Ideologías antisemitas

Nazis, comunistas e islamistas radicales

La periodista, una joven mujer egipcia, Doua Amer (TV árabe IQRA) es encantadora. Ella comenzó la entrevista exhortando a toda mujer musulmana a observar estrictamente la única religión verdadera. Luego se dirigió a la pequeña Basmalla, de tres años y medio: "¿Conoces a los judíos? "Sí. Son monos y puercos....una mujer judía intentó envenenar al profeta Mahoma". Este es un ejemplo de la educación "piadosa" que los musulmanes radicales dan a sus pequeños hijos.

Por Yehuda Bauer * (Desde Israel)

Los mesianismos

El Islam no es una religión asesina y los musulmanes no son diferentes a los cristianos, judíos, budistas o confucianos. Pero en los últimos 50 años surgió entre ellos una nueva interpretación del Islam, una teología radical que ahora se expande como un cáncer entre los 1.200 millones de creyentes musulmanes en el mundo, o sea en la quinta parte del género humano. ¿De dónde viene? ¿Qué dice?
Existen tendencias conservadoras y fundamentalistas en todas las religiones. Tienden a excluir a otras religiones y alegan que todos aquellos que no comparten la fe «verdadera» van a tostarse en el infierno. Son fanáticos en sus creencias y tratan de convertir a quien pueden a su visión dogmática del mundo. Ellos creen en la interpretación literal y en la verdad absoluta de cada palabra de los textos sagrados.
En el cristianismo están las sectas evangélicas radicales y los católicos de derecha; en el judaísmo, los ultraortodoxos y los fanáticos sionistas-religiosos; en el hinduísmo, los radicales que quieren transformar la democracia hindú en una sociedad hinduísta exclusiva. En el Islam, hay conservadores religiosos como los wahabitas, que en el siglo XVlll crearon la versión religiosa del Islam que domina a la Arabia Saudita moderna.
Los musulmanes radicales son diferentes a los fundamentalistas de generaciones anteriores. Ellos constituyen un fenómeno moderno, creado en Egipto por Hassan el Banna en 1928 y convertido en una ideología extremista por Sayed Qutb, un hombre que pasó algún tiempo en los Estados Unidos y volvió convencido de que el Occidente estaba en total decadencia y que había llegado el momento de que el Islam conquiste el mundo. Qutb publicó sus folletos en las décadas del ´50 y el ´60 hasta que fue ejecutado por el régimen de Nasser en 1966 porque su doctrina era contraria a la existencia de un nacionalismo egipcio y, por extensión, de todo nacionalismo árabe.

El islamismo totalitario

Los islamistas totalitarios y radicales exigen que los actuales estados nacionales árabes se conviertan en estados islámicos gobernados por la Ley Religiosa (Sharia) y no por constituciones, y aún menos por instituciones democráticas que reflejen la voluntad de las mayorías. Los gobernantes serían expertos en la ley coránica.
El objetivo es conquistar al mundo y convertirlo en islámico, y un primer paso importante en la lucha por esta meta es derribar a los régimenes nacionales árabes existentes. El resultado final sería una utopía de una humanidad pacífica y regida por expertos religiosos del Islam.
Qutb también declaró que los judíos son los principales enemigos del Islam por lo que debían ser destruidos. La causa de todo esto podría ser la frustración de una sociedad que no ha podido avanzar con el resto de la humanidad, pese a esfuerzos realizados para alcanzar este fin, debido a sus modelos tradicionales y sus normas culturales rígidas. Por ello, no se ha podido consolidar un individualismo de clase media ni se desarrollaron instituciones democráticas que estimulen el progreso económico y científico. La pobreza masiva resultante de este fracaso llevó a sectores de la intelectualidad y las clases altas a desarrollar el islamismo radical, reclutando militantes para un proyecto totalitario.

Abul Ala el Maududi

Qutb fue seguido por otros, la mayoría de ellos egipcios; sin embargo, uno de los más importantes ideólogos del Islam radical fue Abul Ala el Maududi, un pakistaní fallecido en 1979. Sus enseñanzas se difundieron ampliamente. En Arabia Saudita, el Islam radical se convirtió en un verdadero peligro para la corrupta y absolutista dinastía saudita que fue acusada de traicionar los «verdaderos» valores islámicos. Fue en este caldo de cultivo en el que surgieron Ossama Bin Laden y los 19 terroristas responsables por el atentado del 11 de setiembre.
Los egipcios y la mayoría de los otros radicales son sunnitas. Paralelamente a ellos, la revolución de Khomeini tuvo lugar en el Irán shiíta. Algunos observadores creen que el régimen iraní se encamina hacia una orientación más moderada; sin embargo, también ellos estarán de acuerdo en que los conservadores radicales siguen reteniendo el poder y están decididos a hacer frente con todas las armas de que disponen a todos los intentos de cambiar la política básica del régimen. Los sunnitas y shiítas han colaborado en sus intentos de desestabilizar a Occidente. Pero no hay un centro al cual estos grupos le deban lealtad. Una de las novedades de este fenómeno radica en el hecho de que si bien la ideología es común, la estructura organizativa es difusa. Hay más de una docena de grupos radicales en Argelia y aún más en Cachemira, pero no mantienen relaciones estrechas entre sí si bien se consideran aliados en una causa común. Casi todos reconocen haber sido inspirados por la Hermandad Musulmana egipcia. Hamas y la Jihad Islámica lo reconocen abiertamente.

