Opinión:

La sangre derramada sobre una tierra histórica

Una tragedia en capítulos. Dos pueblos disputándose una tierra histórica. Y la sangre que se derrama con una generosidad que abona un odio reciente.

Por Hugo Presman

Primer capítulo

Proclamación del Estado de Israel. La concreción de la vieja promesa milenaria “el año que viene en Jerusalem”. La lucha de un pueblo sin tierra para crear un Estado Nacional. Nacido sobre los horrores perpetrados contra los judíos en la Segunda Guerra Mundial. Un proyecto democrático con aristas socialistas. Inmediatamente la lucha contra varios estados árabes. La mirada internacional favorable en función de la mala conciencia mundial y la simpatía hacia el más débil. La victoria y el nacimiento del problema del pueblo palestino, sin repercusión en la prensa internacional.

Segundo Capítulo:

1956. Participación como socio de Inglaterra y Francia en el ataque colonial a Egipto por la nacionalización del canal de Suez. Decisión histórica equivocada donde empieza a cambiar claramente el rol de Israel en el Medio Oriente.
Cuarto Intermedio: década del cincuenta. Argelia lucha por su independencia en el norte de Africa. Francia aplica su política colonial. Envía a sus paracaidistas y a sus torturadores que harían escuela. En los setenta lo reflejaría con nitidez y realismo Gillo Pontecorvo en su memorable “La Batalla de Argelia”.

Tercer Capítulo

La Guerra de los Seis Días. La larga confrontación con Gamal Abdel Nasser es liquidada en tiempo récord. La aceitada maquinaria militar demuestra que el débil es el más fuerte. Es un conflicto entre dos Estados constituidos, con sus respectivos ejércitos. El concierto internacional va virando de opinión considerando a los pueblos árabes integrantes del Tercer Mundo mientras que Israel es visto como el enclave occidental en Medio Oriente. El problema palestino se presenta recurrentemente, agrandándose después de éste conflicto bélico, pero momentáneamente queda subsumido en los conflictos mayores.

Cuarto Capítulo

La Guerra de Yom Kipur (Día del Perdón). Recuperación de la dignidad militar egipcia. Se consigue un empate ganador, después de arduos combates. Sadat puede, unos años más tarde, celebrar un acuerdo de paz duradero hasta el presente, aunque lo paga con su vida al morir asesinado.
Segundo cuarto intermedio: Carlos Marx, toma del Inca Garcilaso de la Vega una frase certera: “Un Pueblo que oprime a otro no merece ser libre”

Quinto capítulo

La guerra prolongada en El Líbano. Shabra y Shatila. El problema palestino va ganando espacio en la prensa mundial.

Sexto Capítulo

Noviembre de 1987, Primera Intifada. Chicos con piedras contra el ejército más poderoso del Medio Oriente. Israel empieza a perder la guerra, aunque la gane en el campo de batalla.

Séptimo Capítulo

1994. Oslo. Pasos hacia un acuerdo. 1995: asesinato de Rabin a manos de un fundamentalista judío. Barak, Arafat, la cercanía de la creación de un Estado palestino, las concesiones más importantes ofrecidas por Israel y la posibilidad de su reconocimiento por la otra parte. Por motivos confusos, insuficiencia de la propuesta alegada por los palestinos, debilidades y miserias de Arafat, la negociación fracasa.

Octavo Capítulo

28 de septiembre del 2000. Segunda Intifada. Sharón y su política demencial. Atentados. Asesinatos selectivos. Terrorismo de Estado. Se afianzan los halcones por ambos lados. Las hojas de ruta se extravían. Hamas y la guerra santa. Los palestinos se convierten en misiles humanos.
Un muro con su significado degradante y la apropiación -en su construcción- de tierras palestinas. La sangre se derrama sobre una tierra histórica. Los chicos bombas (shalid en árabe, mejavel en hebreo) son la exteriorización trágica del irresuelto estado palestino.

Noveno Capítulo

Está por escribirse. El ojo por ojo deja ciegos de dolor a dos pueblos. La posibilidad de un acuerdo parece remoto. Tan lejano como el recuerdo esperanzado y milenario de “El año que viene en Jerusalem, Lejaim”.

Décimo Capítulo

El Acuerdo de Ginebra entre sectores pacifistas israelíes y palestinos no supera el marco de las buenas intenciones. Sharón acusado de corrupción. Como un grotesco trágico, Bush le solicita al halcón israelí moderación y le recuerda su promesa de no asesinar a Arafat, al tiempo que traba -en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas- la condena a Israel por el asesinato de Yassin.

Un capítulo escrito con los intermedios:

En la batalla de Argelia, el líder intelectual de la rebelión argelina se encuentra detenido por los franceses.
Para demostrar que lo han tratado bien se le permite realizar una conferencia de prensa. Un periodista le pregunta:

¿Pueden vencer a los franceses?
Hay más posibilidades que derrotemos al ejército francés, que el ejército francés pueda detener la marcha de la historia.
¿Por qué hacen atentados donde mueren civiles?
Si nos prestan sus aviones, podríamos descargar las bombas sobre objetivos militares.

El intelectual argelino aparece al día siguiente “ahorcado” en su celda.

Un judío que revolucionó a la filosofía y la economía del siglo XIX y centurias posteriores redondeó la idea:
“Un pueblo que oprime a otro no merece ser libre”. Y un intelectual palestino Edward W. Said, clavó una pica que parece ilevantable en la conciencia del humanismo judío: “Los palestinos somos las víctimas de las víctimas del Holocausto”.