chicos viven bajo la línea de pobreza.
Según datos del CESNI publicados en el diario ‘El País’ de España, “prácticamente la mitad de los menores de 2 años tiene anemia por déficit de hierro en su dieta, y un 15% de los niños argentinos sufren de desnutrición crónica”.
En el trabajo “La infantilización de la pobreza” de la CTA, se sostiene que la tasa de indigencia para los menores de 18 años es de 42,80% en Santiago del Estero, del 41,10% en Corrientes. Argentina no es un país africano ni asiático. Su capacidad económica no justifica lo que ocurre”. “En el Gran Buenos Aires, el 63% de los chicos menores de 14 años viven en hogares pobres y de allí cien mil chicos menores de esa edad trabajan en la calle” ( Economista Carlos Leyba, revista ‘Debate’ del 22-07-2005).
En el cuarto trimestre de 2004, la tasa de desocupación de los jóvenes de 15 a 24 años ascendía al 26,3%, unas 718.000 personas.
Hay provincias con tasas de mortalidad africana.
Según datos del INDEC (‘Clarín’ del 26 de julio), la mitad de la gente que trabaja cobra sueldos de menos de $500. “Estas cifras marcan que el alto índice de pobreza actual -40,2% de la población- no se explica sólo por la desocupación, sino también porque mucha gente no gana lo suficiente para comprar los bienes y servicios básicos.
Todo esto con una economía que lleva 30 meses consecutivos de crecimiento. El PBI ha superado en 2% el pico alcanzado en 1998, antes de la caída. Pero transcurrido siete años de aquel pico, el producto por habitante está 5% abajo del registrado a mediados de 1998 (‘Clarín’, 30-08-2005).
Y pensar que los sectores medios principalmente, incluyendo franjas de los más carenciados, creen que el problema diario principal es la dificultad para transitar.
El doble discurso está en la sociedad y en el Gobierno. A pesar de todas las críticas a los organismos internacionales “en el 2004, las transferencias fiscales para hacer frente a compromisos de la deuda ascendieron a $ 22.294 millones de pesos, lo que representa un 5% del PBI, es decir un 66% más que el famoso 3% prometido” escribió Alfredo Zaiat en ‘Página/12’ el 28-08-2005.
Según el economista Claudio Lozano: “Este porcentaje es comparable con la estrategia que de manera transparente, en términos discursivos, aplica en Brasil el gobierno de Lula, con lo que las políticas conservadoras del vecino brasileño parecen ser compartidas por la experiencia argentina”.

La desigualdad

Los números son incontrastables: La renta per cápita del 2004 es igual a la de 1974; alrededor de 4.000 dólares por persona. Lo que ha cambiado es cómo se distribuye el ingreso.
Mientras que en 1974 los asalariados participaban en la renta nacional en un 46%, en el 2004 los trabajadores lo hacen en apenas un 22%.
La concentración es impresionante. De las 500 mayores empresas del país, las extranjeras implican el 63%. Concentran el 78% del valor de la producción y el 93% de las utilidades.
Cien mil personas reciben ingresos iguales a los de otras veinte millones, por cada peso que reciben los más pobres les toca ocho mil a los más ricos, según datos de la consultora de Artemio López.

