Ataques de EE.UU. contra Siria

Mensajes de Trump al mundo

El ataque de Estados Unidos a Siria debe leerse como una inversión a futuro: Trump sabe que ya no puede cambiar la realidad en Medio Oriente, tampoco parece importarle mucho hacerlo.

Por Damián Szvalb

Con una frase en su discurso del último sábado post ataque, Trump lo dejó claro: “No hay sangre americana suficiente para lograr la paz en Oriente Próximo… el destino de la región está en manos de su propia gente”. Por eso, y a pesar de la acción militar, Putin y los iraníes seguirán dibujando el destino de Siria. El control de esa región ya se lo había cedido Barack Obama a Putin y a Irán cuando decidió desengancharse de la brutal guerra en Siria.
Entonces, ¿qué buscó el presidente estadounidense con esta intervención, la segunda durante su mandato? El objetivo parece haber sido mandar varios mensajes, tanto a amigos como a rivales, sobre lo que puede llegar a venir. El principal destinatario es el presidente ruso. Trump parece advertirle a Putin que los tiempos en que hacía lo que quería, sea en Crimea o en Medio Oriente, están llegando a su fin. “No hay que confundirse”, parece decir Trump: sacar los 2.000 soldados de Estados Unidos que quedan en Siria no significa que Estados Unidos vaya a dejar impunes la violación de lo que él, y sus aliados, consideran líneas rojas. O mejor dicho, no permitirá que se pongan en riesgo sus intereses.
Si Trump hubiese querido cambiar las relaciones de fuerzas en Siria, las características del ataque, teniendo en cuenta la abismal supremacía militar de Estados Unidos, hubiesen sido otras, indudablemente de consecuencias devastadoras. Las advertencias antes de los bombardeos y los objetivos elegidos revelan claramente que Trump buscó, más que exhibir la aplastante superioridad militar de Estados Unidos, mostrar decisión política a la hora de marcar límites en la agenda internacional. Es lo que Occidente necesita frente al crecimiento político de líderes como Putin.

Otro dato clave para tener en cuenta en esta misión militar es la participación europea. Francia y Gran Bretaña se unieron a Estados Unidos sin timidez, a pesar de que en sus países no está muy bien visto estar cerca de Trump. Estos gobiernos no esperaron ningún trámite parlamentario para autorizarla. ¿Estarán convenciéndose que es necesario “flexibilizar” los sistemas democráticos para poder ponerle límites a Putin?
Hasta ahora ha sido muy evidente que es Putin quien marca el ritmo de la agenda internacional. Le resulta fácil: decide y actúa. Es pura acción que contrasta fuertemente con la quietud de Occidente. Emmanuel Macron parece decidido a cambiar esta imagen, y por eso se habría embarcado en la primera acción militar internacional de su mandato. Su jugada es audaz y riesgosa: está buscando llenar un vacío de liderazgo que hasta ahora fue muy bien aprovechado por Putin. Theresa May, por su parte, utilizó este ataque para fortalecer su oposición a Rusia, disparada por el incidente con el ex espía ruso Sergei Skripal.
También fue un mensaje para sus aliados en la región que ahora estarán un poco más tranquilos de lo que estaban con Obama. Fue oportuno el momento elegido por Trump para mostrar musculatura. Tanto Israel como Arabia Saudita se estaban preocupando cuando se enteraron que Trump había decidido, pocos días antes, retirar los soldados de Estados Unidos que quedan en Siria.
Israel tiene claro que la permanencia de Al Asad en el poder le trae pésimas noticias. Quizá le hubiera gustado una acción más aleccionadora sobre Al Asad e Irán. Tendrá que conformarse con esto. Ahora tiene pegada a su frontera a su enemigo principal: Irán hace lo que quiere en Siria, sobre todo a través de Hezbollah. Para el gobierno de Bibi Netanyahu será ineludible entrar otra vez en guerra con ese grupo terrorista. Confía que, llegado el caso, Trump no lo dejará solo. Habrá que estar atento.

Arabia Saudita, por su parte, intenta convencer a propios y extraños que su proceso de reforma política, económica y, sobre todo, religiosa, va en serio. Sin embargo no deja de apuntarle a sus principales rivales: los iraníes. Saber que Trump está dispuesto a intervenir en la región lo tranquiliza.
Trump apuesta a futuro. Busca recuperar el liderazgo político de Estados Unidos en la agenda internacional. El tiempo dirá si este tipo de acciones militares “quirúrgicas” le sirven para disimular su inexperiencia en política exterior y disciplinar a presidentes como Putin, que saben muy bien cómo moverse en este mundo caótico.