Se vino Boca:

Fiesta ‘bostera’ en Tel Aviv

- ¿Cómo hacemos para tener una crónica objetiva de la visita de Boca Juniors a Israel si el cronista que mandamos es ‘gallina’ de alma? Esta fue la pregunta que rondó la redacción durante estos días. A continuación, podrán leer lo que salió de esta mezcla de desafío de amor irracional -como es el fútbol- y una la orden de ejecutar una misión periodística, tal vez, más delicada que ingresar a la Franja de Gaza o caminar a la vera de la Ruta Panamericana y salir airoso.

Por Alberto Mazor (Desde Israel)

Antes que nada hechos: yo soy de River, sí, sí, señores, 60 años de River, gallina hasta las falangetas, así que de antemano disculpen si notan un tinte un poco irónico y sarcástico en mi manera de enfocar esta crónica.
Le advertí al ‘Dire’ que eso podría suceder. Le dije: «Guille ¿porqué yo? ¿No te alcanza que comento la Intifada, las internas del gobierno israelí, el Hamas, la futura bombita de Irán? ¿También Boca y todavía contra Macabbi Tel Aviv? ¿Justo yo, que cuando juegan ellos cambio de canal?».
Pero el hombre fue contundente: «¡El pueblo tiene derecho a saber! Nueva Sión siempre estuvo, está y estará pegadito a la noticia; no me vengas con cuestiones de ego ¿no te me vas a achicar justo ahora?».

– Y bueno Alberto, pensé para mí mismo, no te lo tomes tan a la tremenda, mirá el medio vaso lleno, el lado positivo de la pelota; después de todo tenés un hijo bostero (¿a quién habrá salido?), además es una flor de oportunidad para poder llevar por primera vez a tu nieto a la cancha; muy peligroso no debe ser, Macabbi y Boca tienen los mismos colores, nadie va a saber quién es quién.

OK, ahí les va entonces:

Herzl, nuestro gran visionario, dijo en su momento: «Si lo queréis, no será una leyenda»; Bialik, nuestro poeta nacional, agregó más tarde que cuando una prostituta judía sea detenida por un policía judío en alguna calle de Israel, en ese mismo momento seremos un país normal reconocido por la Comunidad Internacional.
La leyenda, como ustedes saben, se hizo realidad; después de 110 años de sionismo y 58 de independencia, el Club Atlético Boca Juniors aterrizó en Tel Aviv y por casi tres horas completas -show y partido incluído- Israel se transformó en un país como cualquier otro.
¿Quieren un ejemplo? Hasta ayer (Miércoles 17/5) los apellidos más frecuentes en Israel eran Cohen, Levy y Mizrahi; desde hoy el más común pasó a ser Giles. Sólo 15.000 Giles fuimos capaces de pagar 80 redondos shekels (unos 25 dólares aproximadamente) para ver trotar a Palermo y al mellizo Barros Schelotto junto a otros nueve párvulos que, según la apariencia, recién acababan de tomar la primera comunión.
Los más veteranos, sumergidos en nuestra profunda nostalgia, creíamos que por la boca del túnel del Estadio de Bloomfield en Yaffo (la Boca del Lobo o el Túnel del Tiempo) iban a aparecer las imágenes de Boyé, Roma, Marzolini, Rattín, Pescia y Eliseo Mouriño. Los de mediana edad ya divisaban a Madurga, Tarantini, Mastrángelo y al Loco Gatti. Los más novatos, los que llegaron a Israel rajando del «Corralito», veían a Riquelme, Delgado, Cagna, Abbondanzieri y Tévez.
Maradona era el común denominador generacional; más allá del tiempo y de la memoria, casi como el Tanaj.
De repente la ‘Voz del Estadio’ informa que por Boca jugaban Palermo, Barros Schelotto, Migliore, Maidana, Calvo, Rodriguez, Marino, Urribarri, Bertolo, Banega, Donnet, etc, etc. bajo la dirección del D.T. Jorge Ribolzi.
¿Qué quieren que les diga? Las murgas asombradas detuvieron los tambores, en la Barra Brava se miraban unos a otros más desorientados que Adán en el Día de la Madre, un sudor frío recorrió las tribunas. Y éstos ¿quiénes son? preguntaba la hinchada; ¿Vinieron a Israel a jugar al fútbol o a hacer el Bar Mitzvá en el Kótel?
A la salida nos contaron que el equipo titular, con el «Coco» Basile a la cabeza, anda entrenando en América Central y que ésta es una delegación «especial» que viene en «Misión de Paz»(?)… ¿Giles o no?
Pero la «Mitad más Uno» no es de ésas que se achican así nomás. ‘Xeneize’ una vez, ‘xeneize siempre’. Se juega con lo que hay; el que trae la Azul y Oro puesta es un semidiós en potencia; hay que motivarlo; más aún en Tierra Santa, donde uno está siempre tan cerca de Dios y tan lejos de la gloria.
Se vino Boca a Tel Aviv y la colonia argentina -desde Kiryat Shmoná (al norte de Israel) hasta Eilat (al sur), desde Beer Sheva a Naharya- se juntó en el estadio. Son de esos pocos momentos en el que uno está convencido de que conoce a todo el mundo aunque todos estén con la cara embadurnada de azul y amarillo o tapados por las bufandas, las gorras, las banderas y las vinchas: «¿Y vos de dónde eras?» «¿Qué hacés aquí Carlitos? ¿cuándo hiciste Aliá? ¿hace 20 años? ¿dónde te escondiste tanto tiempo? ¿ya tenés nietos?».

Israel, un país sumergido de pleno en la paranoia y donde se grita en lugar de hablar, aprendió la lección de cómo se debe alentar a un equipo -gane, pierda o empate-: con humor, imaginación, espíritu creativo, originalidad, buena música y a todo color. En pleno Tel Aviv Boca jugó de local.

¡Ah! También hubo partido; demasiado amistoso y demasiado aburrido. Ganó Boca con penal de Palermo. Macabbi Tel Aviv se despedía de una temporada desastrosa y de casi la mitad de su plantel -formado por una verdadera consolidación de diásporas- que había resuelto cuidarse las piernas durante los 90 minutos. Además, Boca llegó con mucho mejor estado físico; el día anterior al encuentro los muchachos de Macri se tuvieron que recorrer todo Jerusalem a pie, que es como subir y bajar cien veces las tribunas de La Bombonera en pleno entrenamiento; corrían como liebres.

La excusa del partido fue que Macabbi cumplía 100 años, nada especial en un pueblo que ya festeja 5.766.
Se vino Boca y por tres horas todos -abuelos, hijos y nietos- volvimos a ser «normales»; y recuperamos la sonrisa perdida.