La noche del 27 de abril, en el Hotel Presidente, Carlos Menem sufrió un fuerte impacto político. Su triunfo era a lo Pirro y su futuro, incierto. Su ex ministro del Interior, el sinuoso Carlos Corach, quedó impactado por la forma negativa que el político riojano recibió los cómputos electorales. Fue esa noche que Corach decidió desaparecer y volver a Cambridge, alejándose de una tropa y jefatura política que hacía agua por todos los costados.
Menem protestó contra su propio entorno: Bauzá, Kohan, Pierri. Se molestó por las presencias patibularias en el hall del hotel, cuyos rostros se difundían por televisión. Era como el regreso de los muertos vivos: Matilde Menéndez, Herminio Iglesias, el hombre lobo, Drácula, la mujer vampiro, etcétera.
Allí mismo decidió, junto a su asesor Jorge Castro, recurrir al oportunismo, visitar para reclamarle el apoyo a Adolfo Rodríguez Sáa, y guiñarle el ojo al electorado del derechista Ricardo López Murphy, planteando la ridícula disyuntiva ‘España’ o ‘Cuba’, es decir, él o Nestor Kirchner, a quien atribuirá ‘izquierdismo’ y ‘violencia’. Una nueva payasada de Menem y sus asesores. Algunos empresarios, voceros de banqueros y empresas privatizadas, advertidos del dislate menemista, prefirieron hablar de ‘España’ o ‘Brasil’. Es decir, globalización imperialista del capital financiero o una política, según ellos, ‘subdesarrollada’.
El mediocre Melconian
Ocultados dentro del ropero los voceros del CEMA, los Avila y otros, Menem puso a Carlos Melconian, como ministro de Economía. Este economista, ex funcionario del Banco Central escribió recientemente un libro donde plantea el pago irrestricto de la deuda externa en condiciones favorables al FMI, la liquidación de la jubilación de reparto, la privatización total de los bancos públicos, entre otros disparates. Pablo Rojo y Rogelio Frigerio (nieto), dos economistas ortodoxos, quedan como reserva para otros cargos. Jorge Castro o Emilio J. Cárdenas ocuparían cargos en la cancillería. Cambiar algunas caras para que todo quede igual, o peor.
Lo cierto es que la base del movimiento de Rodríguez Sáa ya le anunció a su jefe sanluiseño, y lo van a corroborar en un cónclave del sector, el rechazo a cualquier alianza o trato con Menem. Así lo expresaron los sindicalistas Moyano, Palacios y Piumato; Melchor Posse y Enrique Rodríguez, entre muchos otros. La izquierda peronista que lo apoyó está que trina, Baschetti, Cine Liberación, Gerardo Vallejos.
El caso Kirchner
Todos los caminos conducen a Néstor Kirchner. No se votará por él sino contra Menem. Como pasó en Francia en donde hasta el electorado de izquierda votó al conservador Jacques Chirac contra el fascista Le Pen.
Esto ya se produjo en la primera vuelta. De los cuatro millones y medio de ‘voto bronca’, que era un sufragio mayoritariamente contestatario, ante el peligro que quedaran Menem y López Murphy en el ballottage, concurrieron a las urnas para votar contra el caudillo de Anillaco y el efímero ministro de Fernando de la Rúa, inflado por encuestadores y la prensa conservadora.
En las fuerzas de izquierda, salvo algunos pocos militantes, se votará contra Menem. Y esto es así porque se piensa enterrar en el basurero de la historia al menemismo. No es una cuestión ideológica sino de sentido común.
¿Lo entenderá Kirchner? Uno de sus asesores, el sociólogo Torcuto Di Tella, lo ha aconsejado mucho mejor que Eduardo Duhalde. Más allá de los límites de Kirchner, se le atribuye autoritarismo en Santa Cruz, como gobernador y relación con los intereses petroleros privados, su buena pefomance en la primera vuelta, se debió al apoyo del antimenemismo del voto contestatario de la anterior elección y del sufragio de los ex obreros y trabajadores -ahora desocupados por las políticas de los años noventa- que habitan el segundo y tercer cordón bonaerense (antiguamente los cordones industriales). Esto fue tan decisivo o tanto más que el aparato duhaldista. Ahora Kirchner recibirá el apoyo de muchos justicialistas neutrales o ante la alternativa de su triunfo electoral, se producirán pases de intendentes y dirigentes que estuvieron con las otras listas justicialistas.
No se sabe realmente cuáles serán las políticas de Kirchner pero hay que tener en cuenta que Roberto Lavagna no es el mejor ministro para resistir al FMI y las privatizadas, o para producir un boom productivo, en términos neokeynesianos y reformistas.
Menem nunca quiso debatir con nadie porque es un político engreído y con un mesianismo de trocha angosta. Otro ridículo es López Murphy que se autopropuso como mediador. Kirchner dijo que Menem debía debatir con la Justicia a raíz de las causas penales en las que está imputado el ex presidente (cuentas secretas en Suiza, tráfico de armas).
La Argentina real
Pero todo esto es pirotécnia de un proceso electoral mentiroso, inducido y que no solucionará los problemas de fondo. Los partidos del sistema están divididos y desprestigiados. El voto electoral fraccionado. Las instituciones desprestigiadas y deslegitimadas. Un Parlamento derrotado, un Poder Judicial en plena debacle.
El drama argentino es que la izquierda vive en babia. Algunos creen que el verbalismo y la repetición de esquemas prehistóricos, los impondrá, por la fuerza de supuestos hechos y teorías arterioescleróticas, entre los sectores populares y de trabajadores. De esta manera han sido los conductores de una derrota cuando las condiciones les eran favorables. Pero la masa social crítica existe y los problemas de la factoría también. La necesidad de una revolución está latente en la Argentina. El ciclo de la lucha de clases no se ha cerrado sino que sigue su curso. Hay que posibilitar un nuevo movimiento social de la historia y ayudar a que lo viejo termine por desaparecer.
Las nuevas generaciones tienen la palabra y la acción.