Manuela Fingueret:

“El menemismo comunitario no terminó”

Mientras las palabras son promesas en campaña y se esfumarán con el viento, ella intenta que la palabra quede escrita, impresa y esperando a los lectores en las bibliotecas de Buenos Aires. La política argentina. El rol del intelectual. Beraja. Bush. Las bibliotecas: las palabras. De todo esto hablamos con Manuela Fingueret, escritora (un libro infantil, siete de poemas, dos ensayos y dos novelas publicadas), dirigió la revista Plural (de la Sociedad Hebraica Argentina) y desde septiembre de 2000 es Directora de la Dirección General del Libro, Promoción de la Lectura y las Bibliotecas, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de Buenos Aires. “El menemismo comunitario no se terminó” afirma tajantemente Fingueret.

Por Diego Melamed

¿Que diferencias ve entre el mundo editorial y el mundo de las bibliotecas?

El mundo editorial, tal cual esta planteado en estos momentos, es sólo comercial. Fue otra cosa, no hace tanto tiempo para una editorial era prestigioso tener títulos interesantes aunque no sean muy vendedores. Hoy quieren tener autores que vendan.

¿Escritores exitosos quiere decir?

Gente que venda. Gente que venda puede ser un actor que cuenta como se limpia el ombligo.

¿No es comprensible que quieran ganar?

Es cierto que no pueden perder plata, pero debieran dejar un espacio para la literatura, aunque no venda.
Algunas editoriales que están acá… en otros lugares del mundo, esas mismas casas, no actúan tan así.
Otras editoriales, más pequeñas, luchan por sobrevivir y merecen mi respeto, porque están peleando contra monstruos.
La lógica de las bibliotecas es el opuesto a lo comercial. Le ofrecemos al ciudadano de la capital libros al alcance de la mano, gratuitamente. Tenemos actividades culturales relacionadas al libro y a la literatura, clubes de lectores gratuitos, y trabajos de literatura solidaria con gente en riesgo y marginada.

¿Cómo se desarrolla esta tarea por promover la lectura cuando lo mitad de la población sufre necesidades básicas?

Hay gente que no puede más que pensar en la comida o en la vivienda, es cierto. Pero así como las librerías venden menos, con la crisis las bibliotecas duplicaron la asistencia de público. Mucha gente que estaba habituada a leer ya no puede comprar y hoy viene a una biblioteca de barrio. Como sucede en otros partes del mundo, la biblioteca pública es un espacio de contención.

¿Que significa para usted ser parte del pueblo del libro?

Esa frase para mi perdió sentido. La escuche de tantos dirigentes que no solo no leyeron el libro original, ni la Torá ni el Talmud. ¡Y “oi vei” si son parte del pueblo del libro! Pero lo dicen… Y en nombre de ese escudo han hecho barbaridades.
En las circunstancias que está el país, Israel, y el Mundo, me parece que hay que volver a encontrarle sentido a las palabras y a las cosas.
Yo prefiero decir que trato de hacer un esfuerzo permanente por dar un lugar a la sabiduría de los padres, del Talmud, en mí. Prefiero eso a escudarme en decir que soy del pueblo del libro y hablar desde un púlpito. Hay que ser merecedores de ciertas cosas de las cuales hablamos muy livianamente.
Cuando ciertos rabinos piden diezmos, como lo hacen las iglesias mediáticas, o cuando ciertos políticos israelíes y dirigentes comunitarios nuestros han equivocado, desde mi perspectiva, los planteos profundos en cuanto a qué comunidad queremos, y qué debemos privilegiar, me parece que no tiene sentido echar mano a slogans vaciados de sentido.

Ante lo que sucede en el Medio Oriente, y también en nuestro país, ¿cuál le parece que puede ser el aporte de la intelectualidad?

Plantearse la tarea de dar sentido y comprometerse. Cuando acepté este espacio, como otros que me ofrecieron y rechacé, pensé: – ¿debo o no debo?
Estoy harta de los intelectuales que están con el dedo acusador diciendo lo que los demás tiene que hacer, pero cuanto se tienen que comprometer en cuerpo y alma padecen de las mismas corruptelas que critican.

¿De qué forma?

En trabajos de jurado, en viajes, en subsidios, hay mil maneras.

¿Y algo en positivo?

Hay intelectuales que quiero destacar, que uno puede estar de acuerdo o no, pero Aguinis, Kovadloff, Bonasso, que se comprometen políticamente. Y hacen cosas concretas. Aguinis donó una biblioteca de judaica además de su escritorio y su silla, que es donde me siento todos los días. Santiago colabora en charlas, inauguración de bibliotecas, simplemente por poner el hombro y sin pedir nada a cambio.

¿Algún candidato a jefe de gobierno le parece que puede hacer peligrar la gratuidad de las bibliotecas?

No. Bah, creo que no. Espero que no.

¿Dónde queda el pacifismo hoy? ¿Cómo lo manifiesta?

Soy muy escéptica con respecto al ser humano, en el conviven dios y diablo con la misma intensidad y el optimismo que se tuvo durante el Iluminismo, o con el progreso de la ciencia, que -evidentemente- la Shoá dio por tierra y puso en evidencia la inhumanidad de lo humano.
La caída del Muro fue de lo más lamentable, porque había contrapeso, y hoy asistimos a un Imperio que a capa y espada, a bombas y misiles, está dispuesto a apropiarse de aquello que sirve para alimentarse.

¿Y qué hacer ante el terrorismo?

Se debe dar esa pelea porque es una nueva guerra tremenda y encubierta, es una guerra que tira la piedra y esconde la mano, con tanta gente dispuesta a inmolarse, por aquello que considera la verdad.
Debe darse en otros frentes, no por esta guerra abierta, y el Imperio lo sabe.

¿Cuáles son esos otros frentes?

La miseria, el hambre y la falta de educación son el mejor caldo de cultivo y el Imperio, lo que hace, es incentivarlo.

Habría que diferenciar a la gente de sus líderes ¿no? Bin Laden, Arafat y Saddam alimentan el terrorismo pero no son pobres…

Ellos no, pero los pueblos sí. Los jefes fundamentalistas, tanto islámicos como judíos, cristianos o evangélicos mediáticos, o ciertos gurúes tipo Sai Baba, son enormemente ricos y no se van a inmolar nunca. Ellos están asociados y se van a asociar a diferentes imperios o compañías para seguir teniendo poder. Son sus pueblos, la gente que no son ciudadanos, porque todos le quitan la posibilidad de ser humanos y no pueden elegir.

¿En el judaísmo también?

Por supuesto.

¿Como ve a la dirigencia comunitaria?

Sigue sin reflejar la riqueza intelectual de quienes conforman la comunidad. Beraja fue el único que tenía estatura política pero quedó atrapado en sus ambiciones personales y en la misma perversión y ambición de poder de quienes dirigían en ese momento el país. Para la comunidad, lo que sucedió con el Banco Mayo y con Viviendas Mayo, fue un golpe económico y moral del que no se pudo recomponer. Sobre Beraja y su entorno pesa una responsabilidad maquiavélica que no se asume

En “Los judíos y el menemismo” sostengo que el manejo perverso de lo público en beneficio privado se instaló en la comunidad. Yo creo que la comunidad comienza lentamente a depurarse, pero lo hace más rápidamente que la política en general, parece que la comunidad sale del menemismo antes que el país. ¿Qué piensa al respecto?

Creo que no. El menemismo comunitario no se terminó. El menemismo, como modo operativo y de funcionamiento de una sociedad, completó en democracia lo que había iniciado la dictadura.
Y este huevo de serpiente es un virus difícil de desterrar.•