En el mes de diciembre de 1988, un grupo de aproximadamente 70 mujeres judías de diferentes corrientes religiosas y de diferentes países que asistían a un congreso en Jerusalén, decidieron realizar un rezo en el Kotel de la misma manera halájica en la que estaban acostumbradas en las comunidades en las cuales eran activas participantes. Como en la sección del Kotel destinada a las mujeres no existen los implementos necesarios para llevar a cabo la lectura de la Torá, ellas trajeron una mesa plegable y una Torá, y rezaron todas juntas en voz alta, algunas cubiertas con sus talitot. El rezo transcurrió pacíficamente hasta el momento en que abrieron la Torá para leerla. En ese momento, mujeres y hombres, de uno y otro lado de la mejitzá (pared de separación entre ambos sexos), comenzaron a gritar, a insultarlas e incluso a amenazarlas. A pesar de ese ambiente hostil y violento, ellas lograron completar la lectura de la Torá. Incluso el propio rabino ortodoxo que en ese momento estaba a cargo del Kotel en nombre del gobierno de Israel, el rabino Iehuda Getz z»l, dijo a una mujer que reclamaba por lo que veía: «Déjenlas terminar. De hecho, ellas no están haciendo nada fuera de la Halajá (la ley religiosa judía)».
A partir de ese momento, sorprendidas por la hostilidad recibida por parte de gente de su mismo pueblo por el sólo hecho de querer rezar en uno de los lugares más sagrados para todos los judíos de la misma manera en la que ellas lo hacían regularmente, un grupo de mujeres israelíes decidió seguir el ejemplo de esa primera experiencia e iniciar la lucha por los derechos de todos los grupos de mujeres judías de poder rezar juntas, cubiertas con talitot y leyendo de la Torá en dicho lugar sagrado. Así surge el grupo «Nashot HaKotel», «Las Mujeres del Muro», que se reúne cada Rosh Jodesh, inicio del mes judío, para rezar en el Kotel.
Desde aquellos días y hasta hoy, durante dichos rezos estas mujeres son constantemente víctimas de actos de violencia física y verbal, especialmente causados por grupos ultraortodoxos. Por esa razón, ya en el año 1989 varias de ellas reclamaron a la Corte Suprema de Justicia de Israel un arreglo que permita el rezo de mujeres con talitot y lectura de la Torá en el Kotel. En un principio, la Corte dio un plazo de seis meses al Gobierno para responder a esa petición. Mientras tanto, fue emitida una orden de prohibir a mujeres rezar en el Kotel con talitot y Torá. En los largos años que lleva este caso, el plazo dado al Gobierno para proponer una solución fue extendido una y otra vez, por lo tanto muchas mujeres fueron llevadas detenidas por ir a rezar con talit al Kotel.
En el año 1998, una comisión especial es nombrada para buscar una solución para el conflicto. Dicha comisión propuso que Las Mujeres del Muro pasaran a rezar en el área conocida como «El Arco de Robinson», la parte sur del Muro Occidental, conocido como el parque arqueológico Davidson. Como suele ocurrir, en lugar de ofrecer una solución justa en el lugar del conflicto –en este caso en el Kotel- a quien reclamaba sus merecidos derechos y alejar a los violentos, la solución propuesta fue retirar del lugar del conflicto al grupo que hacía el reclamo, protegiendo a los agresores.
En los años siguientes, los movimientos masortí y reformista de Israel se unieron a la lucha de Las Mujeres del Muro, no sólo para apoyar los derechos de toda mujer judía a rezar libremente en el Kotel, sino también para agregar a la misma el reclamo de los derechos de todas las corrientes religiosas judías a rezar según sus respectivas costumbres –por ejemplo, mujeres y hombres juntos, sin divisiones- en dicho lugar sagrado.
El comienzo de un cambio
Luego de años de muchas idas y venidas en los juzgados, donde prevalecía la idea de «respetar los sentimientos de los que van a rezar al Kotel», considerando como tales sólo a los grupos ortodoxos, un gran cambio ocurrió en el año 2013 cuando, luego de que cinco mujeres fueran detenidas por la Policía israelí por usar talit en el Kotel, el Juez Moshé Sobel sentenció que dichas mujeres en realidad no causaron molestias en el lugar; que la forma «aceptada» de rezar en dicho lugar sagrado para todo el pueblo judío hay que determinarla de manera pluralista y no sólo según la costumbre ortodoxa y, por lo tanto, que no hay razón alguna para prohibir a mujeres rezar allí según su costumbre. Desde aquel momento, mujeres pueden rezar en el Kotel con talit y tefilín, sin ser detenidas por la Policía.
Sin embargo, el tema del uso de la Torá en la sección de mujeres sigue siendo un problema. El rabino Shmuel Rabinovitch -quien está a cargo de los lugares sagrados, entre ellos el Kotel- prohibió el ingreso de rollos de la Torá al Kotel. Esta prohibición es válida tanto para mujeres como para hombres. La diferencia es que en la sección de los hombres hay cientos de rollos de la Torá disponibles para su uso, mientras que del lado de las mujeres no hay ni uno solo. Es más, cuando en una ocasión un hombre pasó uno de esos rollos de su sección a Las Mujeres del Muro, otros hombres ultraortodoxos entraron a la sección de las mujeres para arrebatarlo con violencia. Además, en los horarios en que Las Mujeres del Muro rezan, una barrera policial es colocada especialmente a dos metros de la pared que separa a ambas secciones para evitar que otro hombre vuelva a pasar una Torá a las mujeres. A pesar de todos estos inconvenientes y de los invasivos y exhaustivos controles que sufren Las Mujeres del Muro cada vez que llegan al lugar, -hasta el punto de que los guardias de seguridad les piden que se abran los abrigos y que se levanten las ropas para ver que no ocultan nada-, en los últimos meses ellas han conseguido ingresar una Torá para poder realizar sus rezos de manera completa.
