Declaración de Meretz Argentina:

Separar la paja del trigo (AMIA 1994-2004)

No son lo mismo los familiares que los dirigentes y las autoridades nacionales. ¿Quién puede ponerse en el cuerpo y la mente de los padres, hijos, cónyuges y abuelos cuyos seres queridos fueron asesinados de vil manera en el horror de aquel 18 de julio de 1994? El certero ataque del demencial fundamentalismo escribiría en ese aciago día, con sangre y fuego, su segundo acto criminal en nuestro país. Cuántas vidas rotas y destruidas para siempre.

Cuántos años de lucha y reclamo frente a las autoridades comunitarias, nacionales y foros internacionales simple y sencillamente para pedir «JUSTICIA». Cuántas lágrimas, frustración e impotencia. Cuánta lucha, tozudez y constancia.
Nuestro homenaje a ellos.
¿Qué pasará por la mente y el cuerpo de aquellos dirigentes comunitarios que durante diez años acompañaron lo actuado por la justicia y el gobierno con gestos y actitudes cómplices?
Los mismos que avalaron pistas y conductas que se fueron desmoronando como castillos de naipes, apoyando de manera incondicional el accionar de un juez que luego fuera separado de la causa por las más altas instancias judiciales, al igual que los fiscales.
Esos mismos dirigentes que se rasgaron las vestiduras prometiendo la revisión de lo actuado por las altas instancias comunitarias durante el proceso militar, son los mismos que durante años declamaban y escribían en favor del esclarecimiento de la masacre, pero en el accionar concreto actuaban en la dirección contraria.
Muchas veces tuvieron y tienen una buena excusa con el argumento de la «unidad comunitaria». Esta unidad comunitaria les sirvió durante mucho tiempo para mantener los privilegios y ubicarse en los primeros planos, con un vedetismo que lastima y duele la sensibilidad de todos los que perdieron a sus seres queridos y también del resto de la comunidad. Cuánta hipocresía y falacia.
Quedarán en la historia de nuestra comunidad como una mancha oscura. ¿Cómo mirarán a la cara estos dirigentes y ex-dirigentes a sus padres, cónyuges, hijos y nietos?
¿Qué mentiras les contarán?: que no sabían, que no se imaginaban, que los engañaron, que los defraudaron, que sus conductas fueron las correctas, que se rodearon de hombres probos, que los abogados eran los más capaces, que fueron víctimas de algo que los trascendía.
O les dirán la verdad:… que a cambio de todo tipo de favores y reconocimientos fueron cómplices del encubrimiento, que fueron una pata de un gobierno corrupto que arrojó a la miseria a gran parte de la población argentina. Que en la actualidad tratan de mimetizarse como camaleones tratando de convertirse en los adalides de la unidad comunitaria.
Lo que sí no se les puede negar es su vocación de barrer bajo la alfombra todas las desgracias a que se vio expuesta nuestra comunidad por sus conductas y actitudes. Ellos tienen que saber, pues lo declaman a diario, un precepto sagrado de nuestro pueblo: «no olvidar», no olvidar a las víctimas, a los asesinos, a los encubridores y a los cómplices voluntarios o involuntarios de la masacre.
Al actual Gobierno Nacional más allá de las declaraciones y gestos le exigimos las conductas que lleven al esclarecimiento y comparencia ante la justicia de los encubridores y asesinos, y su posterior condena. Toda dilación, dubitación y desviación hará caer a las actuales autoridades nacionales en el mismo pozo oscuro del repudio y el olvido y la historia no se compadecerá de ellos. No es lo mismo «la paja que el trigo».

JUSTICIA, JUSTICIA PERSEGUIRAS

José M. Adaszko
Presidente de Meretz Argentina