Otra Guerra de Desgaste previa. Sangramos. El establishment político militar, simplemente, no entiende que la habilidad de sobrevivir no se basa en la fortaleza de su ejército, sino en la capacidad de reaccionar rápidamente, de crecer vitalmente y de mantener cohesión interna. Tres componentes de La Fuerza que se nos están escapando de las manos.
La carnicería de civiles de un lado lleva a la masacre de civiles del otro, el público israelí en un estado de lavado cerebral que lo lleva a seguir a sus lideres comatosamente…, según Motti lo único que veremos en los próximos años es la utilización de armas no convencionales en el Medio Oriente.
Porque si nos embocan un mega-atentado o usan algún arma de destrucción masiva, no pasará mucho tiempo sin que Israel reaccione utilizando armas no convencionales. Porque acá hay que poner en claro que si no paramos todo esto, se viene un nuevo Iom Kipur (que ya esta entre nosotros).
Hay un nuevo fenómeno de Iom Kipur socio-económico: la brecha social que en el ´92 era de 16:1 ahora es de 57:1. En la última década, Israel pasó de tener una estructura socioeconómica casi americana, a convertirse en una estructura casi nigeriana. Y no vamos a ahondar en detalles porque los argentinos saben de qué se trata antes que los israelíes, tan ensimismados en el conflicto regional que no ven lo que la Aldea Global, y su propia política de Estado, les ha traído de regalo.
Nueva Esparta
Motti Ashkenazi está convencido de la obviedad de lo que ocurre y que la desesperanza es total.
No se olvida que cuando llegó a la frontera con Egipto, se la vió venir y avisó e informó que el enemigo se venía encima, pero nadie lo escuchó. Hasta que al mediodía del Iom Kipur le informaron que la Guerra empezaba. Solo con sus hombres se la bancó como pudo. Un salvaje bombardeo de media hora desgarró a sus jóvenes soldados. Durante seis días mantuvo su posición y sobrevivió.
Pero no se olvida de los cuerpos de sus muchachos de 19 años despedazados. Los gritos desesperados. Los comandantes desorientados al otro lado de la línea, desconcertados, con una sensación de pánico que no olvidará jamás.
¿Qué aprendió en esos días? Que los simples oficiales, los sargentos, los soldados, y no los comandantes, fueron los que estabilizaron la línea, los que, entre la vida y la muerte, supieron reparar los horrendos errores conceptuales de los superiores.
El está convencido que en esta Nueva Esparta, siempre gobernada por ex-comandantes en jefe, la sufrida población, que soporta la carga cotidiana de la actual guerra sin sentido, sabrá sobrellevar el peso de esta falta de liderazgo. El cree en la fortaleza de su gente para cargar con este País Herido. Sin camino y sin guía, continuarán llevándolo adelante. ¿Quién soy yo para decirle que algo no anda en lo que dice?
Sharón gana
Sharón gana porque desde que instrumentó la «Operation Defensive Shield» (una forma elegante para decir que le ponemos las manos en el cuello a los Palestinos), no nos matan tanto, nos matan menos (?).
Porque en la pública confrontación interna del Likud contra Bibi, nuestro Sharón quedó posicionado como un hombre progresista. Un político de centro.
Porque todavía hay quienes piensan que va a obtener una victoria sobre Arafat.
Porque a pesar de su evidente debilidad, todo es vació en el cuerpo político israelí, lleno de clanes que declaman por intereses tribales que esconden la falta absoluta de toda alternativa seria.
La gran mayoría votó a Sharón, capaz de llevar a Israel a la Guerra.
Una democracia loca, cuya Izquierda ya no promete la paz.
Una vida sin sentido
Al final de cuentas lo que importa es que hay centros de poder, hay intereses, hay grupos de confidentes, acomodados, pero no hay una elite política normativa. No hay Criterios, no hay Justicia, no hay nada fundacional que indique como se conducirá la vida social común.
Así que Motti Ashkenazi, que no va a salir elegido primer ministro, tiene algo de razón: un poquito radical, excéntrico y al final le pifia, pero algo de lo que dice es verdad: él representa la gran falla generacional de los israelíes nacidos entre los ´40 y ´50 que supieron sobrevivir a esa gran grieta que no pudieron reparar. Padeciendo el retorno de los traumas de la guerra. Con un sentido del sacrificio que se cae por la hendidura del sin sentido de este nuevo siglo.
Nos dieron «Paz Ahora» y un campo de la paz que no supo ponerse al mando del timón para navegar el destino israelí a buen puerto.
Quizá cada uno de estos políticos de hoy se sienten solos ante el umbral. Solitarios.
Y ante las vísperas de la guerra de 2003, en Israel, cada ciudadano está parado ante la puerta y se siente solo. Una puerta lacrada. Con cerrojo.
Motti Ashkenazi cree en los muchachos, en los soldados rasos, que aguantaron la prueba de las balas y el test de la soledad.
El cree en ellos porque si no se despiertan, entonces no es que la vida estará en riesgo de extinción, pero se convertiría en una vida sin razón, vacía de contenidos, pálida y en sombras, una vida sin sentido. •