Irak

La matanza irracional

El día más sagrado en el calendario religioso chiíta se convirtió ayer, martes 2 de marzo, en el día más sangriento de toda la posguerra iraquí. Al menos 182 personas murieron y 556 resultaron heridas en una cadena de atentados con explosivos, coordinados y simultáneos, en Bagdad y en la ciudad santa de Kerbala. Los objetivos elegidos fueron los principales sitios religiosos de justo el día en que se conmemoraba la Ashura, en memoria del martirio de Husein, el tercer imán chiíta que, según la tradición, fuera decapitado 13 siglos atrás.

En Bagdad, tres kamikazes hicieron estallar sendos artefactos explosivos en el mausoleo del imán Kadhem y sus alrededores, en el distrito de Kadhimiya. Este triple atentado suicida se produjo a las diez de la mañana, cuando la mezquita estaba muy concurrida.
Casi a la misma hora, alrededor de nueve explosiones encadenadas, quitaron la vida a otras 112 personas en Kerbala, ciudad que, junto a Nayaf, es la más sagrada de la comunidad chiíta iraquesa. Según el general Mark Kimmit, director adjunto de operaciones del Ejército de los Estados Unidos y portavoz militar de la coalición ocupante, una de las explosiones estuvo también provocada por un suicida. Las demás fueron causadas por bombas de control remoto y obuses de mortero.
Los chiítas iraquíes celebraban su primera Ashura en libertad en más de 35 años, ya que el régimen de Saddam Hussein prohibió la conmemoración. Por ello, Kerbala, lugar donde murió y está enterrado el imán Husein, estaba a pleno de feligreses.
La ciudad había recibido, por lo menos, a un millón de peregrinos procedentes de todos los rincones de Irak y de otros países, sobre todo de Irán.
La magnitud de la masacre ha dejado a Irak sumido en una profunda conmoción. El Consejo de Gobierno Iraquí decretó tres días de luto lo que obligará a posponer la ceremonia de la firma de la Constitución interina, aprobada el lunes.
Además de expresar su condena, la mayoría de los dirigentes chiítas se esforzaron en transmitir un mensaje de unidad y ahuyentar el fantasma de un enfrentamiento entre las distintas comunidades del país que pueda desembocar en una guerra civil fraticida.
Uno de los miembros del Consejo, Adnan Pachachi, afirmó que «los terroristas y criminales que intentan destruir la unidad de Irak no lo conseguirán».
Kimmitt afirmó que la policía iraquí había detenido cerca de la mezquita Al Kadhem, Bagdad, a un cuarto kamikaze que también llevaba explosivos adosados al cuerpo pero que no llegaron a estallar. El portavoz militar estadounidense señaló que en la ciudad de Kerbala se habían efectuado también varias detenciones.
Mientras las miradas se dirigían a Kerbala, el atentado de Kadhimiya tomó por sorpresa a casi todo el mundo. En ambos casos, la ausencia de las fuerzas ocupantes fue evidente y deliberada «para no herir las sensibilidades culturales», según las palabras que utilizó Kimmit.
Kerbala está en el área de responsabilidad de las fuerzas polacas y Bagdad de las estadounidenses.
El rechazo que gran parte de los iraquíes mantienen contra los ocupantes quedó demostrado nuevamente.
Nadie se ha atribuido los atentados aún, sin embargo, Estados Unidos sospecha que Abu Musab Zarqawi, un jordano con vínculos con la red terrorista Al Qaeda, está detrás de este tipo de masacres. Los militares norteamericanos hicieron pública recientemente una carta atribuida a Zarqawi y requisada a un enlace, en la que se refería a un supuesto plan para intentar provocar una guerra civil en Irak intensificando -precisamente- los ataques contra la comunidad chiíta.