La insoportable levedad de la política

Los candidatos

La política es el instrumento insustituible para transformar una sociedad. En la Argentina, la democracia y la política fueron recibidas con alborozo y esperanza en octubre de 1983. Luego de tres elecciones presidenciales, de casi treinta años de aplicación de recetas neoliberales y de la reacción expresada en las jornadas históricas del 19 y 20 de diciembre del 2001, los políticos en general quedaron sepultados bajo las ruinas del modelo económico que gerenciaron a favor de los sectores concentrados. Rifaron la aceptación social de quienes los votaron en favor de las prebendas recibidas de sus mandantes reales. La inviable consigna “que se vayan todos” expresaba con precisión el clima social construido con concentración de riquezas, desindustrialización, arrasamiento de la legislación laboral, desempleo, remate de bienes, exclusión, indigencia, corrupción, indignidades múltiples y un rosario interminable de promesas incumplidas cultivadas al calor de las campañas electorales.

Por Hugo Presman

Todos menos uno

La consecuencia inevitable ha sido el retraimiento del electorado cuya primera exteriorización fueron las elecciones del 14 de octubre de 2000, que marcaron la sentencia anunciada para el deplorable gobierno de Fernando de la Rúa. El 19 y 20 de diciembre se representó en las calles lo que sesenta días antes se adelantó en las urnas. Pero el grito fue disminuyendo su volumen durante el 2002, el cansancio fue horadando la voluntad, los escraches se fueron raleando, las asambleas barriales se fueron reduciendo y los denostados pudieron ir recuperando espacios. En las calles siguen firmes los piqueteros divididos en distintas agrupaciones, como expresión militante de los excluidos que buscan entrar en la sociedad que los expulsó, aunque sea por la puerta de servicio.
El radicalismo y el justicialismo se convirtieron en cáscaras vacías. El grito de diciembre no encontró equipo de sonido que lo potencie y, en forma defensiva, manifiesta su desconcierto y su reticencia ante la patética comprobación que a excepción de De la Rúa, se quedaron todos.

