Desde Río Gallegos, el presidente Néstor Kirchner ordenó la remoción del comisario Jorge “El Fino” Palacios cumpliendo con toda la cadena de mandos, de arriba hacia abajo. Una vez decidida la remoción de Palacios, Kirchner llamó al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, que a su vez llamó al ministro Gustavo Beliz, quien le dio la orden al jefe de la Policía Federal, comisario general Eduardo Prados.
El jefe de Asuntos Internos de la Policía Federal, Miguel Angel Colella, siguió examinando el sumario abierto por los contactos entre el comisario Palacios y Sagorsky. Colella también analiza las relaciones entre Sagorsky y Daniel Graviña, el subcomisario de la seccional 23 también preso por orden de Sica.
Graviña sostiene que su único contacto con Sagorsky se debe a que el reducidor de autos era un informante de la policía.
Palacios también argumentaba que su única relación con Sagorsky era el tipo de contacto que, como oficial, mantiene con un informante.
Sagorsky había mantenido comunicaciones telefónicas con Palacios y Carlos Gallone, un comisario retirado con expediente en la Comisión sobre Desaparición de Personas rescatado de la Justicia por la ley de Punto Final.
La participación de oficiales de policía en el robo de autos fue la que impidió una investigación profunda del atentado contra la AMIA.
Ahora, luego de que se comprobara la relación de Palacios con la extendida banda de dobladores de coches con protección policial comandada por Alekandro Monjo desde la que salió la camioneta cuyo motor apareció como por arte de magia entre los escombros de la AMIA, el presidente Kirchner provocó una caída que aún no ha hecho todo el ruido que se espera
¿Otra vez?
El Presidente Kirchner personalmente tomó la decisión de separar de su cargo al comisario Jorge “el Fino” Palacios de la Policía Federal.
Esta decisión fue tomada después de ser analizada, por el más alto nivel de Gobierno, la conducta posiblemente delictiva del comisario Palacios, vinculado a uno de los sospechosos del caso Blumberg y a vendedores de autos robados. Concretamente existe una grabación donde Palacios pide a un delincuente que le provea de una camioneta 4 por 4 para irse de pesca.
No conocemos aún las implicancias de esta decisión ni tampoco el alcance que puede tener su posible conducta delictiva, que por otra parte nos toca de manera especial ya que Palacios fue parte de la desastrosa investigación que se realizó del caso AMIA.
Pero opiniones aparte, y sin entrar a discutir si Palacios -como diría mi padre- ¿es bueno o malo para los judíos?, está siendo sumariado, ya separado de la fuerza e investigado por la justicia.
¿Con que derecho el Vicepresidente primero de la DAIA Jorge Kirszenbaum, a cargo temporalmente de la presidencia, pone a toda la comunidad judía en la posición de apoyar a Palacios y desafiar la decisión del Ejecutivo, con las declaraciones aparecidas en el periódico nacional Página/12 el pasado sábado 17 de abril?
Habría que preguntarle a Kirszenbaum si él cree que se puede ser delincuente par-time y deshonesto sólo de a ratos o habría que -en todo caso- en lugar de defender a éste policía, revisar si en su desempeño vinculado con el caso AMIA no habrían algunas otras camionetas 4 por 4 ocultas.
Ahora que Gilbert Lewi se encuentra de licencia, parece que el endeble equilibrio político obtenido en la “nueva DAIA” vuelve a inclinarse que antes de noviembre de 2003. Entre las declaraciones de Kirszenbaum y las escandalosas revelaciones sobre el anterior Presidente de la DAIA, José Hercman, publicadas en los medios nacionales hoy -19 de abril- todo sigue por hacerse aún.