Tengo a Abu-Rudeina en una muy alta estima. Aprecio su lealtad a la causa palestina y a usted personalmente. Ha permanecido a su lado a lo largo del sitio de su complejo, y -como usted- está ahora allí arriesgando diariamente su vida. Pero esta declaración no debería de haberla hecho.
No he visto la película, ni pienso hacerlo. Aborrezco la crueldad, también en las películas, y esta película está llena de escenas crueles y afirma representar el Nuevo Testamento en la pantalla. Hay una gran diferencia, obviamente, entre leer un texto escrito y verlo todo en la pantalla, con exhibiciones de actos atroces y sangre fluyendo como el agua que parecen reales.
Pero éste no es el asunto principal.
Como árabe y musulmán no está obligado a ser consciente del terrible impacto que la descripción de la crucifixión ha tenido en la vida de los judíos durante casi dos mil años de persecuciones, pogroms y torturas por la inquisición española, masivas expulsiones, asesinatos individuales y en masa, el Holocausto en el que seis millones de judíos perecieron. Todo esto fue, directa o indirectamente, causado, (o por lo menos lo hizo posible), por esta narrativa.
El Nuevo Testamento es sagrado para sus creyentes. Sin embargo nuestra Biblia (el llamado Antiguo Testamento), no es un texto de la historia. La verdad religiosa y la verdad histórica no son nunca la misma. Se escribieron las descripciones de la crucifixión en los cuatro evangelios muchas décadas después del hecho, y los escritores escribieron lo que escribieron bajo la influencia de las circunstancias de su tiempo.
Tomemos, por ejemplo, la imagen del gobernador romano, Poncio Pilatos. Los romanos lo describieron como poco escrupuloso, adúltero y procurador cruel.
El Nuevo Testamento lo pinta como una persona humana, casi un filósofo que no quiso ejecutar a Jesús pero cedió ante los judíos. En la película de Gibson, es una figura atractiva que es obligada por los judíos repugnantes -repugnantes incluso físicamente- a actuar contra su conciencia.
¿Por qué esta descripción? Simple: cuando el texto fue escrito, los cristianos ya estaban intentando convertir el mundo romano a su credo. Era conveniente para ellos, por consiguiente, culpar a los judíos y exonerar a los romanos e invertir las realidades de los tiempos. Los judíos entonces, como los palestinos ahora, era un pueblo ocupado, y los romanos eran los ocupantes. La crucifixión era un castigo romano usual, un tipo de «eliminación selectiva» de ese tiempo (pero después de un juicio).
Los escritores de los evangelios estaban rebosantes de odio a los judíos. Eso no es sorprendente tampoco. Ellos eran judíos, como lo era Jesús y toda la gente de su alrededor. Pero pertenecían a una secta disidente que fue considerada por la clase dirigente judía establecida en Jerusalem como herética. Los cristianos judíos fueron perseguidos cruelmente. Como de costumbre en tales luchas fratricidas, en esta, también, se levanta un odio abrasador. Este odio encontró su expresión en la descripción de la crucifixión.
El Evangelio según Mateo (Capítulo 27) lo describe de esta manera: «Pilatos les dijo (a la muchedumbre judía congregada delante de su oficina): – ¿qué es lo que entonces tengo yo que hacer con Jesús que es llamado Cristo?’ Todos ellos le dijeron: ‘- ¡Qué sea crucificado!’ Entonces el gobernador dijo: ‘- ¿Por qué, qué ha hecho?’ Pero todos ellos gritaron más, diciendo: ‘- ¡Que sea crucificado! ‘
Cuando Pilatos vio que no los convencería en absoluto, sino que el tumulto estaba levantándose, tomó agua y se lavó las manos ante la multitud y dijo: ‘- soy inocente de la sangre de esta persona justa. ¡Miradlo!’ Y todas las personas contestaron y dijeron: ‘- Su sangre esté sobre nosotros y sobre nuestros niños’.»
Obviamente, ésta no es una descripción histórica. Un pueblo entero, o una gran multitud, no habla como una sola persona. Las palabras «Su sangre esté… y sobre nuestros niños» es irrazonable y fueron puestas allí para justificar tomar venganza en generaciones venideras. Y de hecho, muchas generaciones de demagogos usaron estas palabras para incitar contra los asesinos de Dios.
