UTPBA Y FELAP

Condena a la Guerra

Ni la creciente oposición de la opinión pública mundial, incluida la gran mayoría de los medios de comunicación y de los periodistas; tampoco la desaprobación mayoritaria del Consejo de Seguridad y en el conjunto de las Naciones Unidas, detuvo al gobierno de un presidente Bush, obsesionado y mesiánico, en su largamente organizado propósito de hacer la guerra a Irak, que va cubriendo sus fases de un verdadero genocidio. Su llamada «hora de la verdad», envuelta en el sucio ropaje de «libertad iraquí», es una más de las guerras de agresión imperial para apoderarse de los países y de estratégicas zonas de influencia, con sus riquezas, bajo hipócritas pretextos para dominio del mundo.
La guerra contra Irak es injusta e innecesaria, y descaradamente se aparta del objetivo inicial del desarme de ese país, en cuanto a supuesta posesión de armas de destrucción masiva. Sobre todo cuando los inspectores de la ONU estaban dispuestos a proseguir su labor tras no haberlas encontrado, reconociendo la cooperación prestada, y era -como así lo pedían Francia, Rusia, China y muchos países- cuestión de más tiempo para una solución pacífica del conflicto.
Como organización de los periodistas latinoamericanos, la FELAP se congratula de que los gobiernos de Chile y México, miembros del Consejo de Seguridad, se hayan opuesto finalmente a la guerra, tras una intensa actividad diplomática a fin de encontrar la salida pacífica y mantener la unidad de ese organismo y de las Naciones Unidas, que la promoción bélica de los de Estados Unidos, Gran Bretaña y España, han roto comenzando la guerra.
Las organizaciones afiliadas a la FELAP y los periodistas en el conjunto latinoamericano, han venido expresando su oposición a la guerra junto a la población de sus países. Cuando ésta ha empezado con su destrucción de vidas y devastación de bienes y riquezas, exigimos su terminación y el regreso a la mesa de las soluciones pacíficas, en las que el periodismo, mediante su papel de comunicación, entendimiento y verdad, puede contribuir al entendimiento y la paz entre naciones e individuos.
Asimismo, cuando en la zona de guerra cumplen valientemente con su misión centenares de periodistas, cuyas informaciones son implícitas denuncias de los horrores de la guerra injusta, negándose a abandonar sus puestos, ante los graves riesgos que eso representa, exigimos de los gobiernos y de los mandos militares las máximas garantías posibles para sus vidas y desempeño profesional, condenando las medidas y tendencias que tienden a aislarlos, como ya ocurrió en la Guerra del Golfo, del contacto directo con los hechos y las fuentes informativas.