Cuento de Postales Imaginarias 2
Primera sangre
Era una noche fría de Córdoba, a pesar que estábamos en febrero y durante el día siempre hacía calor y la atmósfera se presentaba pesada. Era una noche fría, digo, aquella que nos observaba parados en fila, no recuerdo si éramos cinco o seis, parados sobre el camino de tierra, las manos apretadas húmedas de traspiración y el pulso agitado, la sangre agolpándose en las sienes y la garganta seca, sobre todo eso, la garganta seca, observando a los tres que teníamos delante, en actitud desafiante, “qué pasa, che, quieren pelear”, y sólo brillaban sus ojos en contraste con la indefinida oscuridad del bosque cercano que estaba a sus espaldas.