Cuadro de situación

Los candidatos que superan el piso del 10% son Adolfo Rodríguez Saá, Carlos Menem, Néstor Kirchner, Elisa Carrió y Ricardo López Murphy. Todo ello en función de cientos de encuestas intencionadas que se entrecruzan aportando sus trabajos que fogonean la confusión general.
Ubicados en función a la mayor cercanía con relación del establishment, estarían como muy confiables López Murphy y Menem, en el centro Kirchner y poco o nada confiables Carrió y Rodríguez Saá.
El ex gobernador de San Luis y Presidente por siete días encabeza el Movimiento Nacional y Popular, un frente que intenta levantar las banderas históricas del peronismo. Hace pie en sectores obreros, contando en sus filas con Hugo Moyano y Julio Piumato, en algunos sectores de clase media adscriptos históricamente al peronismo y los provenientes del radicalismo desarrollista de Melchor Posse. El arco se completa con la postulación a Gobernador por la provincia de Buenos Aires de Aldo Rico, el militar carapintada de posiciones económicas nacionalistas, con una formación intelectual superior a la media en el ambiente político que queda distorsionada con su énfasis autoritario y su reivindicación confusa de algunos de los aspectos más negativos de la dictadura genocida.
Se exalta permanentemente la gestión del puntano en su provincia, un microcosmos donde se puede abrevar en lo mejor y lo peor del peronismo. Excelentes escuelas y hospitales, un muy buen plan de construcción de viviendas de fácil acceso para la población, grandes inversiones en obras públicas, un importante parque industrial surgido de la promoción industrial que San Luis implementó, con claroscuros. Junto a ello, un manejo en muchos aspectos discrecional y caudillesco, con medios periodísticos monopolizados por el oficialismo y una justicia de dudosa independencia.
Se completa el cuadro del candidato con su febril gestión presidencial que, junto con la proclamación del default, entrelazó visitas a la GGT oficial, la presencia en la Casa de Gobierno de los dos sectores de las Madres de Plaza de Mayo, del embajador cubano, de los piqueteros Luis D’ Elía y Juan Carlos Alderete, el Presidente del Justicialismo Carlos Menem, el periodista Mariano Grondona, entre otras presencias significativas. Sorteó la presión de la UIA solicitando la devaluación y la pesificación, al tiempo que impulsó la implementación de una disminución de sueldos jerárquicos y el intento de venta del parque automotor estatal. Prometió la creación de un millón de puestos de trabajo, el mantenimiento de la convertibilidad y la creación de una tercera moneda.
Su permanencia durante meses al frente de las encuestas fue ninguneada por los medios capitalinos. Sus propuestas de campaña, como la creación de una empresa estatal petrolera y otra telefónica irritan al establishment y acentúan su ausencia en los medios controlados, entre otros, por empresas provenientes de esos sectores.
Carlos Menem ha derechizado aún más su discurso haciendo hincapié en el orden, en la seguridad, en su alineamiento incondicional con Estados Unidos en los “ días felices” de la convertibilidad, del acceso a los bienes en cuotas, y prometiendo como siempre el salariazo y la revolución productiva. Acompañado por casi todos los integrantes de la banda, viene creciendo en las encuestas que sin lugar a dudas no alcanzan detectar al llamado voto vergonzante. El filósofo Baruj Spinoza solía decir que en política “No hay que reír ni llorar, sólo comprender”. Resulta paradójica la presencia viva de quien hace quince meses era prácticamente un cadáver político, paradigma emblemático de la consigna “que se vayan todos”, sinónimo de la corrupción y la entrega, es hoy una divisoria de aguas contra el que apuntan los demás candidatos.
La ficción menemista tiene como contrapartida la Argentina actual, con los “méritos” incalculables que sus sucesores han realizado para convertir al territorio nacional en un mar de pobreza, con algunos pocos enclaves de prosperidad. La pequeña reactivación ocurrida a la vera de la gigantesca devaluación y un incipiente proceso de sustitución de importaciones, mejora la composición de las exportaciones y la actividad industrial pero no repercute en la demanda significativa de mano de obra, sumado a un mercado interno devastado por la caída del salario real, la desocupación y la exclusión.
Néstor Kirchner es el candidato oficial, surgido de las permanentes contradicciones y contramarchas de Eduardo Duhalde, quien nunca dejó de acariciar la posibilidad de sucederse a sí mismo. Enfrentado hace años a Carlos Menem, de quien fue socio político y vicepresidente, escamoteó las elecciones internas por el temor que triunfara el ex presidente y recurrió a un distorsionado método de sub-lemas no acumulativos, especulando con la probable alta oposición que hasta ahora tiene el riojano en la sociedad.
El gobernador de Santa Cruz se presenta como un candidato de centroizquierda en el país, y como un típico caudillo provincial que silencia a la oposición, maneja la justicia, modifica la constitución para la reelección indefinida y neutraliza las críticas en su territorio. Provincia petrolera que vive de regalías y el empleo público, con un electorado equivalente a un poco más que una Plaza de Mayo llena, depositó, por precaución, sus reservas en el exterior. Más allá que la evaluación de ésta actitud merezca, habría que preguntarle al candidato por qué no las utilizó para la creación de emprendimientos productivos.
Su oratoria gélida le cuesta hacer base en los sectores típicamente peronistas. Su inserción en la provincia de Buenos Aires, de mano de la maquinaria duhaldista, encuentra serios problemas de alineamiento. Hizo del antimenemismo su eje de campaña granjeándose cierta simpatía en segmentos de clases medias urbanas “progres”. La designación del turista político Daniel Scioli, que considera a Menem el mejor presidente de la historia argentina le originará un proceso de sumas y restas de dudosa eficacia.
Elisa Carrió repite algunos de los vicios sistemáticos de la centroizquierda mediática. De buena formación intelectual parece más hábil para la denuncia que para la construcción de una organización política de carácter horizontal. Ha ido paliando la carencia de propuestas que se le criticaba, pero se acentúa la propensión de un partido exclusivamente centrado en su persona. Su actuación en la comisión de lavado, el informe final, que más allá de algunos errores, desmenuzó los mecanismos de saqueo del país, su enfrentamiento en soledad contra el otorgamiento de poderes extraordinarios a Domingo Cavallo son hitos indudables de su gestión parlamentaria. Su base de sustentación son las clases medias urbanas y carece de inserción en los dos extremos de la pirámide social. La elección de su candidato a vicepresidente, el conservador Gustavo Gutiérrez, que sostiene en el orden económico una política de ajustes más profunda que la de López Murphy -al que apoya su partido- parece una de las contradicciones a la que es tan propensa la política argentina que pone la luz de giro a la izquierda, pero dobla a la derecha.
Ricardo López Murphy transita las trilladas ideas aplicadas en los últimos treinta años. Ministro de Defensa del gobierno de la Alianza, donde pasó a ser un representante de los uniformados ante el gobierno, tuvo un brevísimo paso por el Ministerio de Economía donde aplicó las ideas que sostuvo desde la tribuna de F.I.E.L. Su farmacopea se reduce a achicar el Estado, combatir el gasto público, y someter a la sociedad al ajuste perpetuo.
Son tan bárbaros que si se dedicaran a la medicina combatirían las enfermedades matando los enfermos. En Bariloche, ante las comunidades indígenas, creyó oportuno reivindicar a Roca. Su inserción se produce en el tradicional electorado de la UCEDE y de Acción por la República de Cavallo, aquellos sectores que comparten las ideas pero no la acumulación de Carlos Menem. En una segunda vuelta, seguramente, arriarán sus escrúpulos morales y votarán al riojano.

