Escritos inéditos de David Efrón

Adamas y otros ensayos polémicos

En  base a una recopilación realizada en conjunto por su hija Gabriela y su biógrafo, se pudieron condensar en un libro una serie de textos inéditos del filósofo argentino David Efrón, reconocido a nivel internacional por sus aportes en un abanico de disciplinas que van de la psicología hasta la antropología, pasando por la economía política y la semiología, y también, en particular, por su pertinaz militancia antinazi.
Por Juan Gimeno *

Ahora que al fin se pudo publicar el libro de David Efrón, cuyo título es Adamas y otros ensayos polémicos, corroboro aquella metáfora tan cierta como recurrente del libro-hijo. Claro que en mi caso, como improvisado editor, lo mismo que para Gabriela Efrón, su hija, nos cabe el lugar secundario de parteros que ayudan a que ocurra lo inevitable. Esa figura que domina la portada, con sobretodo y sombrero, mirando irremediablemente hacia la izquierda del lector, destacándose de la bruma que va elevándose junto a uno de los puentes del Sena, es David Efrón, quien hace algunos meses era sólo un dato intrigante en la transcripción de una conferencia de Fernando Gorriti, el primer médico en aplicar el método psicoanalítico en Buenos Aires.
Estaba siguiendo los pasos de un joven Efrón que había residido dos años en Europa gracias a una beca de la Universidad de Buenos Aires, para poder fundar a su regreso el primer laboratorio de psicología en la Facultad de Filosofía y Letras. Caminaba a tientas cuando la fortuna me acercó a la buena voluntad primero y luego al entusiasmo de Gabriela Efrón, que me permitieron descubrir a un héroe de nuestro tiempo, al que será necesario adosarle el epíteto de auténtico para diferenciarlo de aquellos otros que corren detrás de una pelota, transitan glamorosos la pasarela o languidecen en las pantallas.
Su regreso de Europa lleno de sueños duró solo unos meses, ya que debió escapar a Estados Unidos para salvar su vida, luego de participar en la fallida Revolución Radical de 1932 contra el régimen fraudulento de Agustín P. Justo. Recaló en New York, en el Departamento de Antropología de la Universidad de Columbia, presidido por su maestro Franz Boas. Desde allí se sumó a la lucha en contra del avance del nazifascismo en el mundo, por lo que fue reconocido por el diario alemán National Zeitung, el que refiriéndose a una supuesta conjura judeo-marxista, aseguraba: “Su padre espiritual es un judío de nacionalidad argentina, el profesor David Efrón, que parece ser el presidente de la Liga Panamericana y del comité contra la propaganda nazi en Nueva York”. Aunque el efecto más perdurable tal vez haya sido su tesis (Gesture and Environment. New York: Kings Crown Press. 1941. También Gesto, raza y cultura. Buenos Aires: Nueva Visión. 1970) para desmentir las afirmaciones del racismo científico acerca de que los gestos, entre otras conductas, estaban exclusivamente determinados por la herencia.
El personaje de la portada mira fijamente el título como si se reflejara en un espejo. Su tipografía es roja, el color que tiñe a los que padecen el desasosiego de la injusticia. En mayo de 1933, Efrón le escribe una carta epifánica a Ricardo Rojas, poco antes de que el exrector fuera detenido en la cárcel de Ushuaia. Comentando los vaivenes argentinos, le confiesa: “Se está asistiendo al conflicto dramático entre las fuerzas desmoralizadas del privilegio y las tendencias, todavía caóticas, de la masa desheredada que ha comenzado a sublevarse. No se trata tanto de una situación creada por la divergencia de dos partidos cuando de una crisis creada por la lucha despiadada de dos clases”.
Si bien no es aceptado como soldado para combatir en la Segunda Guerra Mundial, algunos documentos lo ubican participando de misiones clandestinas contra el Eje. Y una vez finalizada la contienda, ya como funcionario estable de la Organización Internacional del Trabajo, bregará por la consolidación de la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL) y sacudirá la burocracia del organismo al incorporar entre sus objetivos la protección e integración de las poblaciones indígenas y tribales, a través de la creación, entre otros, del Plan Andino, que incluyó también a la Argentina hasta 1976.
