Nació en Concordia (1924), cursó el bachillerato en el Colegio Nacional de la ciudad entrerriana, y frecuentó en la infancia y adolescencia la zona de las colonias agrícolas judías de la provincia natal, donde su madre ejerció la medicina rural.
Sus padres, inmigrantes rusos, se radicaron en Concordia en 1911 , donde el padre ingeniero fue jefe local de Obras Públicas. Oriunda de Ucrania y graduada en medicina en Zurich, la madre de José Itzigshon a los 26 años hizo su primera experiencia en el hospital de Colonia Clara y Villa Domínguez, bajo la dirección del legendario Dr. Noé Yarcho; además ejerció brevemente en colonia Narcise Leven, La Pampa . Muchos años después, Itzigshon recordará el relato materno de su trabajo abnegado en el centro asistencial de Villa Clara y también en otras colonias de la JCA, oyéndole contar la gesta del Fondo Comunal de Villa Domínguez, cooperativa agrícola además de biblioteca, centro cultural y a cargo de la asistencia médica regional.
Mientras cursaba el secundario en Concordia, los años 1937-1941 fueron cruciales en la formación de la identidad judía del futuro intelectual comprometido con el antifascismo. Aquellos años marcaron tempranamente al adolescente José, quien conoció la hostilidad de sus compañeros del colegio y los sobresaltos imprevistos del curso de la guerra europea, que repercutían a nivel local. El joven estudiante hizo el aprendizaje del antisemitismo en las aulas del colegio donde sus compañeros, mayormente hijos de familias españolas, franquistas y profascistas de clase media alta, con la complicidad de los celadores hostigaban al reducido número de alumnos judíos. Pero en el colegio, José también conoció la solidaridad de compañeros antifascistas y pro Aliados que enfrentaron a la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios entrerrianos. Muchos años después, Itzigshon recordará en textos autobiográficos escritos en Buenos Aires y Jerusalén que la hostilidad antijudía no se limitaba solamente al colegio sino a agresiones en “la calle, la plaza y lugares de esparcimiento”.
Las noticias del comienzo de la Shoah a fines de 1942 envalentonaron a los antisemitas locales, y José recordará incluso el panfleto que llamaba a “exterminar a los judíos y a hacer jabón con ‘su grasa ranfañosa’”.Pero recordará asimismo haber participado en la autodefensa juvenil judía en Concordia y el coraje de contraatacar. Durante aquellos años fatídicos, la vivencia de la Shoah se grabó indeleble en la memoria judía del joven bachiller entrerriano a través de dos episodios: vio refugiados judíos fugitivos europeos cruzando clandestinamente el río Uruguay, guiado por un criollo baqueano de Concordia; además, participó del memorial organizado en 1944 por la Unión Israelita local para honrar “la memoria de los mártires judíos de Transilvania”.
No sorprende, pues, que la fuerte conciencia de desgracia nacional del pueblo judío en la posguerra haya sido decisiva para el joven estudiante de 5to año de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata, quien a los 24 años decidió irse a luchar por la independencia del Estado de Israel. José Itzigshon partió en junio de 1948 a la Palestina hebrea combatiente, junto al contingente de voluntarios MAHAL de 43 países , a fin de ser incorporado al batallón 92 de hispanoparlantes en la Brigada Oded, que luchó para defender al Estado judío recién nacido contra la invasión de siete ejércitos árabes. Previamente, los 45 jóvenes voluntarios latinoamericanos (27 argentinos, entre ellos José) habían desembarcado en Le Havre, y fueron conducidos en Marseilles a un campo de entrenamiento militar. Allí, él y sus compañeros por primera vez fueron shockeados por las huellas de ignominia, al ver esos hacinados sobrevivientes del universo concentracionario que esperaban su reasentamiento desde los campos de refugiados en el sur francés.
Veinte años después, el ya reconocido profesor e intelectual judío argentino comprometido con su tiempo, publicará en clave biográfica y generacional su seminal libro testimonio: Una experiencia judía contemporánea (Paidos, 1968). El libro no sólo registra su experiencia personal y la de aproximadamente 400 voluntarios latinoamericanos que participaron en las filas de Tzahal hasta mayo 1949, antes de regresar a Buenos Aires: también es un valioso testimonio de las profundas impresiones vividas con los árabes que el voluntario de Mahal conoció en Nazareth y de aquellos que vio huir de la aldea árabe Tarshiha, Galilea noroccidental. Desde entonces, Itzigshon no cejará de escribir y promover la reconciliación árabe-judía, misión que lo condujo a militar junto con otros intelectuales en el Movimiento Argentino por la Paz en el Medio Oriente.
Bregar por la paz durante años de la Guerra Fría fungió también en Argentina de mito movilizador en la praxis de militantes y académicos del PC, al cual Itzigshon estuvo afiliado como uno de los destacados intelectuales comunistas argentinos durante quince años, hasta el estallido de la Guerra de los Seis Días. En esa época, el Dr. Itzigshon no sólo fue uno de los fundadores y profesores titulares de la carrera de Psicología en la UBA; además se destacó entre los primeros psiquiatras comunistas que desarrollaron en Argentina psicoterapias neurofisiológicas pavlovianas, junto con Juan Gervasio Paz, Antonio Caparrós y Juan Kusnir. (ver Luciano N.García, La Psicologia por Asalto, Bs. As., 2016).
