Aparecido en ‘La vanguardia’ -13 de mayo de 2006-:

Gaza vende el ajuar, televisor incluido

”Desde esta mañana ya he comprado 35 televisores. La gente no tiene dinero y vende todo lo que puede", asegura Ihab Abu Al Nur, que tiene un puesto en el mercado Firas de Gaza. "La situación económica es muy mala, los funcionarios ya no cobran sus salarios. La gente viene para vender, no compra nada", dice este joven de 20 años mientras los puestos de televisores de ocasión emiten películas egipcias en sus polvorientas pantallas. Los palestinos ya no acuden al mercado a comprar, sino a tratar de empeñar sus escasas pertenencias.

Attwah Abu Azem, de 54 años, ha llegado a primera hora de la mañana procedente de Deir Al Balah para vender su receptor de satélite. «La semana pasada ya vendí mi televisor», dice este padre de 14 hijos, desocupado hace 5 años, que intenta vender el producto usado a un buen precio.
«Si quiero alimentar a mi familia, no tengo otra opción», añade el hombre, quien bromea entre las risas de los paseantes afirmando que «pronto tendré que vender a mis hijos».
Ihab está indignado con el movimiento islamista Hamas que dirige el Gobierno y lo juzga responsable de las dificultades de los palestinos, tras la suspensión de las ayudas internacionales y los cierres intermitentes de la franja de Gaza por parte de Israel.
Tanto la Unión Europea como Estados Unidos han dejado de entregar fondos al Gobierno de Hamas, al que consideran una organización terrorista. A falta de dinero, los cerca de 160.000 funcionarios de la Autoridad Palestina, con cuyos salarios vive cerca de un cuarto de la población, no han recibido ninguna mensualidad desde el pasado mes de marzo.
«Es Hamas quien lo ha destruido todo. Nos han dicho que tendríamos cambios y reformas y el único cambio que hemos visto es que ya no hay ingresos, no hay gas, no hay petróleo», añade Ihab sin esconder su simpatía hacia Al Fatah, el partido del Presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) Mahmud Abbas.
Su hermano Iyad, poseedor de una barba muy bien recortada, sacude la cabeza en señal de desaprobación. «Viviremos a pesar de todo. Si es necesario no comeremos, pero no cederemos», dice defendiendo a Hamas, de quien es ferviente partidario.
En los alrededores del mercado, los tenderos se desgañitan llamando a los compradores, los niños intentan abrirse camino cargados de chicle o de medias bajo el brazo y las charlas entre vendedores y compradores se eternizan a causa del precio.
En un almacén de alta fidelidad, Hussein Said, de 27 años, espera que algún cliente cruce el umbral de su tienda. «Antes los viernes no podía sentarme ni un minuto. Hoy ya ven, está vacío», dice. «La gente viene al mercado a hacer turismo. Miran, tocan, preguntan precios. Y después adiós muy buenas», afirma Abdel Karim Chabli desde la tienda de enfrente, en donde vende cintas de video y vetustos aparatos de radio.
El vendedor carga contra los europeos y los norteamericanos. «Todo esto es culpa de los países donantes que han cortado las ayudas», dice. «Si quisieran, podrían presionar a Israel para que abra los puntos de paso de la Franja de Gaza».
Según las Naciones Unidas, Erez, punto de paso para los obreros palestinos que trabajan en Israel, está cerrado desde hace dos meses, mientras que la terminal de mercancías de Karni no ha estado abierta más que 57 días entre el 1 de enero y el 2 de mayo.