La búsqueda bibliográfica iba localizando artículos y libros olvidados que aportaban a la antropología, la economía política y la semiología, incluyendo una edición argentina de teatro filosófico (Los pestíferos gerifaltes, Buenos Aires, Plus Ultra, 1973) que sería su última entrega antes de su fallecimiento en 1981, en la cual aunaba dos de sus rasgos más destacables: el humor y la erudición. Cuando Gabriela me comentó que su padre había dejado un borrador terminado, y que pesaba sobre ella la promesa de publicarlo, en ese momento el libro inició su trabajo de parto: habría un prólogo de Gabriela comentando las peripecias de la edición, luego la biografía de David a mi cargo y al final una indispensable bibliografía definitiva. Y en medio de toda esta información, brillarían sus cinco ensayos polémicos.
Se trata de filosofía pura y dura, pero su intención no es arrobar al lector o resolver el enigma del sexo de los ángeles. El autor se planta frente a los grandes principios del pensamiento transformador, pero no para rendirles pleitesía ni para desbaratarlos, sino para interrogarlos críticamente desde el mismo lado de la brecha. En El vuelo de Caliban, subtitulado Sobre la síntesis retrogresiva de la historia, dedicado a “los profesionales del optimismo ideológico”, alerta sobre la gravitación negativa de las regresiones y los movimientos circulares en el devenir social, así como en el carácter abstracto y vacío de la noción de un progreso lineal indefinido. Y se define como un “optimista trágico” siguiendo a Engels, cuando reconoce en su Dialéctica de la naturaleza que “la historia tiene su propio ritmo y en última instancia sea cual fuere su curso dialéctico, a menudo la dialéctica la tiene que esperar por largo tiempo”.
Tampoco en Minerva duplex, ensayo sobre la cara salvaje de la razón, aleteará como las mariposas sino que preferirá el lugar del tábano socrático; ya que “acaso no quepa una ingenuidad más peligrosa que la del iluminista que cree que porque Dios ha creado la luz, el Diablo no puede utilizarla con provecho”, dirigiéndose a quienes “conciben la razón como una categoría inmaculada y eterna más allá de las determinaciones de la historia y la geografía”. Recordándole de paso a los que entienden que el Holocausto fue la irracionalidad en su máxima expresión, la carta de 1919 del propio Hitler en la que aseguraba que el antisemitismo meramente emocional conducía a pogroms ineficaces, en tanto que el antisemitismo “basado en la razón” era el único método adecuado para “eliminar a los judíos en su totalidad”.
Para completar este breve repaso no puede obviarse Adamas, ensayo que da nombre al libro y el más extenso y documentado. Efrón entiende por adamismo a una ideología que a través de los siglos ha ido tomando diferentes modos “tendientes a mistificar las reivindicaciones de los explotados y los oprimidos mediante fórmulas abstractas relativas a la igualdad, la libertad y la fraternidad universales con las que se concilian en forma mitológica las contradicciones reales de la sociedad”: esencialismo, humanismo político, psicología social, socialismo racional, antropología económica, socialdemocracia europea y hasta feminismo (este último a pesar de haber firmado su texto en 1981).
Una última curiosidad tiene que ver con que se trata de una edición no comercial de libre acceso desde el sitio online Archive.org.
Gabriela me comentaba que su padre estaría feliz con este formato, en una sociedad que convierte en mercancía hasta lo más sagrado. Luego de coincidir con ella, agregaba que sería toda una señal que alguien arriesgara a producir una edición en papel, siguiendo la frase del autor en la página de las dedicatorias: “Aunque no florezca la higuera…”.

* Biógrafo de David Efron. Profesor especializado en educación de adultos.