Leonid Shebarshin, ex jefe de inteligencia de la KGB:

“El siguiente objetivo de los Estados Unidos es Irán”

Hace dos años, cuando todo el mundo se devanaba los sesos si habría o no guerra en Irak, el ex jefe de la Primera Dirección Principal de la KGB soviética, Leonid Shebarshin, en una conversación privada vaticinó: “La guerra es inexorable, pero con Irak no acaba la cosa. Irán le seguirá los pasos”. Este teniente general conoce el Medio Oriente y no precisamente desde su oficina de Moscú, sino que pasó muchos años in situ, ya que residió durante mucho tiempo en una serie de países, entre ellos, Irán, justo en unos de los períodos más complicados de la historia del país: el comienzo de la revolución islámica.

¿Sigue pensando que Irán es el próximo objetivo de los Estados Unidos?

En estos días, el jefe del Comando Central de los Estados Unidos, John Abizaid, dijo que Irán no puede utilizar para su beneficio, aquellas dificultades que las tropas americanas han afrontado en Irak. Todos tienen que tenerlo claro – refirió con franqueza y sin rodeos – en el planeta no existe una potencia militar como los Estados Unidos; es por ello que el hecho de las tropas norteamericanas estén ocupadas en Irak, no significa que no puedan asestar un golpe sobre otro país, por ejemplo, Irán.
Esta es mi respuesta a su pregunta y, al mismo tiempo, la confirmación de mi punto de vista. Haciendo uso de una terminología especial, los norteamericanos llevan a cabo un trabajo desestabilizador de perfil amplio contra el Teherán oficial. Lo que se traduce en los intentos de crear una efectiva oposición interna al actual régimen anti-norteamericano; también unir y utilizar en sus objetivos a los representantes de la emigración iraní, dispersa por diferentes países, así como las contradicciones dentro del país, digamos, entre diferentes grupos étnicos.
Es la característica principal de la táctica norteamericana. También siempre se incluye una amplia campaña mediática encaminada a satanizar al objetivo, acusándolo de todos los pecados habidos y por haber en momentos previos a las acciones decisivas, es decir, antes del comienzo de una revuelta militar o la invasión de otro país. Recuerden que así sucedió con los Talibanes y así sucedió con Irak. Luego, que las acusaciones resulten falsas no le importa a nadie.
No fue imposible encontrar a Bin Laden en Afganistán, sin embargo cambiaron el gobierno y pertrecharon al país. Irak fue acusado de producir armas de destrucción masiva y de tener relaciones con el terrorismo internacional. No fueron encontrados ni uno, ni otro. Pero igualmente cambiaron el gobierno y lograron que Irak, de hecho, dejara de existir como Estado y se convirtiera en un territorio donde reina la guerra de todos contra todos.

¿No puede acaso el programa nuclear iraní llevarlos de verdad a crear armas de destrucción masiva?

Me resulta difícil contradecir la opinión de la Agencia Internacional de Energía Atómica, la cual en su resolución en cuanto a los programas iraníes de energía nuclear, constata que no ve amenaza alguna.
Otro asunto muy diferente es que todos los líderes iraníes, desde el Sha hasta los actuales, sueñen con lograr un arma nuclear; aunque sea para sentirse seguros, por ejemplo, del mismo Estados Unidos. Pero no para cumplir un fin agresivo. Yo no le veo tales intenciones a Irán. La ilusión de exportar la revolución islámica fue fugaz y ya se evaporó, pues los propios iraníes se dieron cuenta de algo evidente: ésta no le trajo nada bueno ni a ellos, ni ningún otro país musulmán.
Actualmente Irán está controlado por personas suficientemente pragmáticas y racionales, que desean ser independientes y no servir a los intereses de alguien. A finales del año pasado, el Secretario del Consejo de Seguridad de Irán intentó disipar la atmósfera de preocupación que reinaba en torno a Irán, anunciando que, temporalmente, se detendrían los programas nucleares, para que los expertos europeos pudieran llegar, con respecto a ellos, a una conclusión.
El presidente norteamericano, que se encontraba en esos momentos en Canadá, reaccionó de inmediato: no aceptamos ningún cese temporal; es necesario que sea definitivo. ¿No les recuerda esto la situación previa a la guerra con Irak en que Washington no ocultaba que sólo buscaba una justificación formal para la agresión?

¿Qué consecuencias traería a Rusia la posible operación militar contra Irán?

Afirmar que serán las peores es como no decir nada. Peor que la guerra en Irak. Será una catástrofe. Irán tiene fronteras con Rusia y lo más importante es que sus fronteras son en el mar Caspio, cuyo estatus final no ha sido determinado. Este mar no sólo representa el gas y el petróleo de la zona, sino un corredor de importancia estratégica tanto para Rusia como para el propio Irán, que une los países de la Europa del Norte y el Este con el Cercano Oriente y la India.
Exactamente por eso nuestro presidente (Vladimir Putin) ha insistido en reiteradas ocasiones que es preciso utilizar plenamente este corredor norte-sur, posición compartida por los dirigentes iraníes. Conocemos por la prensa que el transporte de mercancías por esta ruta costaría un 20% menos, así como se reduciría en dos semanas el plazo que demoraría por el Canal de Suez y el Mar Rojo.
La batalla por los recursos energéticos ya comenzó. Las reservas planetarias se están agotando. El descubrimiento de nuevos yacimientos difiere, al menos diez veces, de los que actualmente están en explotación y desde 1990 no se compensa lo que se extrae.
Algunos expertos pronostican que la crisis con los hidrocarburos llegará en el 2033. El pico histórico de extracción de petróleo ya ha sido alcanzado; más allá, sólo es posible su disminución. Algo parecido, aunque un poco más tarde, sucederá con el gas.
Las corporaciones petroleras norteamericanas tienen una gran capacidad de raciocinio estratégico y ya han pasado a la ofensiva. Inmediatamente después de la invasión de Irak, uno de los «halcones», el sustituto del Secretario de Defensa de los Estados Unidos, Paul Wolfowitz , dijo que la razón principal de dicha empresa eran los intereses petroleros.
Otros se pusieron a hablar tonterías sobre la democracia, la amenaza a la civilización, sobre el factor islámico, pero Wolfowitz lo dijo sin tapujos. El factor petróleo ocupa cada vez más espacio en la política internacional norteamericana. Irak es sólo uno de los ejemplos. Si los norteamericanos consiguen devolver a su posición anterior a este socio menor dependiente y hacen lo mismo con Irán, eso significará que ellos habrán podido establecer el control sobre los yacimientos petrolíferos más ricos del mundo.
De ahora en adelante ellos controlarán la política petrolera y los precios mundiales.