Chicos judíos de la calle

Al borde del abismo

Jana nació hace poco en Buenos Aires en un hospital público. Su madre, una mujer judía indigente,desapareció después de dar a luz y el hospital la entregó a la jueza de menoresquien la asignó a una institución católica. Nadie sabe cómo la madre llegó a Ieladeinu, el primer hogar para niños judíos de la calle, creado por Jabad Lugavitch, y contó acerca de su hija y que quería que fuera judía. Después volvió a desaparecer. Jabad pidió qu ela niña fuera integrada a Ieladeinu, la Jueza se negó y la institución apeló basándose en la carta de la ONU que da a los niños el derecho a seguir la orientación espìritual de sus padres. Un juez superior acaba de otorgarle la niña a Ieladeinu... La pobreza en el marco comunitario sigue avanzando.

Por Bernardo Kliksberg

Jana, que llegó al mundo sin padre ni madre que se hicieran cargo de ella, tendrá la oportunidad de ser judía y un lugar cálido donde recibir amor. No es un caso aislado. Ieladeinu se inició cuando otro juez recibió seis hermanitos judíos de 6 meses a 13 años también de una madre muy pobre, y consultó a la comunidad si tenía algún lugar para ellos antes de enviarlos a un orfanato católico.
Se estima que los niños judíos de la calle, son hoy mas de 450. Son chicos de familias que la pobreza ha destruido. Algunos han sido objeto de violencia doméstica, otros están en hospitales, en las calles y en reformatorios. Uno fue rescatado de una institución donde había casos de abuso sexual de los niños mayores y donde algunos lo apedreaban gritándole “judío”.
Ieladeinu está dando protección a 150 niños, pero hay otros 300 detectados esperando y surgen nuevos casos a diario. Como el de la madre que dejó dos niños, que vive en un agujero en la pared que alquila por 35 pesos mensuales.
Estos niños son parte de la ola de empobrecimiento, que ha destrozado las bases económicas de la comunidad judía de la Argentina e impactado, en general, en el judaísmo latinoamericano.

Barranca abajo

Ubicada en la pequeña clase media, la comunidad judía de Argentina -de 220.000 personas- tiene una historia llena de grandes aportes al judaísmo. Ha enviado 80.000 personas a Israel y creado una de las mejores redes de educación judía de la diáspora, pero hoy atraviesa por agudísimos problemas. Entre el ´90 y el 2000, 7 millones de personas, el 20% de la población argentina, dejaron de ser estratos medios y se convirtieron en pobres.
Las políticas adoptadas hundieron a la clase media y liquidaron las típicas ocupaciones judías. Cerraron los pequeños comercios y las pequeñas industrias, destruyeron áreas como la textil, muchos profesionales liberales se quedaron sin clientes y castigaron a los jubilados.
Las últimas estimaciones indican que actualmente hay en Argentina 60.000 judíos pobres. Muchas sinagogas se han reconvertido, siendo una de sus principales actividades, dar de comer a la gente. Algunas como la Congregación Bet El, la Sinagoga de Libertad, las 26 Sinagogas de Jabad, la Sinagoga Sucat David, y muchas otras, han creado en derredor suyo redes de protección social. La AMIA está alimentando cada día a 5.000 personas y su Centro Ocupacional (CODLA) recibe miles de pedidos, la mayor parte de profesionales y parejas jóvenes, que no encuentran ocupación (la desocupación general es del 22%).
El Joint, la Fundación Tzedaká y la Alianza Solidaria, en gran labor, han multiplicado sus esfuerzos y llegan a miles de personas. Sino fuera por los alimentos, los medicamentos y las ayudas básicas de todas esas instituciones, que protegen a 30.000 judíos, ellos estarían en la calle.

Los problemas

Toda esta enorme labor en una comunidad empobrecida, que ha debido cerrar muchas instituciones y escuelas, es posible gracias a la labor diaria de 9.000 voluntarios y al gran apoyo recibido de la comunidad judía de Estados Unidos y del Estado de Israel que en fuerte esfuerzo ha multiplicado las oportunidades de emigración para familias judías argentinas.
Sin embargo, todo esto es poco. Las redes sólo llegan a la mitad de los judíos pobres de la Argentina. Se necesita mucha más ayuda. Los cuadros son complejos. Como el que significan las miles de familias judías que están por perder su vivienda por falta de ingresos, han debido hipotecarla para mantenerse, o que no pueden afrontar el pago de la luz y el agua.
Se estima que hay 2.000 familias viviendo en hoteles de una estrella con apoyo de la comunidad o la Municipalidad y amontonados en una pieza. Otro tema es la deserción estudiantil. La escuela judía ha perdido un fuerte grupo de alumnos, a pesar del enorme esfuerzo hecho para becar a todo niño judío. En el campo universitario, la mayoría de los jóvenes judíos que reciben subsidios comunitarios igual han debido dejar sus estudios por la situación. Otro aspecto fundamental es la exclusión social. Las familias sin trabajo, ni recursos, tienden a autoexcluirse de la comunidad. No solo por razones económicas, sino por un sentimiento de “vergüenza” por su situación que los aleja de actividades sociales en general. Ello hace que se esté conformando en Buenos Aires una periferia de judíos alejados de toda actividad comunitaria, cuyos hijos están fuera de la escuela judía, expuestos a la asimilación y a los que es difícil llegar.

Acciones

¿Qué hacer? La única respuesta posible es redoblar la acción.
La ayuda debe lograr cubrir las necesidades básicas de todas las familias judías pobres y, al mismo tiempo, abrir oportunidades productivas impulsando microcréditos, microemprendimientos, reciclaje y otras iniciativas semejantes.
Es imprescindible, al mismo tiempo, fortalecer la educación judía (base de la existencia comunitaria). Se debe hacer un esfuerzo especial por quebrar la exclusión social, hacer sentir a cada judío que debe superar toda vergüenza y reintegrarlo a la comunidad. Para hacer todo ello viable, será necesario seguir multiplicando el voluntariado comunitario, fortalecer las instituciones que prestan ayuda y aumentar el apoyo internacional. La comunidad judía de Estados Unidos y otras comunidades que están cumpliendo deben, sin embargo, aumentar aún mucho más su esfuerzo solidario frente a la gravedad de la situación.
En éstos días se conocieron los primeros casos de niños judíos que llegaron a hospitales públicos en estado de desnutrición, a diario hay familias que se fracturan ante las agudísimas carencias, los chicos judíos de la calle están allí esperando nuestra mano, sin mucho tiempo y casi al borde del abismo.
Las fuentes judías nos reclaman a través de la voz de Hillel: “¿sino ahora, cuándo?”.•