Un responsable policial aportó un ejemplo clarificador: en pequeñas localidades donde hay grupos musulmanes arraigados que practican su religión en espacios privados, no existen conflictos con el resto de la comunidad hasta que aparece alguien con dinero y dispuesto a comprar un local, abrir una mezquita y colocar a su imán.
«No se trata de controlar lo que se puede o no se puede hacer dentro de una mezquita, pero una de las lecciones de del 11-M es que hay que perder la absurda inocencia que tenemos.
Pero el problema del terrorismo islámico no se resuelve sólo en las mezquitas. Los responsables de la lucha antiterrorista en España son conscientes de que la matanza de Madrid ha puesto en evidencia la necesidad de incrementar los medios materiales y humanos de que disponen las fuerzas de seguridad ibéricas