Elecciones en Francia

El próximo test de la ultraderecha

Aunque el relativo fracaso de la ultraderecha en las elecciones legislativas de Holanda, las previsiones de un resultado similar en las presidenciales de este mes en Francia y los cada vez más importantes contratiempos de Donald Trump ante la oposición política y social posibiliten cierto optimismo, una mirada a la situación europea y mundial aconseja aplicar aquello de Gramsci sintetizaba con la frase “pesimismo de la inteligencia; optimismo de la voluntad”.
Por Carlos Gabetta *

La victoria del liberal Mark Rutte sobre el ultraderechista Geert Wilders, cuasi favorito en las encuestas previas, en las elecciones legislativas holandesas del 15 de marzo pasado, generó un suspiro de alivio en Europa y en medio mundo. Aunque resulte una generalización abusiva, conviene subrayar “medio mundo”, ya que luego de la victoria de Donald Trump en Estados Unidos, las expectativas de la extrema derecha siguen vigentes en muchos países. El propio Wilders asumió sonriente su derrota afirmando que era sólo “la primavera” de su formación. Y no es para menos: la crisis estructural del capitalismo sigue vigente y liberales, conservadores y socialdemócratas vienen fracasando en resolverla. Resultado: la ultraderecha, hasta hace poco irrelevante, acabó en segundo lugar en Holanda, uno de los países con mayor tradición democrática, cívica y de tolerancia del planeta.
El 23 de abril y luego el 7 de mayo, habrá un segundo “test” en Francia, esta vez en elecciones presidenciales. A finales de marzo, una encuesta de “OpinionWay” arrojaba para la primera vuelta un virtual empate entre el centrista Emmanuel Macron (26%) y el ultraderechista Frente Nacional de Marine Le Pen (25%). El liberal François Fillon figuraba tercero con el 17% y más atrás los populistas de izquierda (socialistas disidentes y comunistas) de Jean Luc Mélenchon, con el 14%. Dato nada menor, los socialistas de Benoît Hamon, que dejan el gobierno al cabo del mandato de Hollande, figuran cuartos con el 11%. Para la segunda vuelta, las previsiones apuntan a reiterar lo ocurrido en Holanda: Macron 61%; Le Pen 39%. Otra vez “la unión ante el peligro”: en 2002, cuando el gaullista Jacques Chirac superó por escaso margen a Jean-Marie Le Pen –el padre de Marine- en la primera vuelta, liberales, socialistas, comunistas y el grueso de la sociedad se aliaron en la segunda a favor de Chirac. Hace rato que la ultraderecha muestra los dientes.

Pesimismo de la inteligencia…
Aunque los resultados en Holanda, las previsiones en Francia y los cada vez más importantes contratiempos de Trump ante la oposición social, el Partido Demócrata e incluso muchos republicanos dan para cierto optimismo, una mirada a la situación europea y mundial aconseja aplicar aquello de Gramsci: “pesimismo de la inteligencia; optimismo de la voluntad”.
Al respecto, Francia es un buen ejemplo, reiterado con variantes en todos los países de Europa. El socialista Hollande, que reflotó a su partido y suscitó nuevas esperanzas luego de los fracasos económicos y los escándalos políticos y personales del conservador Nicolás Sarkozy, acaba su mandato como el Presidente más impopular de la V República y el primero en no presentarse a la reelección.
Hollande reiteró las recetas liberales -todas fracasadas cuando gobernaron los propios liberales- que los socialdemócratas de Europa vienen aplicando progresivamente desde los años ’80: Felipe González en España, Gerhard Schröder en Alemania, Bettino Craxi en Italia y, entre otros, François Mitterrand (1981/95) en Francia. El “Pacto de Responsabilidad” de Hollande, un paquete de 50.000 millones de euros en rebajas fiscales para las empresas a cambio de generar empleo, fue un fracaso, como antes tantos otros del mismo tenor. Las empresas recibieron el “estímulo”, pero el desempleo apenas se movió unas décimas hacia abajo y sigue altísimo para un país desarrollado: 9,7% en 2016, unas 3 millones de personas. Entre los jóvenes, trepa al 25%. Según el propio gobierno, la deuda pública se situaba en el 96,2% del PBI en 2016 y se estima en 96,5% para este año. La Unión Europea estipula para sus miembros un máximo del 60% del PBI.
No es más que el último ejemplo. La crisis económica mundial, que incuba desde los años ’80, pero que desde 2008 está instalada en Estados Unidos y la Unión Europea, el corazón del sistema, no ha hecho más que continuar y en muchos aspectos agravarse, bajo cualquier tipo de gobierno. Así, conservadores, liberales y socialdemócratas se encuentran divididos y en horas bajas, cuando no involucrados en casos de corrupción, como el liberal Fillon en Francia y los socialistas españoles, entre otros.
La más golpeada es la socialdemocracia, quizá con la única excepción de Alemania, donde Martín Schulz parece haberle dado nuevos ánimos. Pero también allí la extrema derecha, aunque todavía muy minoritaria, está en pleno crecimiento. La participación en manifestaciones xenófobas en 2015 duplicó la de 2014: 60.000 personas. Los últimos resultados electorales del xenófobo y racista “Alternativa para Alemania” (AfD) en tres parlamentos provinciales son elocuentes: salió segundo en Sajonia-Anhalt con el 24% de los votos, tercero en Baden-Württemberg (15%) y en Renania Palatinado (12,6%). Algunas encuestas señalan que el AfD podría entrar este año al Bundestag, el Parlamento Nacional. También existen otras formaciones muy activas, como “Pegida”, Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente.

…optimismo de la voluntad
Que por ahora debe temperarse, aunque algunos síntomas lo sostienen. Jeremy Corbyn en el laborismo inglés; Benoit Hamon en el socialismo francés; y Bernie Sanders, militante del partido demócrata, pero explícitamente “socialista”, en Estados Unidos. Hamon ganó las primarias socialistas con un programa que esboza un retorno a las fuentes, aunque así le va en las encuestas, igual que a Corbyn. No hubo acuerdo con los populistas de izquierda de Melanchon y “las bases” se inclinan hacia Le Pen…
Pero el caso más interesante es Sanders, nada menos que en los USA. Brillante universitario, militante de la Liga Socialista desde su juventud; objetor de conciencia durante la guerra de Vietnam; tres veces alcalde de la pequeña ciudad de Burlington y senador por Vermont desde 2005, se describe a sí mismo como socialista democrático, crítico de la economía capitalista, admirador del modelo de los países nórdicos y defensor de la democracia laboral.
Algo es algo.

* Periodista y Escritor