Reflexiones en Rosh HashanĂ¡

El juicio como resistencia al presente

Las Altas Fiestas rompen la concepción del futuro como renovación -que no es sino la repetición de lo mismo- porque piensa el tiempo desde la ética
Por Pablo Dreizik *

En una línea de un breve pero crucial texto, escrito en 1934 –es decir contemporáneamente a la emergencia del nazismo-, Emmanuel Levinas dirigía su más radical rechazo filosófico y político a lo que él denominaba allí la concepción del fait acommpli, la concepción del “hecho consumado”. Efectivamente, en el texto “Algunas reflexiones sobre el hitlerismo”, de 1934, Levinas identificaba la razón última del nazismo y el fascismo en la visión del mundo en el que la temporalidad se exhibía como un encadenamiento causal, inevitable y fatídico al que estábamos entregados. Esta temporalidad fatídica comportaba el elemento trágico de l’irréparable, de un pasado que no podía ser modificado y del futuro que no se podía controlar.
Para Levinas estas características formaban parte de un repertorio de ideas que, conjugando elementos del paganismo y la tragedia griega, culminaban en una creencia mágico-fascista de la realidad.
Aun así, la mera postulación del futuro como un tiempo de renovación capaz de romper el círculo trágico-destinal del fait acommpli parece un argumento débil. El mero futuro como renovación no deja de pertenecer en sus múltiples versiones (de Heráclito a Bergson) al mundo griego y, en todo caso, sus versiones más audaces -como en Heidegger con su tiempo abierto a toda posibilidad- quedan aún prisioneras del tiempo de lo Mismo y la repetición.
Es por eso que la diferencia de lo que Rosh Hashaná trae en relación a la temporalidad pagana y cristiana es su ruptura con lo que Levinas denomina en su texto sobre el nazismo de 1934 “la melancolía del eterno fluir de las cosas” (la mélancolie de l’éternel écoulement des choses). Melancolía que, en su lectura política, culmina en concepciones fascistas o acríticas de la realidad.
Rosh Hashaná, precisamente, rompe el tiempo eterno pagano de la renovación porque piensa el tiempo desde la ética. No dejar pasar el tiempo, no dejar que ningún instante sea indiferentemente intercambiable por otro, que el paso de tiempo no prescriba nuestros crímenes diarios: todo ello significa en términos éticos que el tiempo no pasa sino que nosotros pasamos por él, si y sólo si nos es éticamente permitido.

* Filósofo. Docente e investigador de la Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras.