Kinder Iorn/Mizmor shir, de Enrique Grinberg

Parte del mar

¿Cómo transmitir a nuevas generaciones una pasión que el presente insiste en teñir de pasado? Esa parece ser la pregunta que motiva la producción discográfica de Enrique Grinberg, que acaba de editar su segundo CD “Kinder Iorn/Mizmor shir” (2017), luego de “Basavilbaso, shteitele di main” (2015).
Por Leo Naidorf

“Mientras miro las nuevas olas, yo ya soy parte del mar”
Mientras miro las nuevas olas/Serú Giran

Fiel a su estilo, Enrique Grinberg no está dispuesto a responder sólo a la pregunta que pareciera motivar su segundo CD. A su lado, como fiel ladero va Matías Linetzky en la dirección artística y los arreglos, y por detrás un conjunto de músicos invitados de diferentes extracciones, que se reunieron para darle mayor brillo a la propuesta.
Se trata en este caso de una obra dividida en dos partes. La primera, bajo el nombre Kinder Iorn (Los años de la niñez), es la representación más tradicional de un legado: su abuela, sus padres, su hermana y sus sobrinos son protagonistas excluyentes en su doble rol de voces cantantes y destinatarios principal de este legado.
En Kinder Iorn se compilan canciones que en sus versiones líricas funcionan como imaginarias canciones de cuna en idish, español y hebreo. La propia Kinder Iorn; la Canción de Cuna, de Alberto Ginastera; y La vida es bella, de Ajinoam Nini, forman parte de este repertorio.
La segunda parte, Mizmor shir (Salmos y cánticos), compila alguna de las piezas más populares de la jazanut clásica, aquella que se proponía reunir en un mismo pentagrama los textos de la liturgia judía con las formas de la música clásica.
La jazanut logró que los textos originalmente religiosos se autonomizaran de su función original y pasaran a ser parte del acervo cultural del pueblo judío. Esa disociación permite que hasta el más agnóstico pueda disfrutar de canciones que en su traducción al español se conocen como Cántico de dedicación al Templo, Escucha a Di-s, Estos son los preceptos o Señor del mundo.
La producción discográfica que está encarando Enrique Grinberg (en los créditos preanuncia un tercer disco) encarna lo mejor del culturalismo judío. Una propuesta que se corre de la antinomia religión/cultura para construir senderos que se bifurcan hasta el infinito, generando y promoviendo nuevos sentidos.
Y como ya se ha dicho, una parte fundamental en este proyecto lo tienen los invitados. Allí aparecen el director de orquesta israelí Ronen Nissan, una leyenda del Teatro Colón como la pianista Susana Cardonnet, el Trío Linetzky (compañeros de ruta en esto de abordar los legados), el baterista Daniel Frenkel y dos reconocidos jazanim como Abraham Szmirewicz y Oscar Fleischer. Completan el violín de Elena Buchbinder, el piano de Erick Haimovich y Guillermo Gutkin junto a los infaltables Javier Weintraub, Matías Tchicourel y Víctor Garelik, primeros compañeros de Grinberg en el canto.