Mediante una iniciativa de Paz Ahora y Meretz, y con la adhesión de diversas organizaciones, se realizaron en los territorios ocupados marchas en repudio a la violencia ejercida por los colonos contra agricultores palestinos, que creció en las últimas semanas.
Jóvenes judíos, identificados con organizaciones/falanges de corte fascista y con tintes neonazis como ser Noar HaGvaot (Los juventud de las Colinas) y Tag Mejir (Pagar el precio), salieron encapuchados a golpear a palazos a falajim (trabajadores rurales), cercenaron olivos y hasta intentaron prender fuego a campos de cereales listos para la cosecha.
La marcha no fue sólo con ese motivo, sino también para protestar contra la ‘vista gorda’ que hacen las autoridades israelíes locales ante estos hechos, y más expresamente por no salir en defensa de los atacados, apresar a los atacantes y llevarlos ante la justicia.
Esta actitud combativa y denunciante tiene un doble objetivo: Por un lado no normalizar esta clase de violencia y sensibilizar a la sociedad ssraelí (y por qué no a la población local palestina) ante estos hechos y su origen: los 50 años de ocupación.
Por otro lado, demostrar y demostrarnos (también al mundo, no menos importante) que aún existe una población israelí profundamente comprometida con la misión máxima que podría tener la centroizquierda israelí al no estar en el poder: Evitar la irreversibilidad de la situación con vista a un posible acuerdo futuro, y mantener dicha esperanza entre los israelíes como entre los palestinos.
La primera línea de la marcha incluyó a los miembros de la Knesset Zehava Galon, presidenta de Meretz y símbolo de la causa pro-paz; Mijal Rozin; Essawy Frej; Mossi Raz, Sec. Gen. de Meretz Israel; y Avi Buskila, Sec. Gen. de ‘Paz Ahora’. De las presencias, se pueden advertir las ausencias de todos los factores políticos de centroizquierda.
Si bien sería un error afirmar que dichos sectores no apoyan activamente las causas nobles de la lucha por la Paz, la defensa de los derechos humanos y demanda de justicia, al parecer prima la consideración política-eleccionaria respecto a la presencia en estos actos: estas son actitudes políticas ‘pianta votos’; vale decir, adversas a nivel de imagen y atractivo electoral.
Esta es la situación del laborismo, conducido por salamandras políticas que logran mimetizarse con la superficie sobre la cual se encuentran, y de ciertos sectores que ven la lucha por la paz como un mero interés de Israel (evidentemente importante), sin necesariamente tener o querer demostrar empatía con las víctimas de la ocupación.
Para ser absolutamente sincero (por no decir sincericida) incluso dentro de Meretz existen interrogantes acerca de la ‘dosificación’ de agendas del partido; vale decir, qué intensidad otorgar a tal o cual lucha dentro del ‘orden del día’ del partido. Pero dichos interrogantes no responden a diferenciaciones ideológicas de base, y ni siquiera a divergencias estratégicas, sino a diferentes visiones de la sociedad israelí y sobre tácticas para llevar a la práctica.
Tales dudas fluctúan entre la centralidad de la lucha por la paz, el foco de los derechos civiles, y la separación Estado-religión y las luchas sociales. Si bien todos estos temas se desprenden de una visión humanista del mundo, igualitaria y de justicia social, cada ‘jugador’ encuentra su lugar en la ‘cancha política’, siendo estos temas causal de internas, a veces cruentas.
A simple vista, la sociedad israelí se inclina más hacia la llamada derecha (en el contexto israelí), pero una mirada más detenida podría advertir que si bien existe una fuerte sintonía de ideas e intereses entre la derecha religiosa-nacionalista, la derecha nacional y sectores proseguridad, los planos que cortan la realidad israelí incluyen una profunda disconformidad de la orientación económico-social del actual gobierno de derecha, el hartazgo por las imposiciones chantajistas ortodoxas, una profunda preocupación por la imagen y estatus de Israel en el mundo, y un gran desasosiego por el alejamiento de la diáspora judía de Israel, especialmente los jóvenes.
Siendo la pregunta crucial ‘cuándo se dará una constelación política en la cual estos planos incidan en la forma de voto de la población israelí, sobreponiéndose al factor nacional y los argumentos seguracionistas y así posibilitar el surgimiento de un gobierno alternativo a estos de los últimos 20 años’, y más que eso: ‘qué hay que hacer para acelerar la llegada a dicha constelación’, Meretz y la izquierda israelí tiene un rol.
Continuar alzando las banderas de las causas nobles, y esto más allá de tal o cual líder, conductor o dirigente político. Evitar la legislación discriminatoria. Dialogar con los dialoguistas en el mundo árabe y palestino.
Y mirarse al espejo periódicamente, para ver si han surgido tejidos de coraza en nuestras espaldas, y sin piedad denunciar a los rinocerontes.