Puntuaciones en condicional para una invitación al diálogo

Pensar la comunidad como red implica la apertura de todo debate, sin restricciones, al sentido del ser judío hoy en la Argentina y en el mundo, renunciando a narrativas únicas, hegemónicas y excluyentes.
Por Bernardo Blejmar

Amiut Iehudio Peoplehood, en lengua inglesa, parece ser desde hace algún tiempo un giro lingüístico que alude al sentimiento, la percepción de unidad en la diversidad que teje en clave de comunidad al pueblo judío más allá del territorio  y de la expresión que habite.
La idea detrás de la palabra, creo yo, es la asunción de un finde ciclo en el devenir del sionismo tradicional que incluía el eterno sueño del retorno a la tierra de Israel como LA única manera de sumarse al pueblo judío en su normalización territorial si no se pertenecía a una congregación religiosa.
La asunción de un centro en Israel y una diáspora vivida como transitoria y no deseada se expresaría así por fuerza de los hechos en este posmoderno siglo XXI en un sentimiento , una identificación colectiva como pueblo, a partir de su religión en algunos casos, de su historia y cultura en otros, que contendría si así lo quisieren sus miembros al colectivo del pueblo judío independientemente de la elección de su lugar de residencia y obviamente incorporando las diferentes expresiones de su ser parte.
La, las diásporas, dejarían de ser la expresión de una “anormalidad” histórica para constituirse en elección de vida sin resignar el tejido identitario del pueblo judío.
Probablemente el aludido giro lingüístico y las reestructuraciones que connota estén más ligados a las tensiones y agendas existentes entre Israel y la comunidad judía de Estados Unidos, que juntos reúnen a más del 80 % de la población judía en el mundo.
Sin embargo, la propia enunciación interpela a las relaciones entre Israel y las distintas comunidades judías del mundo como es el caso de la Argentina.
Sin duda que Israel, más allá de sus eventuales y transitorios gobiernos, como Estado se mantendría en esta escena como un eje ineludible en el sentimiento y compromiso identificatorio en tanto aspiración, sueño de retorno a la tierra perdida que épicamente mutó en destellante realidad a partir de la creación del Estado en 1948.
Justamente la distinción entre Gobierno y Estado amplía las posibilidades de acuerdo y disensos coyunturales con tal o cual política gubernamental sin riesgo de declinar su legitimación como Estado.

Rizoma comunitario
Como en el Rizoma de Gilles Deleuze y FelixGuattari, desde esta perspectiva, habría nodos de una red cuya complejidad fatiga la idea de centro y periferia. Israel no dejaría, por peso y relevancia su lugar de referencia ineludible en esa virtual red.
Aludiendo al diseño organizacional de la comunidad judía en Argentina, la pertenencia de origen, propósito o valores a la misma, excedería, por cierto, la cartografíade sus mapas institucionales, serían miembros de la misma los que voluntariamente se perciben pertenecientes  a ella más allá de registrar  una afiliación institucional o no.
Por cierto, la población de la comunidad Judía en Argentina se la consideró por años y tradicionalmente como aquella enrolada en sus instituciones y hoy tal vez ese mismo concepto de Amiut sería aplicable a su devenir organizacional.
En ese sentido, la inclusión de sus miembros reconocería el:
1-Fungir la pertenencia judía a partir de una afiliación institucional (centro comunitario, escuela, comunidad religiosa, etc.).
2- La pertenencia de aquellos que no se ven incluidos en ella y sin embargo se perciben y sienten como.  parte de esa.  comunidad (¿acaso sería una condición para el judío Woody Allen. por ejemplo. saber a qué institución pertenece para darle el crédito como tal, o al músico Daniel Barenboim o en su momento a nuestro Tato Bores?).

Voces plurales de lo judío
Sería tarea, entonces, de esas mismas instituciones que la calidad de sus proyectos, discursos y acciones resulten atractivas y se constituyan en convocantes, si así se lo proponen, para esos Otros fuera de las instituciones sin culpas ni reproches.
Tal vez, una condición de borde para esa calidad enunciada podría ser la apertura de todo debate sin restricciones al sentido del ser judío hoy en Argentina y en el mundo, renunciando a narrativas únicas, hegemónicas y excluyentes.
En la idea de la comunidad como red no habría así lugar para el modelo de entes centrales que representen hegemónicamente la voz de “los judíos“ de Argentina, al respecto cada institución, agrupamiento o persona posee, se lo den o no, la libertad de expresar las opiniones como le parezca con el sólo cuidado de no arrogarse sesgadamente la representación de un colectivo que no decidió otorgarla, a menos que explícitamente se la valide por un agrupamiento transitorio y específico que seguramente será parcial mas allá de cualquier numero.
Las instituciones, las organizaciones no son dispositivos con garantía de perpetuidad, responden a misiones situacionales marcadas por el tiempo y las características del contexto, y en sus ciclos vitales pueden perder sentido si cambian las condiciones  del tiempo y el contexto que les toca vivir. Pueden re inventarse, cambiar o dignamente declarar el cierre de su ciclo de vida o -por el contrario no deseable- permanecer burocráticamente careciendo ya de aquel sentido de origen.
De ahí que la potencia y fuerza de cada voz institucional, de grupos o de personas, estaría dada por la consideración de su credibilidad a partir de los indicadores que el medio social y político elija para abrir su escucha y otorgarle relevancia.
Tal vez no habrá voz judía única sino refrescantes, tensas y plurales voces judías en Argentina cuando se quiera adoptar posiciones que impliquen a lo judío, al vínculo con Israel o a todo tema que incluya la agenda de derechos humanos en su más amplio dominio en la defensa de toda causa que abogue por una sociedad sin discriminaciones y más justa, tal el legado aprehendido de la historia vivida y sufrida del pueblo judío. Defensa de los derechos humanos y oposición a toda discriminación que es, en lo personal, mi mayor fuente de identificación al colectivo judío.
Algún episodio vergonzante que se ha vivido hace poco tiempo con un “representante“ de un llamado ente central daría cuenta más que de un hecho aislado del síntoma del agotamiento de un sistema que ya registra suficientes signos ominosos en su cercana historia para ser interpelado en su misma continuidad.
Si la altura de una organización(o comunidad) es directamente proporcional a la altura de su agenda, de los temas y problemas que elija desafiar y a la altura de su liderazgo, ¿será tiempo de abrir nuevos debates a tal vez no tan nuevos problemas?
Después de todo, diría Albert Einstein, hay cierta locura en querer cambiar algo haciendo siempre las mismas cosas.