La relación entre los judíos de la Argentina y el moderno Israel antecede al propio Estado ya que comenzó cuando éste era un proyecto. En consecuencia, y aunque en pequeñas cantidades, desde antes de la independencia de Israel hubo quienes emigraron desde la Argentina hacia el Mandato Británico en Palestina para construir allí el Estado Judío. Cuando en 1947-49 Israel libró su Guerra de Independencia contó entre sus filas con 600 soldados voluntarios llegados desde América Latina. No sabemos cuántos de ellos lo hicieron desde Argentina pero al menos uno dejó su testimonio por escrito: José Itzicsohn -quien hasta días antes de su reciente muerte aportaba sus lúcidas ideas a las páginas de Nueva Sión-, contribuyó con su cuerpo a las páginas de la historia judeo-argentina-israelí empuñando un fusil como sargento durante esa lucha. Su libro se llama “Una experiencia judía contemporánea”.
A pesar de lo anterior, la llegada de argentinos a Israel siguió siendo relativamente baja durante los primeros 15 años del Estado Judío. Hacia 1963 alrededor de 3000 personas provenientes de Argentina habían emigrado a Israel para sumarse a los esfuerzos de su población, que por entonces se contaba en menos de 2 millones. Sin embargo, en 1963 se dio por primera vez una emigración masiva, en términos relativos, de argentinos hacia Israel. En un contexto de inestabilidad económica, sucesivas crisis políticas caracterizadas por la proscripción del peronismo y las interrupciones del proceso democrático, la ola de atentados antisemitas que se extendió por dos años luego de que el Mossad secuestrara al criminal nazi Adolf Eichmann convenció a miles de argentinos de buscar su destino en Israel.
Sólo durante 1963, más de 4.500 personas hicieron la ardua mudanza, que por entonces se hacía principalmente en barco, atravesando el Río de la Plata, el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo. Probablemente, la mayoría de ellos se hubiese definido a sí mismo como de clase media, siguiendo un patrón argentino mediante el cual prácticamente el país entero se niega a reconocerse rico o pobre. Sin embargo, eran trabajadores y artesanos con escasos capitales propios. Su inmigración a Israel puede estudiarse en el reciente libro de Sebastián Klor “Between Exile and Exodus”. Un barco se transformó en el símbolo de aquella inmigración desde la Argentina, fue el Flaminia, de bandera italiana, que partió el 5 de marzo de 1963 llevando en un sólo viaje a 720 personas desde Buenos Aires, Montevideo y Rio de Janeiro hasta Haifa.
La década del sesenta fue una época de rápidas transformaciones globales. Al calor de la Guerra Fría, Israel vivía bajo la amenaza de distintos regímenes árabes mientras intentaba llevar adelante una economía basada en la sustitución de importaciones. La Argentina estaba ya avanzada en aquel modelo pero no encontraba la manera de que su economía creciese sin sobresaltos y conflictos sociales. El plan económico del régimen de Onganía causó mucho daño a los sectores medios y las economías populares. En especial, su ley de entidades financieras destruyó la red de cooperativas que brindaban créditos a tasas inferiores de las ofrecidas por los bancos y en la cual descansaban mayormente las instituciones de la comunidad judía. Por eso, en sus cartas, los emisarios de la Agencia Judía en Buenos Aires estimaban que durante 1966 habría una ola emigratoria hacia Israel similar a la de 1963. Eso no sucedió. En cambio, ese año se caracterizó por el regreso de muchos argentinos al país del Plata porque alrededor de la quinta parte de los llegados a partir de 1963 se encontraron en una situación muy vulnerable cuando la economía israelí entró en recesión en 1966. Ese año muchos navegaron de regreso, saliendo esta vez desde Haifa hasta atracar en Buenos Aires. Los barcos que hicieron ese trayecto cargados de retornados que la ideología sionista llamaba peyorativamente yordim (los que descienden) fueron varios ese año.
El Buque Jerusalem
Un viaje en particular atrajo la atención de la prensa y fue documentado extensamente en cartas y reportes que se conservan en el Archivo Central Sionista. El 1 de Septiembre de 1966 el buque Jerusalem partió de Israel. La prensa afirmó que 400 sudamericanos, la mayoría argentinos, estaban regresando a sus países de origen. La Agencia Judía desmintió esa información aduciendo que se trataba de 50 pero puertas adentro manejaba una lista de “retornados oficiales” que casi triplicaba esa cifra. Si tenemos en cuenta que el viaje duraba tres semanas y que en su gran mayoría se trataba de personas a las que no aguardaban ni vivienda ni trabajo, podemos imaginar que el clima a bordo era de tensión y malestar. Tal es así que durante el viaje se mantuvieron asambleas entre los retornados para discutir la experiencia que estaban protagonizando. Como resultado de aquellas redactaron una “Carta abierta al pueblo de Israel de los yordim a bordo del Jerusalem” en la cual criticaban a la Agencia Judía, agradecían a la sociedad israelí y aseguraban que volverían a Israel. Sin dudas, algunos de ellos regresaron, ya que estudios de la época aseguraban que al menos un 4% de quienes dejaban el país volvían luego de cinco años. Al mismo tiempo, pude comprobar, cotejando la lista de pasajeros de aquel barco, que algunos de estos retornados estaban dejando Israel y retornando a la Argentina por segunda vez. Es decir, había ya casos de gente que había intentado emigrar a Israel dos veces.
Fueron muchos quienes regresaron desde Israel durante la década del ‘60. Entre todos ellos hubo una joven madre recientemente separada que intentó rehacer su vida en el país de los judíos, por eso, entre los retornados de entonces hubo un niño que hoy es escritor y se llama Marcelo Birmajer.
Más de 60 mil inmigrantes
Los argentinos siguieron emigrando a Israel y parte de ellos regresó a la Argentina. La última vez que esto sucedió de manera masiva fue durante la gran crisis Argentina del 2001. Israel ha sido muy exitoso en cuanto a la absorción de inmigrantes en general y de los argentinos en particular. Más de 60.000 argentinos emigraron desde 1948 hacia Israel. Quienes regresaron lo hicieron llevando consigo el idioma hebreo, nuevas costumbres, ideas y conocimientos con los que contribuyeron a la Argentina. No hay un solo ámbito de la vida nacional en el cual no se pueda encontrar a alguien que vivió en Israel. Es en parte por esto que las relaciones entre Israel y la sociedad argentina son sólidas y estrechas.
Este artículo es parte de una investigación para mi tesis de doctorado. Espero continuar esta historia en otra edición de Nueva Sión y agradeceré enormemente a quien quiera contribuir con mi investigación aportando documentos, fotos o testimonios de su experiencia en Israel.
* Candidato a Doctorado en Historia. Universidad de Tel Aviv.