Para Sol, mi hija
Santiago, vos dijiste refiriéndote a la DAIA, que te cagabas (sic) en su capacidad de extorsión. Suponte que yo también. Te preguntaste “¿O a ver si creen que hay que ir a rendirles pleitesía?, ¡Pedazo de payasos!”. OK, te lo tomo, no me representan -y después del affaire color esmeralda “payasos” les queda chico-. Vociferaste que no te arrodillás ante ellos (ante la DAIA), pero que sí estás dispuesto a hacerlo “ante el último humilde de esta tierra que está padeciendo y que está sufriendo el hambre, el dolor y la desatención de un gobierno insensible, cruel y virreinal”. Arrodillarme, te la debo, pero comparto. Sí. Este gobierno es eso. Los catalogaste (a la DAIA) como “ese grupo que ustedes integran de representantes de intereses queno son los dela Nación Argentina”. Bueno, te diría que no hace falta ser miembro de la dirigencia judía para serun cipayo, pero considerando su adhesión absoluta a un gobierno que sólo tiene para con el pueblo ajuste y represión (no sé si mis nietos serán judíos, endeudados van a estar seguro) qué sé yo, es polémico, aunque -muy en condicional- podría aceptarlo.
Pero hay un problema.
También dijiste que “mientras el gobierno viaja a Israel. ¿Qué les prometiste? ¿El Plan Andinia? ¿Eh? ¿Entregar la Patagonia a cambio de unos miserables dólares? ¿Cuál sería la promesa que te lleva hasta Israel, Mauricio?”.
Y yo ya sé Santiago Cúneo, que estuviste en el MODIN, y que fuiste candidato por Cambiemos en el 2015, (faltan algunos caramelos en ese frasco ideológico-político). Sin embargo también sé que en tu programa decías un montón de cosas con las que acuerdo y que me representan, porque yo también digo “Patria sí, Colonia no” y digo “Liberación o Dependencia” y “Justicia Social”. Y no soy gorila, y creo que el peronismo fue algo bueno que le pasó al país, y sé –como militante del campo nacional y popular- que para construir hegemonía, la base social tiene que ser lo más amplia posible, y entonces me la banco (a un D´Elíaponele,y a muchos más). Hasta que me tiran con el Plan Andinia por la cabeza. Y no me importa tanto Santiago lo que vos dijiste. Lo que me importa, lo que me duele y me asusta, es que se te condenó muy poco, casi nada, desde la vereda por la cual yo marcho. Y en esa vereda… ¿cuántos hay que piensan que quiero invadir la Patagonia?
ESE, es el problema.
Sin embargo, hay algo que tengo muy claro. Yo pertenezco al campo nacional y popular, entre otras cosas, por mi ADN judío.
(Ojalá hubiera escrito la necrológica de Philip Roth, es menos doloroso).
Entre el Nac&Popómetro y el Judeómetro
Se ha escrito mucho sobre la existencia o no de una esencia revolucionaria del judaísmo. Recomiendo con fervor “Redención y utopía.El judaísmo libertario en Europa Central” de Michael Löwy, “Los marxistas y la cuestión judía” de Enzo Traverso y “Ser judío” de León Rozitchner. Se ha investigado también sobre el Movimiento Obrero Judío en Argentina (hay dos tomos del Centro Marc Turkow). Sobre la participación de judíos en los movimientos de liberación nacional: “Radicalización política y juventud judía. Cuando camino al kibutz vieron pasar al Che” de AdrianKrupnik, o “Sin punto y aparte” de Shlomo Slutzky (un film imperdible que relata la búsqueda de los compañeros de Shlomo de la tnuá, hoy desaparecidos).
Tal vez llegó el momento de invertir la mirada. De dejar de pensar en el aporte del pueblo judío a las utopías y luchas revolucionarias y empezar a pensar en ese coágulo antisemita que nunca se disuelve en la sangre de los grandes movimientos populares.
Y lo que es más difícil, pensarlo desde adentro, quedándose ahí. Con los pies metidos en ese plato lleno de barro, que es el barro de la historia. De la judía, de la argentina, de la latinoamericana. Sin renunciar a ninguna identidad, a ninguna tradición de lucha. Y sobre todo, sin regalarle esa reflexión a la derecha, (anuestra derecha, la judía).
Ni el Nac&Popómetro bobo que te mide cuánto sionismo tenés en sangre, ni el Judeómetro (bobo también), que te mide el autoodio si te corrés medio milímetro del discurso único comunitario.
Con les chiques en Limud
Fui a Limud por primera vez en el 2008 como disertante, volví diez años después como asistente.
El título de la mesa era por demás sugerente: “Jóvenes, política y judaísmo”. Tres militantes de tres fuerzas políticas: Nuevo Encuentro, Patria Grande y Cambiemos; los tres con educación judía y experiencia en ámbitos comunitarios (una militante del PO no pudo asistir, una pena).
La experiencia fue impecable; el nivel del debate, brillante.
Había algunos señores y señoras grandes, pero básicamente había chiques. (A partir de ahora, lenguaje inclusivo, porque al patriarcado se le gana –entre otras formas- en el terreno ideológico por excelencia; el del lenguaje. Y además, si pudimos pasar de “obscuro” a “oscuro” y de “septiembre” a “setiembre”; esto debería ser muy fácil para todes, ¿no?)
Tanto les grandes como les chiques dijeron lo que tenían para decir:
Les grandes (mirando fijamente a les chiques de Nuevo Encuentro y Patria Grande) dijeron:
“Ustedes dicen que Israel es un Estado fascista” (medio segundo antes ambos militantes habían dicho que reconocían el derecho del pueblo judío a tener su Estado en el marco de fronteras seguras, que es lo que pensamos todes). Y después, les señores grandes dijeron “Porque acá mataron a Nisman” (Era una fija).
Un señor menos modo Bonadío pero másjorgelanatizado estaba muy preocupado por la grieta, a pesar de que el tenor de las exposiciones fue respetuoso de verdad. (¡Ay señor! La grieta está en la génesis de toda sociedad, que siempre tiene intereses contrapuestos y la política es –precisamente- administrar ese conflicto).
Pero hete aquí, que les chiques (mirando a los tres pero un poco más al de Cambiemos) dijeron:
“¿Sale la media sanción para el aborto legal, seguro y gratuito?” (Y cabe destacar que el de Cambiemos estaba a favor). Y dijeron: “Estaría bárbaro que en los ámbitos comunitarios hubiera charlas como la que estamos teniendo”.
Y yo miré a les chiques, y pensé en mi hija de 13, con su pañuelo verde, que no se pierde una sola editorial de Bercoen C5N, y mientras otreschiques un domingo a la tarde están durmiendo la fisura del sábado, esteschiques estaban en una mesa política en Limud. Chiques que quieren saber de qué se trata, pidiendo transformación, pidiendo leyes, pidiendo debate en las escuelas de la red, en los cursos de madrijim, en las socio-deportivas, pidiendo que en sus instituciones se escuche algo más que un coro cantado al unísono. Pidiendo -en síntesis- política.
Y son judíes y son argentines, se sienten interpelades por la realidad nacional, por la realidad comunitaria. Enfrentarán y resolverán sus contradicciones -o tal vez no – como lo hicimos -o no- nosotres.
Ojalá podamos acompañarles en ese camino.
La Selección volvió sin victoria de Rusia. Pero decididamente acá hay un sub-20 muy interesante.
* Psicoanalista UBA, militante de Nuevo Encuentro