La obscenidad del escenario

Sobre estos indicadores, entre tantos otros, se desarrolla la campaña electoral por la renovación legislativa convertida en un test de vida o muerte para el Gobierno. Detrás del escenario, los sectores económicos concentrados engordan. El Gobierno no plantea su larvado proyecto de capitalismo nacional y sueña que las condiciones favorables se eternicen. Posiblemente no propagandiza el modelo al que aspira, porque lo enuncia pero no da los mínimos pasos necesarios para su concreción. Entre los tantos déficits, no se ha dado un solo paso para la reconstrucción del Estado, cuestión imprescindible para reemplazar a la tímida y casi inexistente burguesía nacional. O el sistema bancario, una verdadera garrapata a cualquier proyecto productivo. Según ‘Página/12’ del 4-09-2005: “la recuperación económica se financió sin la ayuda de los bancos. El stock de préstamos está en un nivel muy bajo comparado con países de desarrollo similar. La mayoría de la financiación es de corto plazo. El 78,6% del crecimiento crediticio del 2004 se explica por préstamos personales para consumo, adelantos en cuenta corriente y descuentos de documentos. Los créditos de hasta cinco años de plazo para compra de maquinaria y equipos son escasos”.
Pero para la calificadora Standard & Poors, el sistema bancario argentino muestra un panorama auspicioso para lo que resta de 2005 y el 2006. Afirma que en sintonía con lo que se está registrando en la región, los bancos argentinos han incrementado los préstamos, mejorando la calidad de sus carteras y consecuentemente experimentan un fortalecimiento de sus activos. “La primera parte del año ha sido muy favorable para los bancos argentinos. El sistema bancario ha mostrado un crecimiento progresivo de sus ganancias”, afirma su analista Carolina López.
Y aún así, paradójicamente, el Gobierno está a la izquierda de todas las alternativas ciertas de recambio, incluida la mayoría de la sociedad.
Mientras esto sucede y lo que debería pasar duerme, los índices de la devastación social acusan, lo grotesco se representa en el escenario. Mauricio Macri sostiene que el problema son los piqueteros. Se disfraza de actor, con sus pocas dotes actorales, su voz sin desniveles y su entonación cheta. En el acto inaugural de Propuesta Republicana, antes de subirse al escenario, fingió haberse quedado atrapado en un piquete
En el caso de Mauricio Macri, se unifica en su persona, los intereses que dominan y quién los representa. Es el poder interpretado por sus dueños.
La candidata a senadora Cristina Fernández, en el acto de Rosario, sostuvo que cuando sus amigos desparecían en 1976, le dijo a su marido que se fueran de La Plata. El actual Presidente sostuvo que tenía que terminar la carrera, luego se irían a Santa Cruz para ganar dinero y de esa forma poder llegar a gobernador. Todo ello dicho con impostación actoral y con el distanciamiento de “Usted me dijo”. ¿Habrá estudiado el método Stanilawsky? La anécdota es más bien digna, en su exaltación del individualismo, de los ´90 más que de los ´70.
¿Qué humorista podría superar estas declaraciones de Domingo Cavallo? Le dijo a la ‘Revista XXIII’ del 25-08-2005: “A mí me reciben mucho mejor los pobres que los ricos ¿Quién tiene un discurso que defiende a los pobres en la Argentina sino yo?
Aníbal Fernández con la delicadeza de un elefante en un bazar, pontifica sobre las ventajas de meterse “La Marcha en el culo”. Elisa Carrió, como pseudo columnista de Mariano Grondona, llora por las retenciones al campo y se desgarra las vestiduras por el autoritarismo de Hugo Chávez. Ricardo López Murphy, el gran ajustador, ahora despreocupado por el equilibrio fiscal, propone suprimir las contribuciones y aportes sobre los sueldos de los empleados de las PYMES, inferiores a $ 800.
La política se muestra impúdica, pero lo obsceno está detrás del escenario. Como en el Banco Hipotecario, privatizado parcialmente en 1997, donde el sector privado (primero Soros, luego la IRSA de Eduardo Elsztain y Marcelo Mindlin) con solo el 28% del capital, dirige la institución, tiene la mayoría del directorio y la presidencia y vicepresidencia del Banco. De esa forma, los directores, pueden asignarse honorarios por treinta millones de pesos.
En la Argentina de la desigualdad y la fragmentación, los políticos hacen de actores (Mauricio Macri, Cristina Fernández) y los actores hacen de políticos (Nito Artaza, Moria Casán, Ethel Rojo, Dorys del Valle).
Los argentinos que viven en Bélgica quieren que le saquen las exteriorizaciones de la miseria. Que se restablezca el orden, que por algo habitan en Bélgica. Los que viven como en Calcuta, en la India, algunos pocos de ellos se introducen en Bélgica y dificultan el tránsito.
Los argentinos que viven como en Bélgica y compran ‘La Nación’ pudieron leer con satisfacción el 4-09-2005: “Ya hay en la Argentina un teléfono celular por cada dos habitantes”.
Como diría el vizconde Francois René Chateaubriand : “Hay tiempos en que no hay que gastar el desprecio sino con moderación, debido al gran número de personas que se lo merecen”
“Hay que volver a hacer creer que la política sirve, porque este es tal vez el triunfo más alto de ellos, o sea de los poderosos, de los que no necesitan la política para manejar el poder, porque tienen el dinero, tienen las armas, tienen todo eso. El pueblo necesita la política para ponerle reglas de juego a ellos.
Ahora como lograron desvalorizar la política, entonces hoy la gente está sin herramientas. Esto es lo que hay que volver a reconstituir en la Argentina.” ( Germán Abdala).
En el escenario están los actores. En la trastienda, el poder. Con escasas excepciones, durante la democracia los actores llegaron con los votos del pueblo y gobernaron para la trastienda. Ello produjo el vaciamiento de la política y de los partidos. Kirchner es el que más grita contra la trastienda. Algunos límites puso, pero la distancia entre lo que grita, lo que hace, lo que sobre actúa y lo que concede, es una hipoteca sobre algunas de las cosas correctas que sostiene y malversa. Las facturas se pagan. Si lo duda, que se mire en el espejo de Alfonsín, Menem, De la Rúa, Cavallo y Duhalde. Fantasmas los cuatro primeros y en retroceso el último.
Un ejemplo patético y ejemplificador lo ha protagonizado Lula, convertido en un alumno ejemplar de las políticas fondo monetaristas. Ante la posibilidad que los escándalos se lleven a su Ministro de Economía Antonio Palocci, impuesto por el establishment, declaró desesperado: “Si se va Palocci, acaba mi Gobierno” ‘Clarín’ 21-08-2005
Cuando las inclemencias de las políticas nacionales afecten a la economía, posiblemente la política se habrá montado sobre el corcel indócil de los oligopolios que se repartieron el mercado con el respaldo de los organismos internacionales y desde ahí imponen las condiciones.
En ese caso, la trastienda del poder y los políticos que en lugar de ponerles límites actúan en su nombre, quedarán desnudos bajo las luces que iluminen el escenario.