Yonathan Shapira, firmante de la carta de los pilotos israelíes negándose a cumplir órdenes ilegales

“La ocupación está corrompiendo a la sociedad israelí en su conjunto”

A continuación reproducimos el texto de una disertación de Yonathan Shapira, quien fuera piloto de un helicóptero Blackhawk y firmante de la carta de los pilotos oponiéndose a desempeñar su tarea en los Territorios Ocupados. La conferencia fue pronunciada en un simposio organizado por el Departamento de Política y Gobierno de la Universidad Ben Gurión, el 18 de enero de 2004. Los subtítulos están editados por Nueva Sión a los efectos de optimizar la calidad y dinámica de la lectura.

Shalom y buenos días.
Soy Yonathan, uno de los promotores y firmantes de la carta de los pilotos. Hasta hace unas semanas era piloto y jefe en actividad de un escuadrón de helicópteros «Blackhawk» del ejército del aire.
La víspera del último Yom Kipur (Día del Perdón), fui convocado a una reunión con el comandante del ejército del aire, en la que me comunicó que tenía que darme de baja y que dejaba de ser piloto de las fuerzas aéreas israelíes; todo ello como consecuencia de la declaración anunciando mi negativa a obedecer órdenes ilegales e inmorales.
En los últimos meses el comandante del ejército del aire visitó las bases y a las tripulaciones, declarando que una extendida y poderosa organización presta apoyo a nuestro grupo, y que el ejército la va a descubrir y poner en evidencia ante la opinión pública. Con motivo de esta fiesta, quiero decir cuál es esa organización tan extendida como poderosa. Se trata de una organización en la que crecimos y fuimos educados. Quiero hablarles de dos de los valores básicos del Ejército de Defensa de Israel (EDI):

Dignidad Humana:
El EDI y sus soldados están obligados a respetar la dignidad humana. Todo ser humano merece respeto, sea cual sea su raza, credo, nacionalidad, sexo, status o papel social.

Pureza de las armas:
El soldado utilizará sus armas y su fuerza exclusivamente en la consecución de su objetivo, en la medida justa en que sea necesaria para su objetivo y conservará su humanidad aún durante la batalla. El soldado no debe utilizar sus armas ni su fuerza para dañar a personas no combatientes o a prisioneros, y hará cuanto esté en su mano para impedir atropellos a su vida, su integridad física o su propiedad.

“No dormimos bien”

Volvamos ahora a la noche del 22 al 23 de julio de 2002. Es tarde, el escuadrón de F-16 se encuentra en la base militar del aire. La tripulación de guardia se compone de un piloto y un navegante. Despegue urgente para Gaza. A la espera de la orden de ataque. Llega la orden. Se lanzan las bombas. Aterrizaje, parte de misión y vuelta a la rutina.
En esa misión se lanzó una bomba de una tonelada (equivalente a cien bombas suicidas) sobre una casa del barrio Al-Deredg de Gaza, uno de los más poblados de Gaza y del mundo.
En el curso de la acción fueron asesinados 14 seres humanos y heridos más de 150.
Cuatro familias, 9 niños, 2 mujeres y dos hombres, fueron aniquilados por la tripulación de un avión que ejecutó la misión y alcanzó el blanco, convencida de que estaba defendiendo a los israelíes. Y lo creía honestamente.
Y esto es lo que Dan Halutz (comandante del ejército del aire) tuvo a bien decir sobre la misión: «Declaro que cuanto ha tenido lugar con vistas a la misión está justificado según mis criterios morales…». Y dijo a los pilotos: «Que duerman bien esta noche… han desempeñado perfectamente esta misión».
No dormimos bien esa noche, y seguimos sin dormir bien: El 31 de agosto de 2002, cuando fue aniquilado Darama y 4 niños con él. El 8 de abril de 2003, cuando fueron asesinados Arbid y Al-Halabi y con ellos
2 niños y 5 adultos. El 10 de junio de 2003, en un intento de asesinar a Rantisi, murieron una joven, una mujer y 5 hombres. El 11 de junio de 2003, cuando fue asesinado Abu-Nahal y con él 2 mujeres y 5 hombres. Y así muchos más… E igualmente, hace tres meses en un ataque relámpago de cinco objetivos, 2 personas a las que se buscaba fueron aniquiladas y junto a ellas otras 12 personas inocentes.

“Transeúntes”

Al ministro Effi Eitam y a los altos oficiales del EDI les desagrada la expresión «palestinos inocentes», prefieren denominarlos “transeúntes”. En total, fueron asesinadas 211 personas en la acción, entre ellas casi la mitad (86) eran espectadores. ¿Y qué logramos como contrapartida en términos de seguridad? Ataques y más ataques, nosotros con nuestros Apache y ellos con sus bombas suicidas, embarcados juntos hacia el suicidio en una danza demencial.

La carta

Así que no dormimos por la noche y redactamos esta carta:

«Los abajo firmantes, pilotos del ejército del aire en servicio de reserva, que fuimos educados en los valores del sionismo, el sacrificio y la entrega al Estado de Israel, hemos prestado servicio siempre en el frente, dispuestos a llevar a cabo cualquier tarea, fácil o difícil, con la finalidad de proteger y reforzar al Estado de Israel.
«Nosotros, pilotos veteranos y en actividad, que hemos prestado o estamos prestando en la actualidad servicio al Estado de Israel largas semanas de cada año, nos oponemos a ejecutar las órdenes ilegales e inmorales de ataque que el Estado de Israel ejecuta en los territorios.
«Nosotros, que fuimos formados para amar al Estado de Israel y colaborar en la empresa sionista, nos oponemos a tomar parte en ataques de las fuerzas aéreas en concentraciones de población civil.
«Nosotros, que consideramos al EDI y al ejército del aire algo propio, nos oponemos a seguir causando daño a civiles inocentes.
«Estas acciones son ilegales e inmorales, y son consecuencia directa de la ocupación en curso, que está corrompiendo a la sociedad israelí en su conjunto.
«Seguir con la ocupación constituye un golpe mortal para la seguridad del Estado de Israel y para su fortaleza moral.
«Nosotros, que prestamos servicio como pilotos en combate, mandos e instructores de la próxima generación de pilotos, declaramos por la presente que vamos a seguir prestando servicio en el EDI y en la Fuerza Aérea en cuantos cometidos estén encaminados a la defensa del Estado de Israel».

Los “traidores que ayudaron al terrorismo”

Hemos hablado con más de cien pilotos, entre ellos comandantes veteranos de la Fuerza Aérea, muchos tenían miedo de firmar pero apoyaban nuestra iniciativa, y buena prueba de ello es que no hubo filtración alguna de su parte. Y tal vez sea importante aprovechar esta ocasión para decirles quiénes firmaron la carta. Es una oportunidad para conocer a algunos de esos «traidores que ayudaron al terrorismo». Empezaré con los pilotos en actividad: Comandante Yotam, piloto de Apache en actividad Capitán Tomer, piloto de F-16 en activo Capitán Ran, navegante – piloto de combate en actividad Capitán Zur, navegante de F-16 en actividad Capitán Alon, piloto de Blackhawk en actividad Capitán Amnon, piloto de Blackhawk en actividad Captain Yonathan, piloto de Blackhawk en actividad Captain Asaf, piloto de F-15 en activo e instructor Teniente coronel Eli, piloto de combate e instructor en actividad en la escuela de vuelo del ejército del aire General de Brigada Yiphtah Spector, piloto de combate e instructor en actividad en la escuela de vuelo del ejército del aire.
Otros 20 pilotos veteranos se sumaron a la iniciativa, pilotos de combate que volaron en las guerras de Israel, algunas con más justificación que otras. Entre esos pilotos:
Coronel y médico Yigal Shohat, piloto de combate que estuvo preso en Siria y desempeñó luego su servicio como médico jefe de las fuerzas del aire. Teniente Coronel Yonathan Shahar, piloto de combate y comandante de vuelo en la Guerra de los seis días. Teniente Coronel Abner Raanan, piloto de combate que recibió el Premio de Israel por la Seguridad por haber desarrollado sistemas de armas inteligentes. Profesor Motti Peri, piloto de helicóptero y hoy jefe del Departamento de Economía de la Universidad Hebrea de Jerusalem. Profesor Nahum Karlinski, piloto de combate e historiador en la Universidad Ben-Gurión. Teniente Yoel Pieterberg, que fuera piloto de pruebas en el ejército del aire, figura entre los fundadores del primer escuadrón Apache, mando del escuadrón Cobra en la guerra de El Líbano, condecorado con una medalla por el jefe del Estado Mayor, uno de los organizadores y ejecutores de la misión ‘Karin A’. Capitán Moshe Bukayi, piloto de transporte recibió una mención al valor en la Guerra del Sinaí. Comandante Hagai Tamir, piloto de combate y arquitecto, destacó en el curso de entrenamiento de pilotos de Dan Halutz

Los otros

Dos semanas después de la publicación de la carta de los pilotos, apareció un reportaje en el suplemento «Siete Días» del diario «Yedioth Aharonoth», en el que cinco oficiales de brigada, coroneles del ejército profesional, fotografiados en uniforme y portando armas, manifiestan su apoyo a Sharón, a los colonos y a la política de aniquilaciones.
El miembro de la Kenet (Parlamento) Yuval Steinitz y sus amigos no levantaron revuelo en esta ocasión. Ni siquiera el Ministro de Defensa los acusó de apoyar el terrorismo ni criticó el hecho de que expresaran su opinión de uniforme. ¿Por qué? Porque representan el consenso. Apoyan al Gobierno. Un gobierno que día a día es menos democrático y más dictatorial.

La delgada línea roja

Si preguntáramos a un ciudadano que vive en un Estado que se transformó en dictadura, en qué momento exacto ocurrió, no estaría en condiciones de dar una respuesta. Es un proceso progresivo y a menudo, en gran parte, oculto a la vista. Pero hay elementos bien visibles y voy a mostrar un ejemplo:
Hace unos meses, el Jefe del Estado Mayor (una persona de uniforme) declaró que todos los miembros de Hamas son objetivos militares.
Con su permiso, me gustaría leerles la respuesta del portavoz del ejército y del fiscal militar, relativa a las quejas dirigidas a EDI hace una década, en 1993. En aquella circunstancia, el fiscal y el portavoz proclamaron que la función de la unidad ‘Mista’Aravim’ no es aniquilar:
«El EDI rechaza categóricamente esa pretensión. No ha habido y no habrá en el EDI ninguna política ni ninguna acción intencionada de aniquilación de personas en busca y captura. Las instrucciones para abrir fuego son dobles: … el principio de la santidad de la vida es un valor básico del EDI. No hay ningún cambio al respecto y no lo habrá en lo concerniente a este asunto».
¿Qué sugiere esta aseveración? ¿No hemos cruzado la línea roja? ¿O tal vez podemos ir un poco más lejos?
Muchos dicen que todavía no hemos cruzado la línea roja y que en el momento presente uno no debe oponerse… que debemos seguir obedeciendo. Y esta posición me recuerda a la línea roja del agua del Mar de Galilea. Cada vez que el nivel de agua del lago pasa la línea roja, la bajamos un poco.
Cuando mi país se encuentra en una situación parecida a la de un avión en caída en picada, tengo tres opciones:
Puedo saltar en paracaídas y salir de Israel… Puedo observar desde la indiferencia la caída del avión hasta que se estrella contra el suelo ocasionando la muerte de todos, o puedo tirar de la palanca con toda mi fuerza legal e intentar salvarme del impacto.

“No podemos parecernos a los terroristas”

Estamos a punto de estrellarnos
De modo que tiramos de la palanca y, entonces, se nos preguntó cómo podíamos hacer algo así habida cuenta del aumento del terrorismo en las calles. Y contesto: están en lo cierto, desgraciadamente conozco el tema de cerca. En los últimos años he colaborado como voluntario con ‘Sela’, una organización de ayuda a los nuevos inmigrantes víctimas del terrorismo. He atendido a los heridos durante su fase de recuperación y he sido consejero de grupos de huérfanos y de miembros de la familia de los muertos. Cada persona es un mundo y cada luto tiene muchos círculos de duelo y dolor, como una piedra que al golpear el agua produce una sucesión casi interminable de círculos. Congoja, dolor, deseo, rabia, desesperación y muchos otros sentimientos… de modo que hay que luchar contra este terrorismo criminal.
Si me veo en el deber de matar a un asesino suicida mientras prepara un atentado terrorista, e incluso si debo pagar con mi vida por ello, a sabiendas de que salvo otras vidas humanas, lo haré con toda firmeza. Pero ninguno de los denominados asesinatos selectivos estaba dirigido contra un terrorista en vías de cometer un atentado (el EDI corrobora este extremo). De modo que debemos combatir el terrorismo, pero a la vez debemos luchar para no parecernos cada vez más a los terroristas.
El hecho de que se haga explotar un autobús aquí no justifica la decisión de Sharón, Mofaz y Dan Halutz, Jefe de la Fuerza Aérea, de matar «involuntariamente» a nueve niños mientras dormían y sembrar el terror en una población de millones de personas que viven bajo el régimen de bloqueo, toques de queda y controles. Una población encerrada en muros y campos, bajo las armas de un ejército imponente y amenazador, equipado hasta los dientes con aviones supersónicos que hacen temblar al cielo y helicópteros de ataque que de forma continuada lanzan cohetes contra coches y ventanas de casas en ciudades atestadas y depauperadas.

La fe perdida

Dije, pues, que estaba dispuesto a sacrificar con decisión mi vida para detener, aun con mi propio cuerpo, a un terrorista suicida, y quizás ha llegado el momento de que hable de mi fe.
A la postre ¿de qué estamos hablando? De que hemos perdido la fe en un sistema que nos envía a ejecutar una política escandalosa y puesta en entredicho. No creemos al jefe del Estado, al Ministro de Defensa y a nuestro jefe supremo, cuando nos envían a atacar con cohetes lugares en los que más tarde nos enteramos de que murieron mujeres y niños.
Cuando el Jefe de la Fuerza Aérea, Dan Halutz miente a la prensa, los periódicos recogen los desatinos. Pero cuando Dan Halutz miente a los pilotos, ciudadanos inocentes, o, como los denominamos ahora, personas «no implicadas», son asesinados (citado de ‘Terminator’).
Un ejército integrado por combatientes que no creen en la rectitud de sus métodos, es un ejército debilitado.
Un piloto que cumple una misión debe tener confianza en el sistema, debe estar completamente seguro de que responde a consideraciones estratégicas, tácticas y moralmente sólidas.
El piloto no dispone prácticamente de medios para saber lo que está detrás del blanco al que apunta. Y resulta ingenuo pedirle que decida, en tiempo real, si considera que es adecuado o no ejecutar la orden, porque en tiempo real es sumamente difícil detenerse en tales consideraciones.