La conquista del Mundo

El objetivo final de todos estos grupos no es solo, como sostuvieron algunos observadores, la expulsión de las tropas americanas de tierras islámicas, especialmente Arabia Saudita o el aniquilamiento de Israel – aunque sin duda estos son sus blancos inmediatos y los problemas vinculados a ellos son detonantes para actividades islámicas radicales. Pero aún si todas las fuerzas de los Estados Unidos se retiraran e Israel fuera vencido y su población judía aniquilada (y estos son los objetivos declarados de los islamistas) el principal objetivo aún no habría sido alcanzado: la conquista del mundo.

Tres movimientos

En los últimos cien años, tres movimientos de masas plantearon utopías que solo podían ser alcanzadas mediante la conquista del Mundo: el nacional-socialismo, el comunismo y ahora el islamismo radical (no el Islam como tal). Hay enormes diferencias entre los tres movimientos, sin duda, pero también hay algunos interesantes paralelos. Todos desarrollaron ideologías casi religiosas con textos sagrados que fueron seguidos al pie de la letra.
El nacional-socialismo contó con la adhesión religiosa (o incondicional) de mucha gente y sus acciones fueron determinadas por una interpretación literal. El marxismo-leninismo era indudablemente un sistema de creencias «religioso», con textos sagrados. Lo mismo sucede con el islamismo totalitario. Los tres aspiraban o aspiran, a regir el Mundo prometiendo una utopía y un final apocalíptico de la historia. Los tres eran o son genocidas.
Cabe adaptar la famosa frase del historiador británico Lord Acton y sostener que todas las utopías son asesinas, pero que las utopías universalistas, radicales y apocalípticas son radicalmente asesinas.
Los nazis y los comunistas tuvieron como blanco a los judíos entonces, y hoy los islamistas radicales adoptan esa actitud. Pero esa hostilidad revista formas muy diferentes. Los nazis aspiraban a matar a todos los judíos del Mundo. Los stalinistas querían eliminar al pueblo judío como pueblo y exiliar a los judíos soviéticos a Siberia. Osama bin Laden definió sus objetivos en 1998: matar a «judíos y cruzados» (o sea cristianos).

La actitud de Occidente

¿Cuál es la actitud de Occidente frente a estas realidades? Una vez más, parece haber un paralelo. En la década del treinta, había cierta simpatía con los intentos de la Alemania nazi de librarse del «injusto» sistema creado por el tratado de Versalles. Al mismo tiempo, muchos intelectuales creían que el régimen soviético estaba haciendo algo nuevo y positivo y esta forma de pensar se mantuvo durante las décadas del cincuenta y sesenta.
El tratamiento a las minorías, especialmente los judíos, eran consideradas desafortunadas. Pero ¿acaso no hubo excesos en toda revolución positiva? Hoy en día los europeos pretenden ser solidarios con la causa de la lucha contra el terror islámico pero, de hecho, muchos intelectuales y políticos defienden el derecho de los islamistas radicales a luchar por sus objetivos, siempre que no ataquen a Europa y concentren sus ataques en los Estados Unidos, un país que concita un odio casi universal y naturalmente, Israel.
En el pasado, los judíos eran perseguidos como individuos. Ahora es más fácil porque no se necesita ser antisemita; simplemente se puede estar a favor del aniquilamiento del judío colectivo, Israel.
Sería un error considerar que el conflicto palestino-israelí es la causa principal del surgimiento del islamismo radical pero, por otra parte, no es posible ignorar su impacto sobre el islamismo radical. Es un conflicto étnico, que se está transformando en étnico-religioso y como todos los conflictos en el que ninguna de las partes es capaz de obtener la victoria, sólo pueden solucionarse mediante un compromiso al cual, por el momento, las elites de ambas partes se oponen.

Las internas en cada grupo

La sociedad palestina está fragmentada: los islamistas radicales, que aparentemente controlan el 30% de la población, no quieren ningún acuerdo, aspiran al aniquilamiento de Israel lo que implica la muerte de todos sus habitantes. Los israelíes radicales reclaman en forma velada, una limpieza étnica y el exilio de los palestinos, lo que podría implicar matanzas masivas.
El estado islámico que desean los islamistas radicales convertiría a los árabes cristianos en ciudadanos de segunda categoría. Otras milicias armadas se oponen a esto pero se han unido a los islamistas en asesinatos suicidas y en ataques terroristas. Los israelíes han respondido con muertes de civiles (no de manera deliberada pero de cualquier manera, terribles), demolición de casas, toques de queda que impiden una vida normal y la conculcación de los derechos civiles.
El total de víctimas en más de dos años de Intifada es de aproximadamente 2.500. Pero el tema en cuestión no es el número de las víctimas sino el daño causado a ambas sociedades.
Un compromiso político, que en última instancia es inevitable, sin duda ayudará en la lucha contra el islamismo radical, pero no habrá de ponerle fin. El ataque del islamismo radical contra los judíos es un primer paso potencialmente genocida. En última instancia y de manera explícita, como sucedió en situaciones previas similares, está dirigido contra la civilización occidental en su totalidad.
Si por debilidad o por comodidad Occidente no se enrola en una lucha intelectual, económica y política decidida contra el islamismo radical, el precio a pagar, más tarde, será muy alto. Quizás aún más alto que el que hubo que pagar por políticas contemplativas y condescendientes hacia el nazismo o el comunismo. •