542 personas ¿son muchas personas, o son pocas personas? Si las comparamos con las 8.000 que hicieron aliá durante 2001 y 2002, solo el 5%; comparadas con las 1.500 que lo hicieron durante 2003, más de un tercio.
La estadística es una disciplina auxiliar de otras ciencias, que sin el contexto adecuado carece de valor: sus resultados son utilizados de acuerdo a la necesidad del que los interpreta. Ahora, bien: ¿interesa si fueron 1.000 ó 500? ¿No sería más saludable preguntarle a cada familia, a cada persona, el por qué de su ida, el por qué de su vuelta?
Si somos una comunidad que siempre se dijo humanista y preocupada por cada uno de sus integrantes, 542 son multitud. Si decimos que Israel debe ser el centro de la vida judía, ¿lo debe ser más allá de las coyunturas felices o infelices, del triunfo o la derrota?
Deberíamos considerar si contestar es sinónimo de negar y si hablar, discutir y explicar son antónimos de hacer. El lenguaje no es una abstracción encerrada en si misma: es a través del lenguaje que anunciamos las acciones que desarrollaremos en el porvenir.
Ante contextos dinámicos (Argentina, Israel, el de cada uno de nosotros), ante tantas “realidades” diferentes, sería interesante hablar, dialogar para -a partir de nuestras palabras- hacer y, si es necesario, “rehacer” el futuro que nos prometimos.