La náusea

Por otra parte, los pilotos tienen que estar al corriente hoy por hoy de otro hecho crucial. Deben conocer las nauseabundas estadísticas de las misiones que se les encomiendan.
El cincuenta por ciento de los asesinados a resultas de misiones de «exterminio selectivo» en áreas pobladas son civiles inocentes.
Cuando en la planificación y ejecución se pasa por alto el resultado prácticamente cierto del cincuenta por ciento de víctimas civiles, entonces las «intenciones puras» de los planificadores dejan de serlo; están manchadas.
Voy a citar un artículo reciente, que abre el portavoz de la Fuerza Aérea, en el que pilotos de Apache (no objetores) fueron entrevistados sobre el dilema al que se enfrentan:
Un piloto de helicóptero con experiencia declaró al entrevistador: «Es probable que en un par de años me diga a mí mismo, eres un idiota, has cruzado la línea roja».
Otro piloto habló de un conjunto de valores que experimentaron un profundo cambio en los últimos dos años: «No habría creído que iba a lanzar cohetes contra Jenin, Gaza o Tulkarem, y lo estoy haciendo. ¿Me van a mandar quizás a disparar cohetes contra Umm-El-Fahm (una ciudad israelí)?. Eso parece hoy una locura, pero puede ocurrir dentro de un tiempo. Quizás tengamos que disparar cohetes contra las oficinas de Arafat, o quizás contra las casas de Arafat en Jaffa, esas son cosas que creo que no haré. Pero hoy lanzo cohetes a 100 metros de la gente, con la finalidad de que se dispersen, y hace dos años no hubiera pensado que tendría que llevar a cabo tales acciones; nos hemos vuelto indiferentes». Y otro piloto añade: «A veces salgo de dar parte de una misión exitosa de exterminio y me doy cuenta enseguida de que la cuenta atrás para otro ataque acaba de comenzar».
He presenciado mucha sangre últimamente en el curso de mi trabajo en el escuadrón. Entre los lanzamientos de tropas de comando en las afueras de las ciudades de Cisjordania, he tenido que evacuar a docenas de heridos, incluidos soldados del EDI y civiles, algunos de ellos niños con heridas terribles. A veces los llevábamos a un hospital, limpiábamos la sangre del suelo del helicóptero y volvíamos a buscar más. Y me pregunto ¿por qué? ¿Somos realmente tan obtusos e ingenuos para pensar que podemos reprimir a 3.500.000 de personas que han perdido el miedo a la muerte? ¿No nos estamos volviendo locos también?
Parece que sí.

La burbuja

Se me antoja que somos una sociedad en un estado psicótico avanzado, en una especie de escisión de la personalidad, y que la única vía para que muchos de nosotros podamos sobrevivir es apretarnos bien y desaparecer en nuestra propia burbuja. Y si algo vale la pena hacer estallar, es esta burbuja. ¿Cómo podemos hacer explotar la burbuja? Bien fácil, basta conocer los hechos.
Así pues, examinemos brevemente lo que nos ha ocurrido en los últimos tres años.

En los territorios:
2.289 palestinos han sido asesinados en los territorios por las fuerzas de seguridad israelíes, entre ellos 439 menores de 18 años. Al menos 128 palestinos han sido ejecutados sin juicio por Israel. Con motivo de la ejecución, otros 88 palestinos fueron asesinados. 32 palestinos han sido asesinados por civiles israelíes. 9 extranjeros fueron disparados y resultaron muertos por balas de las fuerzas de seguridad israelíes. 196 civiles israelíes fueron asesinados por palestinos. 180 miembros de las fuerzas de seguridad de Israel fueron asesinados por palestinos. 86 palestinos fueron asesinados por palestinos bajo sospecha de colaboración con Israel. 29 palestinos fueron asesinados por las fuerzas de seguridad palestinas.

En Israel:
377 civiles israelíes, 80 miembros de las fuerzas de seguridad y 32 civiles extranjeros fueron asesinados por palestinos de los territorios. 48 palestinos fueron asesinados por las fuerzas de seguridad.
El EDI confirma que de entre los 2.289 palestinos que resultaron muertos por nuestras fuerzas, sólo 550 portaban armas o eran combatientes. ¿Qué ocurrió a los 1.739 restantes?

La catástrofe

Antes de terminar quiero hacerles partícipes de algunos momentos espeluznantes de los últimos dos difíciles meses:
Durante la entrevista de mi destitución estaba sentado frente al comandante de la Fuerza Aérea y le oí decir en repetidas ocasiones -con ojos que echaban chispas- que todas las misiones que llevábamos a cabo, incluyendo las más difíciles, eran totalmente morales.
Más adelante, durante la conversación, y a iniciativa propia, Dan Halutz, comandante de las Fuerza Aérea, y candidato al puesto de Subjefe del Estado Mayor, me explicó con detalle el valor de la sangre desde su punto de vista, en orden descendente, desde la sangre judía hasta la sangre de un palestino.
He oído decir a muchos soldados de infantería, y para mi gran pesar también lo he leído en una carta enviada por uno de los pilotos que se oponen a nuestras acciones, que «nuestro heroísmo hoy en la Fuerza Aérea consiste en no poner en peligro nuestras vidas, bien por fuego antiaéreo, bien en combate con la aviación enemiga; nuestro heroísmo hoy se expresa en que logremos vencer los sentimientos de catástrofe que nacen en nosotros como consecuencia de nuestra condición de ‘asesinos profesionales’ al servicio del Estado de Israel. Nuestro heroísmo es superar esto con valentía, y levantarnos cada mañana con una decisión renovada de ser buenos soldados, dispuestos y listos para asumir cualquier misión».

Justamente, este desplazamiento de la responsabilidad de las espaldas del soldado y su conversión en un sentido de plenitud de «valor» para hacer frente a su difícil tarea, es lo que permite a los pilotos ejecutar los peores crímenes contra la humanidad.

Terminaré con una observación personal.
Profesor Asa Kasher, de la Universidad de Tel-Aviv, -afirma Shapira dirigiéndose hacia él en su exposición- estuvimos esperando antes de publicar nuestra carta, y digo esto con la más profunda sinceridad, porque estábamos esperando precisamente a una personalidad como usted, que conoce bien al ejército, que ha escrito sobre el código ético militar, que manifiestamente está tan preocupado por la moral; esperábamos que usted estuviera a la altura de las circunstancias y pusiera freno a la deriva hacia el abismo moral. Esperamos que usted lanzara ese llamamiento a la cordura. Esperamos por usted para que elevara sus protestas contra nuestra marcha hacia el abismo, contra la pérdida de valores y la pérdida de nuestra humanidad.
Esperamos y esperamos, y usted no hizo acto de presencia. ?Al contrario! Se subió usted a la bola de nieve de la demencia que se despeña por el precipicio, se puso usted al servicio de los militares y trabajó mano a mano con ellos en un intento de adornar la fea realidad.
De modo que no nos dejó otra opción que levantarnos y gritar nosotros mismos lo que usted debería haber gritado. En cierto sentido, Asa, somos el testimonio de su quiebra.
Usted no aportó moral ni ética al EDF, sino más bien una espantosa y triste autorización para cometer crímenes de guerra. Quizás sólo el juicio de la historia pueda mostrar a los que todavía queden aquí qué alcance tuvo su contribución en el suicidio de una corporación militar que tiene impresos en su bandera valores como «pureza de las armas» y «dignidad humana», pero que se ha convertido con su modesta contribución en un ejército de ocupación, de humillación, de aniquilación y de mentiras.
Sí, me oye usted bien. Le acuso de conceder «licencia moral» para cometer actos que no deberían llevarse a cabo. Le acuso de compararnos con el asesino Yigal Amir, y de trazar un «línea recta», como usted la definió, que va desde los objetores de infantería, los comandos y la fuerza aérea hasta el infame asesino del Primer Ministro de Israel.
La línea recta que yo prefiero trazar le coloca a usted es la estela de ciertos filósofos e intelectuales que desempeñaron un conocido papel en la historia humana. Esas personas conocidas de todos, que en los momentos más aciagos se subieron al carro del poder y sirvieron de «colchón moral» a una autoridad corrupta.