La insoportable levedad política

El que despliega una campaña más alejada de la centralización antimenemista es Adolfo Rodríguez Saá.
Los candidatos con ciertas posibilidades no enfrentaron al modelo neoliberal cuando se presentaba como exitoso.
Los índices de pobreza de las provincias a que pertenecen, o han gobernado los candidatos, supera a la media nacional con la única excepción de Santa Cruz. Los políticos presentados como “nuevos”, Carlos Reutemann y Daniel Scioli, se caracterizan por su ahistoricidad y pragmatismo. El santafesino tiene más dudas que Hamlet o De la Rúa, una indefinición que pretende disimular desde una presunta equidistancia.
Daniel Scioli es el típico político pasteurizado que alquila, sistemáticamente, su presunta ejecutividad gerencial. Roberto Lavagna propuesto por Duhalde como candidato a vicepresidente para Néstor Kirchner, fue presentado como un “héroe nacional” por simular no compartir las exigencias del FMI. Pero, abierto el paquete, las cadenas lucen la brillantez acostumbrada.
Caminando por los senderos de la levedad que ingresa en el territorio del ridículo, Leopoldo Moreau proclamado candidato presidencial del radicalismo está destinado a hacer la peor elección en la historia del más que centenario partido. Impertérrito anuncia que estará en el ballottage.
Influenciado por un delirio de optimismo, Alfredo Bravo del socialismo democrático, asevera lo mismo. Al director técnico de Olimpo de Bahía Blanca no se le ocurriría declarar que jugará la final del mundo de clubes de fútbol en Japón. Prudente, sólo puede vaticinar que intentará hacer un buen campeonato.
En el páramo de la levedad, es posible que Kirchner no levante vuelo y la segunda vuelta sea entre Menem y Rodríguez Saá. Pero estamos en la Argentina. Donde hace dieciocho meses, el ultra flexible y pragmático cultor de la mano dura, Carlos Ruckauf, era el posible candidato presidencial más votado y hoy va modestamente como tercer candidato en las listas del duhaldismo bonaerense. En éste caso la levedad terminó siendo un acto de justicia. •