La desilusión de Itzigsohn
Ahora bien: la disidencia ideológica primero, y los anuncios que culminarían con su expulsión del PC después, habían ido creciendo tanto por el posicionamiento de Itzigshon contrario a la línea oficial del partido respecto del sionismo equiparado con el imperialismo, como por su rechazo a que juzgaran el conflicto árabe-israelí con las anteojeras totalmente proárabes del Rakaj (el partido comunista judeo-árabe israelí, línea Moscú), y sus frontales criticas al antisemitismo soviético y en países del Este, que sus camaradas calificaban de “traición”. Precisamente el citado libro Una experiencia judía contemporánea narra la profunda desilusión de Itzigshon de las posiciones de Moscú, y reflexiona lúcidamente sobre el lugar que tuvo la cuestión nacional judía en su ruptura ideológica definitiva con el comunismo.
A partir de este nuevo rumbo en su trayectoria intelectual e ideológica, Itzigshon se convirtió en uno de los mentores de la flamante agrupación y periódico Voz Libre (Fraie Shtime) junto, entre otros, con los disidentes Arnoldo Liberman, Carlos y Moisés Polak, Bernardo Treister, José Bleger, Simón Lewinthal, Nachman Dreschler. Políticamente, Voz Libre (Fraie Shtime) compartía la línea del Partido Comunista israelí disidente Maki, liderado por Moshe Sneh, respecto del conflicto árabe Israelí, y era muy sensible a la cuestión nacional judía. Consecuentemente, en 1969 Itzigshon apoyó el ingreso de la nueva agrupación no sionista en sendas instituciones centrales judías de la comunidad, la DAIA y AMIA, y fue consultado en diversas circunstancias críticas del país.
Hasta el Golpe Militar de marzo 1976 el compromiso de Itzigshon con el Movimiento Argentino por la paz en Medio Oriente lo condujo a estrechar filas con intelectuales del Mapam local y Nueva Sión (Leon Peretz, Perla Peretz, Bernardo Kliksberg, Moshe Roith, Nahum Solominsky), a fin de expandir sus actividades mediante la colaboración de intelectuales destacados locales (Sergio Bagu, Oberdan Calleti, Abelardo Castillo, Norberto Rodríguez Bustamante, Bernardo Kordon).
Fiel a su historia
La elección de exiliarse a Israel en 1976 junto con su esposa, la antropóloga Sara (Chola) Minuchin y sus dos hijos, José (Pepe) y Dani, no fue casual. Así culminaba una trayectoria de distintos rumbos de José Itzigshon, siempre fiel a sí mismo y a su preocupación por la causa nacional judía en varios de los derroteros históricos que le tocó atravesar.
En Jerusalén tuve el privilegio de continuar una amistad iniciada en Buenos Aires con Guga y Chola Itzigshon. En Jerusalén tuve el honor de poder presentar algunos de sus nuevos ensayos históricos de tema judío (Tras las huellas de Ashkenaz, Buenos Aires, 1989) y originales reflexiones de historia de la cultura mundial (La marca de Abel: apuntes para una historia de la noción de humanidad, sus avances y retrocesos, Buenos Aires, 2004).
Desde su arribo, junto con otros exiliados argentinos, como su vecino Ismael Viñas, fue en Jerusalén donde Itzigshon ejerció de terapeuta muy respetado, ofreciendo también asistencia profesional a numerosos exiliados latinoamericanos. Aquí escribió un estudio pionero: Los inmigrantes latinoamericanos en Israel, aspectos clínicos, y fue aquí en esta ciudad binacional donde cofundó la Asociación de Trabajadores de Salud Mental en Lengua Hispánica de Israel, conjuntamente con Dr. Silvio Gutkowski.
En su actuación pública Israelí, Itzigshon conoció y fue valorado no únicamente por académicos locales, también por dos líderes muy respetados del Mapam-Kibutz Artzi y del campo de la izquierda: el político Victor Shem Tov, ex ministro de Salud Pública y ex diputado, y por Yair Tzaban, antiguo miembro del Maki, antes de trabajar para cofundar una liga de izquierda israelí para las elecciones en la Histadrut y en la Knesset donde fue diputado durante varios años.
Y, finalmente, fue aquí en Jerusalén donde el Prof. Itzigshon enseñó por poco tiempo en un hospital de la Facultad de Medicina una especialidad en psiquiatría; y aquí fue donde se hizo conocer internacionalmente, e invitado durante trece años consecutivos a dictar cursos de posgrado en la Pontificia Universidad de Salamanca.
La muerte de este brillante intelectual comprometido nos ha dejado huérfanos no sólo entre sus amigos y colegas que lo queríamos aquí en Israel: también la ausencia de sus concisas y agudas colaboraciones en Nueva Sión y en otros periódicos judeoargentinos se ha de sentir muchísimo tiempo.
¡Bendita sea su memoria!