Fuentes palestinas informaron que tras el funeral y entierro de Rantisi en Gaza, la AP abrió una investigación sobre este asesinato y el del jeque Yassin el pasado 22 de marzo que acabó con varios detenidos.
Los asesinatos de Rantisi y del jeque Yassin han conmocionado a la sociedad palestina y a los servicios de seguridad por tratarse de dos dirigentes que adoptaron estrictas medidas de seguridad dado que ya habían sido objetivos frustrados por parte de otros ataques de Israel.
Para lograr su cometido, las fuerzas de seguridad israelíes dependen de las escuchas telefónicas de los colaboracionistas y de las imágenes tomadas por los aviones espía no pilotados que sobrevuelan constantemente la Franja de Gaza y que son apodados por los palestinos «Am Arif» (el tío Arif).
Las operaciones de espionaje se concentran en la Franja de Gaza porque ese territorio -al contrario que Cisjordania- todavía no ha sido ocupado por completo por el Ejército y por lo tanto, Hamas mantiene allí gran parte de su infraestructura.
Las servicios secretos israelíes cultivan desde hace años esos contactos, que establecen principalmente con los palestinos presos en las cárceles. Según los palestinos de la Franja de Gaza, a cambio de información, las autoridades israelíes ofrecen dinero, permisos de viaje, la puesta en libertad de algún pariente detenido o amenazan con difundir referencias comprometedoras.
La existencia de informadores ha sembrado la sociedad palestina de sospechas y desconfianza, y ha acabado con la muerte de más de 70 palestinos ejecutados extrajudicialmente por sus compatriotas. El fiscal palestino Husein Abú Asiyah dijo, a la cadena de televisión qatarí Al Jazira, que desde el comienzo de la Intifada han sido detenidos 43 colaboracionistas.
