Netanyahu, un regalo para los enemigos de Israel

¿Qué tienen en común los líderes teocráticos de Irán con los principales referentes de la alianza de derecha que actualmente gobiernan a Israel? En que ambas partes prevén una corta esperanza de vida para el Estado sionista.
Por Akiva Eldar *

El 25 de agosto, el jefe militar de Irán, Brig. General Abdolrahim Mousavi, predijo que «Israel dejará de existir en los próximos 25 años». Hace dos años, el líder supremo de Irán, Ali Khamenai, dijo: «Si Dios quiere, ya no habrá estado sionista en 25 años». En 2008, el presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, había pronosticado que «Israel será borrado del mapa del mundo», con o sin la participación de Irán.
Los líderes iraníes no ocultan su deseo de que el sionismo fallezca, pero tampoco identifican a Irán como aquella que provocará activamente esta desaparición. Por otro lado, el liderazgo de Israel trabaja diligente y eficazmente para acelerar la eliminación del Estado sionista.
El 28 de agosto, en una ceremonia realizada en uno de los asentamientos israelíes en la Cisjordania ocupada, el primer ministro Bibi Netanyahu declaró: «Esta es la herencia de nuestros antepasados, ésta es nuestra tierra”. Y, usando el nombre bíblico de la región norte de Cisjordania, el primer ministro explicó que Samaria es un espacio estratégico para Israel y prometió: «No habrá más desarraigo de asentamientos en la Tierra de Israel».
Netanyahu parece haber olvidado que Israel, de acuerdo a su supuesto punto de vista, no tiene ningún deseo de controlar a una gran población palestina, de dirigir sus vidas, de imponerles su propia bandera y cultura. Esa fue la «visión de paz» que articuló en su histórico discurso en la Universidad Bar Ilan en junio de 2009. Ahora, en el verano boreal de 2017, Netanyahu considera la «visión» todavía no existente que él mismo describió –de «dos naciones libres», manteniendo relaciones de buena vecindad y de respeto mutuo- como herética a los principios de la visión sionista. No sólo prometió no evacuar nunca un asentamiento en los territorios ocupados, sino que también anunció a la gente reunida en el Parque Industrial de Barkan que tiene planes de profundizar las raíces de Israel, construir, fortalecer e instalar a más judíos en Cisjordania.
El ministro de Educación, Naftali Bennett, jefe del partido HaBayit HaYehudi, fue más allá. «No puede ser que nosotros (colonos de la Ribera Occidental) hayamos estado aquí por 50 años, y todavía seamos considerados ciudadanos de segunda clase», dijo Bennett en la misma ocasión. En una clara reprimenda a Netanyahu, añadió: «Ha llegado el momento para usted, señor primer ministro, de aplicar la soberanía sobre Judea y Samaria a partir de ahora».
Imponer la soberanía israelí sobre Cisjordania y sus residentes implicaría poner en práctica al sueño de los enemigos del sionismo. Un estudio de Sergio Della Pergola, un demógrafo de renombre, y de Arnon Soffer, revela que los judíos constituirían una minoría en su Estado no dentro de 25 años, sino en 2025. Según sus estudios, publicados por el Centro de Investigación e Información de la Knesset en 2011, los judíos – junto con los inmigrantes no judíos, en su mayoría de la antigua Unión Soviética, y los residentes israelíes de otras religiones- pronto constituirán el 44.9% de la población entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, mientras que los árabes, drusos y beduinos constituirán la mayoría. Incluso descontando a los residentes palestinos de la Franja de Gaza, los judíos sólo comprenderían el 54% de la población, mientras que el 46% serían árabes. Esta relación no encaja con la visión sionista, cuya esencia es establecer un estado de naturaleza judía.
Imponer la soberanía israelí sobre los territorios ocupados sin conceder a sus residentes la ciudadanía israelí sería el último clavo en el ataúd de la visión sionista. El marco del ataúd está listo y esperando en la carpintería del Knesset: La Ley de la Nacionalidad que está siendo formulada por los legisladores para reforzar la identidad judía de Israel representa una burla para el anhelo de que Israel sea abrazado por la «familia de las naciones», idea reflejada en el documento fundamental del sionismo, la Declaración de Independencia. ¿Qué estado democrático en el mundo quiere en su familia a un miembro que desprecia los principios de la igualdad?
Es cierto que la ocupación militar israelí de las tierras palestinas no molesta al presidente ruso Vladimir Putin. Él siempre está contento de recibir a Netanyahu y ofrecerle otra plataforma para tratar de conducir a la «amenaza iraní» a la cima de la agenda. Tal fue el caso en su reunión del 23 de agosto, después de la cual Netanyahu dijo a periodistas que su conversación había sido en gran medida dedicada a la creciente presencia de Irán en Siria y Líbano y el intento de Teherán de crear contigüidad territorial desde Irán a la frontera de Israel. «No olvidamos por un minuto que Irán sigue amenazando diariamente con aniquilar a Israel», dijo el primer ministro. «Nos protegeremos por todos los medios posibles contra esta amenaza».
El medio más eficaz contra la amenaza iraní es aislar al régimen chiita, que está tratando de expandir su hegemonía a través de Oriente Medio. Casi nada asusta a los iraníes más que la perspectiva de una coalición entre Israel y los Estados árabes sunitas construida sobre la defensa mutua, la diplomacia y los intereses económicos. Un acuerdo de paz regional entre Israel y estos Estados desembocaría en el aislamiento de Irán y sus aliados que amenazan a Israel, encabezado por el Hezbollah chií, con base en el Líbano.
Trágica y paradójicamente, los órganos oficiales de Irán atacaron a los palestinos por su disposición a adoptar la Iniciativa de Paz árabe liderada por Arabia Saudita. Por otra parte, altos funcionarios palestinos que hablan condenan en privado a los iraníes, que están dispuestos a luchar contra Israel hasta la última gota de sangre palestina.
Huir de la necesidad de resolver el conflicto israelo-palestino significa una amenaza para el movimiento nacional judío, en no menor grado que la amenaza que significa para el movimiento nacional palestino. Las declaraciones de Netanyahu sobre la profundización de la ocupación, y el tipo de ideas propuestas de Bennett de anexar los territorios, son «alimento para las bestias», los fanáticos religiosos, tanto judíos como musulmanes.
Para presenciar la desaparición de Israel como un Estado judío y democrático, Irán no necesita bases militares en Siria, ni requiere armas nucleares. Sólo necesita armarse con paciencia. El tiempo y el liderazgo de Israel se encargarán del resto. El ritmo del caracol en el que se está llevando a cabo el «proceso de paz» y la construcción acelerada de los asentamientos garantiza que los enemigos de Israel no tendrán que esperar 25 años para la eliminación del sionismo. Sucederá mucho antes.

* Fuente: Al Monitor.