La familia Schapira fue, junto a la Tarnopolsky, una de las familias judías que más pérdidas irreparables sufriera durante la dictadura militar en la Argentina.
Daniel (apodado ‘el tano’) fue el primero de una lista de cuatro compuesta por él, su esposa Andrea Yankelevich, Claudia Yankelevich (hermana de Andrea) y Eduardo Said (esposo de Claudia). El hijo de Daniel, quien lleva su mismo nombre, no conoció a su padre y, cuando desapareció su madre, permaneció en esa misma situación por 8 días, luego de lo cual fue entregado al Juez de Menores de San Martín quedando al cuidado de su abuela materna apenas ocho meses después de haber nacido.
Los Schapira no conforman una familia cualquiera en esta comunidad que no supo reconocer, como dijera el actual Presidente de la AMIA -Abraham Kaul- a los mejores que desaparecieron junto a sus ideales de justicia y creencia de un mundo mejor.
“Eramos tres hermanos (dos varones y una mujer) y ninguno -cuenta a Nueva Sión Edgardo ‘Topo’ Schapira, hermano menor de Daniel- tuvimos una activa participación comunitaria”.
Nietos de uno de los fundadores del Templo de Barracas, Abraham Daskal, como tantas otras familias que se afincaron en el país, se involucraron de lleno en la vida nacional desde una perspectiva en la que, aún tal vez sin saberlo, ejercían su judaísmo de manera empírica defendiendo ideales de justicia social y por la preservación de las particularidades de los diversos grupos culturales que componen el país.
‘Topo’ cuenta una anécdota que pinta a Daniel de cuerpo entero:
“Nosotros éramos socios de San Lorenzo. Un día fui a jugar al tenis al club y los muchachos de una barrita, de unos 18 o 19 años (yo tenía 11 años y Daniel 15 -recuerda-) me amenazaron por ser judío. Mi papá era de la Comisión de Tenis, y cuando le avisé los echaron. Estos pibes vinieron a buscarme a casa, y cuando Daniel se enteró salió solo a hacerles frente con una botella rota en la mano. Así era Daniel. No éramos judíos practicantes pero tampoco nunca renegamos de nuestro judaísmo”.
¿Hicieron la denuncia de su desaparición ante las instancias comunitarias o la Embajada?
– No, para qué…
A pesar de esta escueta y contundente respuesta que define y ratifica la sensación general respecto a la dirigencia comunitaria de la época, Edgardo ratifica que ni él, ni sus hermanos ni sus familiares dejaron de sentirse judíos nunca. “No nos gusta el gueto -afirma el ‘Topo’- pero tampoco escondimos o renegamos de nuestro judaísmo.
Historia
«Daniel era un caballero en el tenis, y un tipo leal en todo», dice su hermano, mientras mira a otro Daniel, su sobrino, que nació 8 meses después del secuestro de su papá.
«En el ´76 mi hermano militaba en Córdoba, y en un operativo le dieron tres balazos. Pero como era fuerte, herido y todo pudo escaparse. La familia le pidió que dejara el país, pero se negó porque consideraba que era traicionar a sus compañeros. Yo admiro esa entrega que Daniel tenía, su convicción».
En abril de 1977 Daniel Schapira fue secuestrado mientras viajaba en colectivo, cerca de San Juan y Boedo. Por testimonios de sobrevivientes se sabe que estuvo detenido ilegalmente en la ESMA.
A ‘Topo’ le duele contar que «lo torturaron, incluso un torturador al que le decían «Trueno» le disparó dardos venenosos para probarlos y Daniel tuvo un infarto en la misma ESMA».
La historia de Daniel consta en el auto de procesamiento del juez español Baltazar Garzón contra represores argentinos, en donde se menciona que «Trueno» era el alias del represor Alejandro Pernías. En esa causa por genocidio y torturas está también acusado el ex marino Ricardo M. Cavallo, detenido en México en 2000.
Homenaje
Como muchos otros, Daniel creyó que la izquierda estaba representada en la militancia de la juventud peronista de la época. Vio allí su espacio de compromiso social y lo ejerció hasta último momento.
Daniel, como tantos otros, no fue recordado dentro de la comunidad, hasta hoy. Macabi -club donde diera clases de Tenis con las que dejara impregnada a fuego la semblanza de su liderazgo docente y humano-, lo devolverá al centro de su vida institucional con un homenaje que realizará el próximo 16 de diciembre.
El pasado 17 de noviembre, en las instalaciones del CeNARD, el deporte argentino y un sector de jóvenes políticos, junto a familiares y amigos, ya le rindieron su merecido tributo.
El momento más emotivo se produjo con el descubrimiento de la placa recordatoria en memoria “del tenista y militante popular Daniel Schapira, detenido – desaparecido por la última dictadura militar el 7 de abril de 1977.”
“Desde la Secretaría de Deporte queremos ser consecuentes en el sostén de la memoria, porque entendemos que la Justicia es la respuesta a tanto horror”, comentó Morresi, actual funcionario a cargo de la Secretaría.
“Estamos convencidos que combatir el olvido es imprescindible para construir el país en serio que nos propone el Presidente Néstor Kirchner” finalizó Morresi.
Emocionado, el ‘Topo’ Schapira agradeció a los periodistas Ariel Scher y Oscar Pinco que hicieron perdurar el recuerdo de Daniel en el tiempo. “Siempre hay que encarar el presente y el futuro pensando en el pasado. La dictadura acabó con muchas vidas, pero con lo que nunca pudo acabar es con el recuerdo. Hoy me emociona ver que llegó gente que se acuerda de Daniel a 27 años de su desaparición” remató el ‘Topo’.
Por su parte, Milcíades Peña, impulsor del proyecto, afirmó que: “Esto es reivindicar nuestra historia para construir un país vigoroso. En la época de la dictadura, el deporte fue utilizado como una herramienta de cultura para confundir, aletargar y dominar, cuando en sí mismo el deporte representa todo lo contrario: solidaridad y esfuerzo compartido. En nombre de Daniel Shapira reivindicamos estos valores. El, en su doble rol de militante popular y deportista, luchó permanentemente por una sociedad justa”.
El pasado 17 de noviembre, Daniel Schapira ganó el más importante de sus partidos: el de la justicia ante su recuerdo y el de la memoria ante una sociedad que requiere rescatar para sí misma los valores que signaron la vida de Daniel.