Lejos de la alegría de los cánticos y colores de los estadios, decenas de miles de prostitutas venderán su cuerpo a los asistentes al evento deportivo. Nada nuevo, pero la gran afluencia de aficionados al fútbol supondrá la llegada a Alemania de entre 30.000 y 60.000 mujeres, según cálculos de organizaciones no gubernamentales locales, para ejercer la prostitución durante el Mundial.
La Iglesia Evangélica de Alemania, la mayor comunidad protestante del país, va aún más lejos y estima que las mafias internacionales traerán 40.000 prostitutas forzadas a Alemania y el número total de meretrices que llegarán con motivo del Mundial “será mucho mayor”. Un centenar de ellas lo harán en el mayor burdel de Alemania, construido el pasado año con vistas al Mundial a veinticinco minutos a pie del estadio de Berlín.
Cerca de 50.000 mujeres, la mayoría procedentes de países pobres de Europa del Este, han sido ya contratadas para ejercer la prostitución durante el Mundial y muchas creen que serán camareras o limpiadoras de hoteles, según el cálculo del diputado socialista español Ramón Jáuregui.
Dos visiones
Como suele suceder al hablar de prostitución, dos visiones divergen en la manera de abordar el fenómeno, aunque coincidan en la necesidad de ayudar a las prostitutas y no cargar contra el eslabón más débil de la cadena.
Una primera, la que se aplica en la propia Alemania, consiste en proporcionar condiciones dignas a las prostitutas para evitar que, a su complicada situación se una el acoso policial y la explotación por redes ilegales.
En Alemania, las prostitutas pueden trabajar con contrato en los burdeles, para protegerlas de la explotación, o ejercerlo de manera independientemente, pues los servicios sexuales están registrados y quienes los prestan pagan impuestos y costos laborales.
La otra, la que impera en países como Suecia, aboga por perseguir con dureza a los clientes de las prostitutas: atacar la demanda de lo que consideran una “esclavitud moderna”. Según el Lobby Europeo de Mujeres, la experiencia sueca es un ‘modelo para mejorar la igualdad entre hombres y mujeres y combatir efectivamente el tráfico y la explotación’. Su ley de 1999 ‘es única porque castiga al cliente, y no a la mujer, y ya ha demostrado ser efectiva para reducir el tráfico’, añade.
Uno de los problemas ante el Mundial es, precisamente, la convivencia en el seno de la Unión Europea (UE) de diferentes visiones, que dificulta la adopción de políticas ante el Mundial. Aunque las leyes nacionales sobre prostitución son competencia de cada uno de los países que la componen, el tráfico en el seno de la UE compete a la Comisión Europea.
Palabras y hechos
Otro problema es la distancia entre palabras y hechos. Por una parte, los países de la UE coinciden en la necesidad de atacar este fenómeno, Alemania ha señalado que ‘todos los medios jurídicos y prácticos’ ante el problema, y el Consejo de Europa ha aprobado una iniciativa en este sentido.
Por el contrario, visiones más críticas con la respuesta denuncian la movilización ante el problema sólo con motivo del Mundial, cuando no la tildan de insuficiente. Suecia, por ejemplo, quiere enviar agentes de policía a Alemania durante la celebración del Mundial porque considera que las medidas adoptadas por la UE para frenar el tráfico de mujeres y la prostitución no bastan. El Defensor del Pueblo para la Igualdad de Oportunidades de Suecia, Claes Borgstroem, ha ido mucho más allá y propuso incluso que las autoridades del país prohíban la participación de la selección sueca en el Mundial como protesta contra la esclavitud sexual.
Las dudas de Blatter
La preocupación por el problema no parece haber llegado a todos los implicados en el Mundial. Joseph Blatter, Presidente de la Federación Internacional de Asociaciones de Fútbol (FIFA), el organismo que organiza el Mundial, dijo no estar seguro de que “sea cierto’ el “supuesto” de que entre 30.000 y 60.000 mujeres sean forzadas a viajar a Alemania para responder a la mayor demanda de prostitutas.
La ponente de un informe del Consejo de Europa, la legisladora suiza Ruth Gaby Vermot Mangold, mostró su “desilusión’ por una carta que le remitió Blatter, en la que éste ‘parece no enterarse de que la trata de mujeres es también uno de los peligros’ del Mundial y le pidió que condene el fenómeno porque, si no, ‘sería cómplice’ del mismo.
En ese mismo informe, Vermot Mangold precisó que, entre las mujeres de Europa Central y del Este que serán engañadas para ejercer la prostitución, hay adolescentes de 14 a 17 años, y señaló que muchas de ellas ‘sufren amenazas, violaciones y violencia’. Puso incluso como ejemplo una mujer ucraniana embarazada que llegó a ser vendida a un burdel por su propio marido.
El documento incluía un dato revelador: sólo un país, Moldavia, de los 46 que forman el Consejo de Europa, ha ratificado el Convenio sobre la lucha contra la trata de seres humanos, adoptado en mayo de 2005, y 20 países no lo han firmado siquiera.
La prostitución es un fenómeno complejo, y no se trata de criminalizar al Mundial, pero, como señaló Jáuregui en su ponencia, “Desgraciadamente, algunos interpretan que (refiriéndose a la prostitución y fútbol) son dos cosas que van unidas, esa especie de pócima o elixir: si mi equipo gana, para celebrarlo, y si pierde, para consolarme”.