“Hace unos meses hicimos un ejercicio de salvataje en caso de terremoto” comenta Amit Spinrad (13 años) uno de los alumnos del “Herzlía”. “Entonces nadie le prestó atención, porque quién va a pensar que habrá un terremoto acá. Pero hoy, los chicos entraron en pánico a pesar de que saben que se trató de una práctica. Mañana puede ser un misil real, químico o biológico y no convencional”.
Un visitante casual difícilmente entendería la extraña sensación que se vive en Israel en febrero de 2003. Los expertos en asuntos militares -entre ellos el ex jefe de la Fuerza Aérea israelí Abíhu Bin Nun- explican que la capacidad militar de Irak es -indiscutiblemente- mucho más reducida que en 1991; que la capacidad militar de los Estados Unidos es muy superior y más sofisticada; que Israel posee sistemas antimisiles que no poseía en la anterior Guerra del Golfo, y recibió la promesa -de los americanos- que en la primera etapa de los ataques que realicen a la zona occidental de Irak -desde donde fueron disparados 39 Skuds contra Israel entre enero y febrero del ´91- será “limpiada”.
La vida
Mientras tanto, los preparativos oficiales y los llamados del premier Ariel Sharón a un gobierno de unidad “por el peligro de la guerra con Irak”, lanzan a los israelíes a pertrecharse de comida, litros de agua mineral, linternas, pilas, nylon y cinta para sellar puertas y ventanas en refugios caseros.
Shirly y José Zaidemberg, ella uruguaya y el argentino, con 25 años en Israel, ya vivieron una Guerra de misiles en 1991 en el barrio Kfir, a unos pocos metros del lugar donde explotara el primer Skud que cayera en aquella Guerra que nadie olvida. “Tenemos un refugio en el edificio, pero también tres pisos sin ascensor que bajar, por lo que voy a volver a sellar con nylon la pieza y que sea lo que Dios quiera”, dice Shirly a Nueva Sión.
Shirly, preferiere que de caer un misil sobre su edificio, sea químico por que uno lleno de explosivos derribaría la estructura.
Los noticieros anuncian los planes de las compañías aéreas extranjeras para anular sus vuelos a Israel en el momento en que comiencen los ataques a Irak. Las compañías israelíes -El Al, Arkía e Israir- decidieron realizar una cadena aérea que lleve ciudadanos israelíes de la zona centro del país -que sería el “blanco” preferido de los misiles Skud iraquíes según la experiencia vivida en el ´91- a la ciudad de Eilat en el extremo sur del país, o a ciudades de Europa donde miles de israelíes evitarán la experiencia de pasar horas con las mascaras en el rostro y viviendo su angustia en refugios sellados.
Sara Mibashan, una médica de origen argentino que trabaja en un consultorio del barrio Hatikva que sufrió el castigo de los Skuds en 1991, marca claros signos de tensión general: “hay más solicitudes de remedios antidepresivos y tranquilizantes, vemos todo tipo de enfermedades con origen en la preocupación. Cuando una paciente me dice que las paredes de su casa son de yeso y chapa, está claro que la indicación de armar un “refugio familiar sellado” no es relevante, y pensar en correr 300 metros con tres o cuatro chicos en medio de la noche hasta el refugio público, naturalmente tiene de qué preocuparse”.
En las últimas semanas, el servicio de Defensa Civil distribuyó millones de manuales con todas las instrucciones acerca de los preparativos y comportamiento deseado antes y durante el supuesto ataque iraquí (almacenamiento de víveres, la forma de preparación del “refugio sellado” y cuál es la señal para inyectarse la dosis de atropina contra gas “nervioso”).
Este manual de 52 páginas fue traducido a varios idiomas, entre ellos al “Amhari”, el idioma de los inmigrantes de Etiopía -que recibieron también explicaciones especiales dada la distancia cultural con la cultura occidental-.
Otro idioma al que se decidió traducir dicho manual -a diferencia del ´91- es el castellano, dada la ola inmigratoria argentina, en la que llegaron 6500 personas durante el 2002 y cerca de 15.000 desde la anterior Guerra del Golfo.
“Acá hay algunos inmigrantes que ya escucharon dos y tres veces las explicaciones de Defensa Civil acerca de las máscaras y el resto de las precauciones a tomar” comenta Silvia Dukelski, hablando y comportándose como una veterana a pesar de los sólo 10 meses que lleva en el país.
Silvia, que como profesora de Historia Judía manejaba el hebreo ya en la Argentina, está hoy encargada de servir de “puente” entre las autoridades educativas y los nuevos inmigrantes argentinos y latinoamericanos en Beer Sheva (una de las ciudades preferidas por los nuevos inmigrantes).
“Se dieron explicaciones en los centros de absorción, en los cursos de hebreo y en los salones de la Organización de Inmigrantes Latinoamericanos (OLEI). Me parece que hay quienes asisten a estas conferencias más para tranquilizarse que para agregar conocimientos”. En el centro de absorción de Raanana, cerca de 400 inmigrantes argentinos y uruguayos interrumpieron durante unas horas el aprendizaje del hebreo para “estudiar” cómo se coloca la máscara antigás o cómo y cuándo inyectarse la atropina. Si bien el ambiente en las aulas parecía de sonrisas y bromas, difícil era ocultar la preocupación y el nerviosismo.
Claudia Iadlin, que llegó hace dos meses junto a su marido -Gaby- y sus hijos, ya retiró las máscaras adecuadas para cada uno de ellos. Llegaron a Israel sabiendo de la posibilidad de una guerra que nadie ocultó cuando realizaron los trámites de aliá: “venimos de un país con una crisis económica, social y de seguridad personal a otro con sus propias crisis. Hay que elegir qué crisis pasar y dónde tratar de realizar nuestro futuro. Nosotros elegimos -plenamente concientes- vivir en Israel”.
El día después
La mayoría de los israelíes ven en Sadam Hussein una amenaza vital y por eso esperan que comience el ataque norteamericano, si es que es inevitable. Las empresas postergan inversiones para “después de….”, Ciudadanos postergan planes de viaje “para después de…” y Emilio afirma que tiene que hacer un caro tratamiento odontológico, pero decidió postergarlo para después de la guerra, “a ver si no vale la pena y endeudo a mis herederos inutilmente…”. •