Religiosos
Entre un 20 y un 30% de la población israelí es religiosa y obediente de sus rabinos: dueña absoluta de la vida civil, decide quién goza de los privilegios de ser judío. No importaría que cada tanto intente chantajear a esta u otra coalición para gobernar con mejores presupuestos para sus instituciones. No importaría que cada tanto sentencie el veredicto de lo que es bueno o malo para un judío, si no fuera que, entre sus pliegues, la religión nos ha dado lo peor:
– Un asesino para Itzjak Rabin, el comienzo de todo lo que de siniestro contiene el actual devenir político del Estado de Israel.
– Los colonos de los asentamientos: religiosos (en su mayoría) americanos, que suscriben a su condición de elegidos, justificando la expropiación a los palestinos, en nombre de su vínculo con el Altísimo y la Gran Israel.
La Derecha
La derecha en Israel, si atendemos a los últimos actos eleccionarios es un universo que abarca, digamos, a la mitad de la población israelí.
Esa mitad del país sueña un sueño imposible: matar a todos los árabes. O, al menos, darles su merecido una vez cada diez años, como para que aprendan. Creen que son hijos del rigor, solo entienden el lenguaje de la fuerza.
Hay gente de derecha tan poco delicada, que pide a gritos el “transfer”, o sea la transferencia de las masas palestinas a … la nada.
Son tan terribles las expresiones violentas de los religiosos de Jerusalem que salen a la calle a pedir “muerte a los árabes”, después de cada atentado, o los discursos de los correligionarios de Sharón en las internas del Likud, que el Primer Ministro queda en el centro del escenario político-ideológico, como un duro que concede cuando asegura que hará concesiones dolorosas, aunque se haya caracterizado durante años por mantener el status quo y dejar todo como está; como si los palestinos, y su deseo por un estado independiente, no fueran parte del asunto.
Por suerte, a toda la fauna derechista le queda un mínimo de decencia que le hace imposible, e impensable, anexarse los territorios porque no sabría cómo sostener una democracia judía sumando a tres millones y medio de palestinos dentro de sus fronteras.
Sin frontera Este
Israel es un país sin frontera este: no puede tragarse tantos palestinos, pero no sabe tampoco qué hacer con ellos.
Argumentos
Así las cosas la derecha hace pedazos los argumentos de la izquierda con un par de argumentos contundentes:
– Oslo fue un error, un verdadero desastre.
– Barak les ofreció todo y no aceptaron (por lo tanto, ¿para que ofrecerle algo otra vez?)
– Arafat es un mentiroso. No hay con quién hablar. Tienen las manos manchadas de sangre…
Agreguen a esto piedras y tiros cotidianos en los territorios. Entre 30 y 40 alarmas de posibles atentados en el noticiero radial matutino. Un atentado suicida por semana o por quincena (en el mejor de los casos)…
Y que alguien me explique como hace la izquierda en Israel para convencer a alguien que no es cobarde y traidora.
La Izquierda
Lo que queda del otro lado del mapa ideológico es un gran desconcierto.
Gente que soñó la paz. Esperanza. Utopía. Dos Estados para dos Naciones. Oslo.
Hay quienes imaginan que esta situación sin salida debe desembocar en algo nuevo porque tanto sufrimiento de ambos lados ya no se sostiene. No hay turismo, la economía se cae, peor no se puede estar.
Piensan así porque no son argentinos, no han vivido en la Argentina de los 90 cruzando el siglo para saber que siempre, siempre, se puede estar peor.
Hay quienes soñaban con una intervención internacional y lo único que les pasó cerca fue la Guerra con Irak, señal que ninguna fuerza internacional querrá venir a empantanarse en las no-fronteras entre israelíes y palestinos.
La gente de izquierda en Israel se va quedando sin sueños (o al menos sin sueños posibles). Para colmo, la izquierda siempre tiende a atomizarse, en el caso israelí, para dar respuesta a planteos urgentes:
– ¿Negociamos con los palestinos o nos retiramos unilateralmente?
– Apoyamos a los objetores de conciencia o no nos metemos con la institución militar (una vaca sagrada inobjetable)
– ¿Seguimos siendo sionistas?, ¿a-sionistas?, ¿pos-sionistas?…
Pareciera que a la izquierda política israelí le alcanza con ir a Ginebra a un encuentro con el pragmatismo palestino, para enunciar un programa (valioso, inobjetable) como si estuviera convencida que la población israelí jamás le perdonará liderar un proceso de paz.
Hay un Imaginario social convencido que solo la derecha puede llevar a ella (por ejemplo: Beguin recibiendo a Sadat). Así las cosas, la izquierda va a Ginebra a decir: “aquí estamos, no digan que no lo dijimos”, mostramos el camino a los gobernantes.
Pero todavía no han encontrado una manera de hacerle frente a tanta calaña de este lado.
Hay una lucha sorda en cada sector de la sociedad israelí que enfrenta modelos totalmente contrapuestos, aunque de eso no se hable. Y la izquierda va perdiendo.
Rabin lo sabía: él declamaba que la violencia corroe la democracia.
La izquierda no encuentra, aún, el camino para desandar demasiada basura en el propio patio trasero. Demasiadas convicciones de derecha que alimentan el sueño de la superioridad israelí por medio de la fuerza.
El público israelí, el ciudadano medio, el elector, todavía no se entera que el pueblo palestino lucha por su independencia, que hay que echar a patadas a los colonos de los asentamientos y devolver los territorios ocupados, para volver a nosotros mismos, una nación judía, ética y justa, como la soñaron nuestros ancestros.