Woody Allen decía que el mejor argumento para contrarrestar a un antisemita es partirle un bate de béisbol en la cabeza.
Yo en ese momento no tenía un bate a mano, y no sé si el hombre era un “clásico” antisemita.
El televidente no conoce la historia del conflicto.
Quizás el soldado que avanza es un joven israelí que, como la mayoría de los israelíes, quiere que se declare un Estado palestino y vivir en paz junto a él, pero sabe que por ahora debe frenar a los terroristas antes de que lleguen a Israel.
No sabe lo que Israel propuso en Camp David hace un par de años y que Arafat rechazó negando la posibilidad de un acuerdo medianamente aceptable para las mayorías de ambos pueblos.
La tele puede entrar a los hospitales palestinos pero los israelíes preservan el trabajo de médicos por sobre el morbo de la imagen, entonces no hay tantas imágenes de las víctimas israelíes del conflicto.
Ya hay mucho sobre políticas de estado y de políticos en esta producción de Nueva Sión, por eso prefiero hablar un poco de la gente. La que ve la tele y se llena de odio contra Israel y contra los judíos.
No es razonable pedirle a los medios masivos un análisis profundo sobre la historia del conflicto como prólogo de cada noticia: hay poco espacio, poco tiempo y, en él, sólo hay lugar para la novedad.
Pero la inclusión de Arafat en la lista Forbes de los millonarios del mundo también es novedosa y no se difundió. El escándalo de corrupción sobre las cuentas del líder del empobrecido pueblo palestino que deriva fondos de ayuda humanitaria a la cuenta de su esposa en bancos europeos tampoco parece interesar mucho. Tampoco interesa mucho el testimonio de las víctimas israelíes.
En Argentina asoma este antisemitismo disfrazado de antisionismo. En Europa es virulento y alimenta agresiones, principalmente en Francia.
De todas maneras, es oportuno plantear ya este debate aquí.
En una ciudad donde las escuelas judías están protegidas por pilotes que alejan al transeúnte, porque el peligro parece más en esos muros (¿de la vergüenza? ¿de seguridad?) que en las academias del odio antisemita. Esas que no pueden ser filmadas por la tele ni necesitan pilotes de protección.