Adolf Hitler, por supuesto, no era ningún cristiano fanático. Realmente, al contrario, algunos de sus seguidores intentaron volver a ritos germánicos paganos. Pero Hitler y los perpetradores del Holocausto aprendieron el Nuevo Testamento en la escuela, y nadie puede decir cuánto del texto inconscientemente absorbieron. Y muchos simples fundamentalistas aceptaron el Holocausto o tomaron parte en él debido a esto.
No pretendo que la culpa colectiva recaiga en la totalidad del mundo cristiano a lo largo de los siglos. Nada más lejos. Muchos de los más grandes humanistas a lo largo de la historia eran cristianos, algunos de ellos muy devotos. No sólo los perpetradores del Holocausto eran cristianos, también lo eran los justos, aquéllos que salvaron a los judíos. Los monasterios cristianos en muchos lugares alojaron a los judíos y salvaron sus vidas.
Jesús predicó amor, y el Nuevo Testamento lo describe como una persona inmensamente atractiva, virtuosa, misericordiosa y tolerante. ¿Cómo es que tantas atrocidades terribles en la historia fueron perpetradas por personas e instituciones que reclamaban actuar en su nombre?
Usted, señor Presidente, como árabe y musulmán, está orgulloso del hecho que durante más de mil años el mundo musulmán fuera modelo de tolerancia hacia judíos y cristianos. El mundo musulmán nunca ha conocido expulsiones en masa y pogroms que eran un rasgo regular en la cristiandad, por no mencionar el terrible Holocausto.
Los lazos de sangre entre los musulmanes y judíos transcurren a través de la historia. Uno de los capítulos más oscuros en la historia de este país, al que los dos amamos, es la historia de las cruzadas. Incluso antes de que alcanzaran Tierra Santa, los cruzados cometieron genocidio contra los judíos de Alemania. Cuando abrieron brechas en las murallas de Jerusalem mataron la población entera de la ciudad, hombres y mujeres, personas ancianas y bebés en brazos. Uno de ellos describió, orgullosamente, cómo vadearon en sangre por sus rodillas. Era la sangre de musulmanes y judíos asesinados juntos, sus últimas oraciones se entrelazaron en su camino al cielo.
Después de la caída de Jerusalem, Haifa ofreció todavía resistencia contra los cruzados. La mayoría de sus habitantes eran judíos que lucharon codo con codo con la guarnición egipcia. Los musulmanes les proporcionaron las armas y, según un cronista cristiano, los judíos lucharon valientemente. Cuando el pueblo cayó, los cruzados mataron a los judíos restantes y a los musulmanes, juntos.
Cuatrocientos años después, cuando los cristianos terminaron la reconquista de España a los musulmanes, expulsaron a judíos y musulmanes juntos. Después de la Edad Dorada, la simbiosis cultural maravillosa de musulmanes y judíos en la España musulmana medieval, los musulmanes y judíos sufrieron un destino común. Casi todos los judíos expulsados se establecieron en países musulmanes o gobernados por ellos.
Deje que no permitamos que el amargo conflicto actual entre nuestros dos puebles, con toda su crueldad, ensombrezca el pasado, porque ésa es la base para nuestro futuro común.
Los sufrimientos presentes de los palestinos -a los que nosotros, como israelíes y judíos, nos oponemos y luchamos en su contra- no tiene ninguna conexión con lo que pasó (o no) hace unos 1973 años.
Si hay alguna remota conexión, es en el otro sentido. Sin el antisemitismo cristiano moderno, el movimiento sionista no habría nacido en absoluto. Como yo he mencionado antes, el fundador del movimiento sionista, Teodoro Herzl, declaró su creencia de que fundar un Estado judío era la única manera de salvar explícitamente a los judíos europeos. El antisemitismo era y es la fuerza que conduce a los judíos a Palestina.
Sin el antisemitismo, la visión sionista habría seguido siendo una idea abstracta. Desde el pogrom de Kishinev pasando por el Holocausto, hasta el antisemitismo en Rusia -que ha conducido recientemente más de un millón de judíos a Israel-, el antisemitismo era y sigue siendo el enemigo más peligroso del pueblo palestino. Hay mucha verdad en el refrán de que los palestinos son «las víctimas de las víctimas.»
Por encima de todas las razones morales, éste es un argumento adicional contra una declaración sobre la crucifixión que puede ser traducida por los antisemitas como un estímulo para su causa.
Cuando la paz llegue, nos encontraremos todos en Jerusalem, judíos, cristianos y musulmanes. Yo sé que usted sueña con ello, como sueño yo. Permítanos la esperanza de que nosotros dos lo veamos con nuestros propios ojos.