Una de las m-ás renombradas tradiciones del movimiento Hashomer Hatzair son sus convenciones o Vaadot.
La primera tuvo lugar en 1924, en Polonia, donde se debatieron diversas cuestiones que acuciaban a los integrantes originarios del movimiento. Una de ellas, sino la m-as importante, giraba en torno a la cuestión de la di-áspora y el consecuente agobio que oprimía el –ánimo de los shomrim. Precisamente para eso, y para paliar opresión, había sido creado el movimiento que llamaba a la liberación del pueblo hebreo y al aprestamiento de una generación sana -física y espiritualmente- que pudiera hacer frente al inconformismo, la desigualdad y la falta de libertad y perspectivas que aquejaba a las jóvenes generaciones de entonces. La convención, reunida en Polonia, supo ver en la supresión de golá (diáspora) el renacimiento de la Nación hebrea en Eretz Israel, con la creación de una sociedad cooperativa y productiva en la patria de los ancestros.
Para ellos el objetivo estaba claro: una concepción nacional y social basada en la preparación espiritual y profesional de los bogrim (egresados) del movimiento para la futura aliá (inmigración) y, por sobre todas las cosa, el anhelo de construir en Israel una sociedad obrera, cooperativa y constructiva, que brindaría -a cada individuo- la oportunidad de realizarse a partir de su propia libertad interior.
Para concretar sus objetivos, el movimiento propuso la adopción de los métodos de la educación scáutica y laboral basada en el desarrollo del carácter personal, el incremento de la capacidad de trabajo de los miembros del movimiento y una máxima potenciación del sentido de la responsabilidad y la disciplina social.
De este modo, y bajo estas premisas, se constituyó definitivamente el Movimiento Hashomer Hatzair, cuyo Takanon (reglamento) establece como objetivos:
a) Unificar y organizar el movimiento shómrico en una unidad internacional, considerando las condiciones locales de las organizaciones nacionales.
b) Fijar objetivos, metas y caminos educativos conjuntos proponiendo principios aptos para la generación hebrea juvenil.
c) Fundar y fortalecer la empresa nacional – social tanto en Israel como en la diáspora.
Tres años más tarde, en 1927, también en Polonia, tuvo lugar la Segunda Convención Mundial. Allí, a las bases conformadas en 1924, se agregaron nuevos lineamientos referidos a la educación del movimiento que buscaba impartir en sus miembros los valores nacionales y la profundización de la conciencia sionista, preparándolos para la vida kibutziana.
El camino educativo se basaría en la Psicología del Adolescente; el objetivo era perfeccionar a la juventud para que ésta pudiera ser la protagonista y realizadora de los ideales del movimiento.
En esta misma convención el Movimiento reconoció al Kibutz Hartzí -fundado por el Movimiento y basado en la cooperación, la lucha por la realización económica social y política- como la expresión genuina de la vivencia kibutziana que proponía Hashomer.
De esta manera quedaba solucionado, al menos en parte, el problema de los ‘bogrim’, porque la vida en el kibutz proveía la mejor manera de llevar a la práctica los valores inculcados por el movimiento.
El Kibutz Hartzí, como parte del movimiento kibutziano en el país, veía en la creación kibutziana y su desarrollo:
a) La célula de vanguardia de la nueva sociedad.
b) El instrumento constructivo de la clase obrera.
c) El instrumento de absorción de una aliá (inmigración) judía obrera.
d) Un sostén para la lucha de clases.
La Segunda Vaadá llegó a la conclusión de que, para preservar la vivencia independiente y la unidad interna del movimiento, ningún integrante podría afiliarse a partido político alguno en la diáspora, porque Hashomer Hatzair no es un movimiento social – político, sino educativo – social que apunta a la realización personal y social, a trav-és de un modelo y estilo de vida colectivo.•