Otro gran cambio ocurrió en septiembre del año 2013, con la construcción de una nueva plataforma –en teoría provisoria, pero que dura hasta hoy- en la parte sur del Muro Occidental, en el área del parque arqueológico Davidson, frente al «Arco de Robinson», donde anteriormente se había sugerido que fuera el lugar de rezo de Las Mujeres del Muro. La idea propuesta por el Presidente de la Agencia Judía (Sojnut) Natán Sharansky, fue llevada a la práctica por el entonces Ministro de Religión Naftalí Bennett. El área se conoce como «Ezrat Israel». En la misma se pueden llevar a cabo ceremonias igualitarias, donde toda la familia puede rezar y celebrar junta el Bar o el Bat Mitzvá de sus hijos e hijas sin separaciones, cada uno y cada una según su costumbre, con talitot, tefilín y lectura de la Torá. Si bien se trata de un lugar público, abierto todos los días del año y bajo mantenimiento del Gobierno, los rollos de la Torá y los libros de rezos que existen en el lugar pertenecen al Movimiento Masortí (Conservador), quien administra la reserva de los mismos sin costo alguno. Actualmente, se llevan a cabo allí más de 800 ceremonias por año y decenas de miles de personas llegan a rezar allí anualmente.
El giro histórico que aún no pudo ser
Pero la mayor decisión, que podría haber llegado a ser histórica y revolucionaria, se firmó en enero del año 2016. Luego de tres años de conversaciones entre representantes del Gobierno israelí, de la Agencia Judía (Sojnut), de los Movimientos Masortí (Conservador), Reformista, Mujeres del Muro y del rabinato ortodoxo a cargo de los lugares sagrados, donde todas las partes tuvieron que hacer consesiones dolorosas, se llegó a un acuerdo para la existencia de una tercera explanada en el Kotel en el lugar que es hoy «Ezrat Israel», donde mujeres y hombres podrían rezar juntos, según su costumbre. La misma estaría administrada por representantes del Gobierno, de la Agencia Judía y de los Movimientos Masortí (Conservador), Reformista y Mujeres del Muro. El Estado otorgaría financiamiento para el desarrollo físico de la explanada y luego destinaría una partida presupuestaria fija cada año para su administración (presupuesto significativo aunque mucho menor que el destinado a la otra parte del Kotel).
Pocos días después de haber sido aprobado el proyecto, los medios de comunicación ortodoxos comenzaron a atacar los acuerdos logrados, los ministros ortodoxos se echaron atrás en lo que habían firmado, grupos de jóvenes ortodoxos ultranacionalistas empezaron a llegar a «Ezrat Israel» para molestar con violencia a las familias que celebraban sus ceremonias de manera igualitaria y la aplicación de este proyecto nunca comenzó. En junio de 2017, casi un año y medio después de la aprobación del proyecto, en un debate arrebatado que ni siquiera aparecía en el orden del día, el Gobierno de Israel decidió congelar este proyecto. A partir de esta decisión se desató una tormenta pública y estalló una gran crisis en las relaciones entre el Gobierno israelí a cargo del Primer Ministro Netaniahu y los judíos de la Diáspora, en su mayoría identificados con los Movimientos Masortí (Conservador) y Reformista.
Un conflicto que es religioso y es político
El 31 de agosto de 2017, la Corte Suprema de Justicia instó al gobierno de Israel a llevar a cabo el proyecto, considerándolo la mejor solución y el mejor acuerdo a los que probablemente se podrá llegar en este tema tan conflictivo. Esto da una pequeña esperanza, aunque aún no es una solución concreta.
El conflicto del Kotel no sólo es religioso, sino también político. La lucha por los derechos de las mujeres y de las diferentes corrientes religiosas por rezar en el Kotel según sus respectivas costumbres, refleja también la lucha por el pluralismo religioso judío en el Estado de Israel, donde el monopolio del judaísmo está en manos de un determinado grupo ultraortodoxo –que no representa a la mayoría del pueblo judío, ni siquiera a la mayoría de los ciudadanos israelíes- que tiene el poder de decidir cuál es la única forma de vida judía religiosa «aceptada oficialmente» en el Estado de Israel, cuál es la única manera judía de rezar considerada válida, cuál es el único sello de Kashrut válido en el país, cuál es la única forma según la cual debería casarse una pareja judía y quién tiene la autoridad de determinar quién es judío y quién no en el Estado de todos los judíos, entre otras cosas. Todo esto gracias el poder político que le brinda el mismo gobierno israelí.
Esperemos que la llegada del nuevo año nos traiga renovadas fuerzas, esperanzas y concreciones a quienes creemos que hay diferentes maneras de ser judío, que todas ellas deberían ser respetadas y, por lo tanto, luchamos todos los días para que cada judía y cada judío pueda vivir su Judaísmo, a su manera, con total libertad en el Estado de Israel.
* Nacida en Paraguay, fue ordenada Rabina en el Seminario Rabínico Latinoamericano Marshall T. Meyer en el año 2000. Desde noviembre del 2005 vive en Jerusalén, donde trabaja en la Comunidad Masortí del barrio de Beit Hakerem y en el Movimiento Masortí (Conservador) como Coordinadora de casamientos, conversiones y de «Ezrat Israel», la parte igualitaria del Kotel. Participa regularmente en los rezos y actividades de Las Mujeres del Muro.