Los judíos y el menemismo:

Recuerdos del fracaso

A fines de 1999 Diego Melamed, integrante de la Mesa de Redacción de Nueva Sión, terminaba de escribir su libro ‘Los judíos y el menemismo’. Cuando el juicio por la conexión local del atentado a la AMIA ha fracasado, resulta interesante repasar algunos fragmentos del libro en los que podemos repasar algunas verdades que pocos quisieron oír, pero que hoy, lamentablemente, ya nadie puede negar. Todos los personajes que se mencionan más abajo ayudaron a llegar hasta esta catástrofe, a estos recuerdos del fracaso.

Por Diego Melamed

Sangre fría:

– ¿Te das cuenta de por qué me robé la plata de los muertos de la AMIA? Tengo una sangre fría que me asombra…

– El joven dirigente terminaba de negociar arduamente una seria cuestión judicial. Al colgar el teléfono me miró fijo y lanzó esa frase que nunca olvidaré. En ese momento confirmé que alguien tenía que contar esta historia.

El consejo:

“A comienzos de 1997 los dirigentes de la DAIA que mantuvieron una reunión con el ministro del Interior recuerdan que éste les ofreció un llamativo consejo. Aunque tardía, la recomendación resultó ser inquietante y premonitoria: Corach les comentó que al ser querellantes en la causa judicial, la suerte política de aquellos hombres iba a quedar amarrada al resultado de una investigación que probablemente no iba a arrojar resultados que puedan satisfacer a la gente. Entonces, les decía Corach, al estar tan involucrados iban a ser asociados a lo que alguna gente podría analizar como el posible fracaso de la investigación.
En un mismo paso los protegía… y los alejaba de los tribunales.
Ante el silencio de Rubén Beraja, el entonces secretario de la entidad judía, Rogelio Cichowolski, le contesta que en virtud del sistema procesal argentino, ser querellantes les permitía conocer el desarrollo de la causa y que por eso no iban a resignar ese lugar. En ese sentido, le dijo Corach, tenía razón. Y la reunión siguió amablemente. A Cichowolski no le resultó demasiado impactante el consejo del ministro. Cuando los diputados, que estaban interesados en que el Congreso de la Nación tuviera una entidad investigadora de los atentados, se reunieron con él en las oficinas de la DAIA les aconsejó crear una comisión bicameral “de seguimiento” de la investigación y no de investigación propiamente, para no quedar tan vinculados a las dificultades de las pesquisas. Los legisladores agradecidos aceptaron esa recomendación.

Políticos sin psicólogo:

Ministro (dirigiéndose a Carlos Corach), en la calle encuentro una durísima crítica hacia su desempeño en el gobierno de Menem.

Seguramente si tuvieran un ministro católico no lo criticarían tanto… fíjese si a Harguindeguy lo criticaron tanto como a mí…

¿Y a usted por qué le parece que es?

Porque soy judío y los judíos nos caracterizamos por criticar a los judíos…

Si bien en el vínculo entre Estados poco tiene que ver la religión de los funcionarios, es interesante ver qué sucedía cuando eran atacados los colaboradores judíos del ex presidente norteamericano George Bush. La revista ‘Newsweek’ menciona que son atacados por los judíos, pese a que creen que la administración para la cual trabajan ha sido la que más benefició a Israel.
“Los ataques son particularmente frustrantes para estos cuatro hombres -escribe la periodista Margaret Warner- porque si bien ellos admiten que ni Bush ni Baker tienen lazos emocionales hacia Israel, ellos mismos sí los tienen”. El funcionario Daniel Kurtzer agrega que “la gente se siente incómoda por palabras, pero hay que ver qué es lo que Bush y Baker hicieron. Y lo que hicieron es bueno para Israel”.
Corach sostiene que hay un discurso similar sobre el gobierno de Menem. Destaca ciertos hechos y concluye: “Las relaciones con Israel son las mejores de la historia”.
Sin embargo el tema por el que ‘la calle judía’ ha declarado sentir ‘asco’ hacia su labor, es la investigación de los atentados.

¿Alguna vez fue a un psicólogo? – le pregunté sobre el final de aquella entrevista en su despacho.

No. Jamás.

¿Por qué tan pocos políticos hacen terapia? (El ministro antes de contestar mira al médico del presidente, Alejandro Tfeli, y sonríe).

…porque no sentimos ninguna culpa.

El judaísmo de Beraja:

Rabino (dirigiéndose al rabino Tzvi Grunblatt, Director de Jabad Lubavitch Argentina), según su visión las corrientes progresistas no pueden sobrevivir… ¿no hay lugar para un judaísmo conservador o laico que siga miles de años?

El judaísmo laico puede seguir, pero todos los hijos del judaísmo laico se pierden, no hay duda. Esto está claro, sin Torá y sin Mitzvot no hay pueblo judío.

¿Prefiere a alguien infeliz estudiando la Torá a uno que es feliz con su visión del judaísmo aunque no cumpla con todos los preceptos de la Torá?

El que vive leyendo la Torá y tiene un buen maestro al lado va a ser feliz con base, el otro va a terminar siendo infeliz porque se va a dar cuenta un día de que vivió toda su vida sobre un pantano sin sentido y sin base y no sabe ni siquiera para qué vivió. Y lo peor que le puede pasar a una persona es que después de que vivió toda su vida se dé cuenta de que vivió al divino botón y todo lo que hizo no tiene ningún sentido.

Beraja vivía con los preceptos del judaísmo…

No puedo hablar de lo que pasa en el corazón de otra persona, toda persona tiene el instinto del bien y del mal, entonces que una persona pueda tener actitudes genuina y puramente judías que vienen en su instinto del bien no implica que a veces pueda tener actitudes que vienen de su instinto del mal, justamente la persona que cumple la Torá cuando se levanta a la mañana pide a Dios que no lo ponga a prueba, y que lo salve del instinto del mal y sabe que debe luchar contra el instinto malo. Está escrito en el Talmud, “no creas en vos mismo hasta el día de tu muerte”. El otro, que no estudia la Torá, piensa que su instinto del mal es el instinto del bien, ésa es la diferencia.

¿Se puede ser casher en la comida y no en los negocios?

No hay diferencia en el casher de la comida y el de la plata, son los dos preceptos dados por el mismo Dios.

Pero un estafador puede entrar al templo, y yo que como jamón y queso no.

A un judío religioso que es estafador se lo ve peor que a vos que comés jamón y queso, porque de vos se dice: ¿qué sabe este tipo?, no sabe de nada, ni dónde está metido. Nunca estudió nada, es al revés: ¡pobre tipo! El otro estuvo expuesto a todas las verdades, las pudo escuchar… ¿cómo es esto? Es peor, está escrito en el Talmud: “la equivocación del sabio de la Torá se considera pecado premeditado, el pecado premeditado del ignorante se considera equivocación”.

¿Beraja entra en el pecado premeditado?

No, no, Beraja no sabía la Torá.

La tercera bomba:

La percibida como tercera bomba -la caída de los bancos Patricios y Mayo- desnudó otra realidad: las agresiones brutales no vienen sólo del mundo no judío. Líderes que parecían proteger a una comunidad golpeada cayeron, incluso, en manos de la Justicia.
Todo hace pensar que esta cultura se encuentra como hace milenios: inmersa en un renovado desierto, con la sensación de estar abandonada por sus líderes, quizás adorando algún becerro de oro o simplemente al oro de algún becerro. Esperando la ley o, al menos, una sincera revalorización de los antiguos mandamientos.