Bar/Bat Mitzvá, no se hace sino que se es

En Tzavta, durante el curso de Bar y Bat Mitzvá de nuestros adolescentes, intentamos deconstruir el propio nombre de este hito en sus vidas, y resignificarlo. De allí que les proponemos que piensen una MITZVÁ, (entendiendo por mitzvá una “buena acción”), la planifiquen y la lleven a cabo en familia, en el transcurso de la preparación.
Por Ilana Goldin *

El grupo que realizó sus ceremonias en noviembre-diciembre  de 2016, decidió unir sus fuerzas en una mitzvá colectiva, que abra sus puertas a todo aquel que se quiera incluir.
Nos comunicamos con el equipo de voluntariado de AMIA, y Estela, nos proporcionó el nexo con el Hogar GES. Reunidas con Graciela, su directora, pensamos cómo podíamos ayudarlos: y ella nos dijo que uno de sus objetivos con los 25 niños judicializados del Hogar era que recuperen la dignidad que en algunos casos habían perdido en sus cortas vidas debido a su estado de vulnerabilidad: Podíamos regalarles su caja personalizada de higiene.
Las palabras de Graciela todavía resuenan en mis oídos: “Cuando uno llega a casa después de un día de trabajo, se da una ducha… y se pone el pijama. Los chicos en el Hogar no tienen pijama. Y la ropa que usan es producto de donaciones. Generalmente es usada. Quisiera que abran una bolsa con un pijama nuevo y propio”. Entendí que Graciela me hablaba de producir subjetividad en los chicos, a través de sentirse sujetos individualizados.
LLegué a TZAVTA  y…  nos pusimos manos a la obra.
Con las familias pensamos en compartir una tarde de juegos música y merienda, donde nuestros chicos y los del hogar compartan su cualidad de niños. Un encuentro donde podamos ayudar y ayudar- nos a ser mejores personas. Pensamos en un momento donde el dar y recibir sea mutuo.
Nuestros bnei mitzvá realizaron una rifa para juntar fondos, conseguimos donaciones, les compramos los regalos, pintamos las cajas y nos preparamos para el encuentro. Armamos cajas que incluían pijama, ojotas, dentífrico, cepillos de dientes, jabones y perfume.
El 26 de septiembre,  pocos días antes de ROSH HASHANÁ, donde  el pueblo judío resignifica el concepto de TIKUN OLAM (reparación del mundo), nuestros  familias lo pusieron en acción.
Acompañar  a los chicos de Tzavta  preparando, antes del encuentro, las cajas y personalizando los regalos, fue enternecedor…
Ver las caras de los chicos del hogar sonriendo  emocionados al recibir sus regalos, fue maravilloso…
Observar a todos los chicos jugar en el hermoso patio, bailar al son de los juegos musicales de nuestro moré de shirá, y merendar juntos,  fue reparador y sanador, para todos: para los chicos del hogar y para todas las familias de Tzavta.
Gracias a los directivos de la fundación GES por abrirnos las puertas del hogar…
Gracias por ayudarnos a abrir nuestros corazones…
Gracias a Sergio Wainberg, nuestro more de shirá, por la calidez con que llevó cabo todos los juegos…
Gracias a Tali Yablonsky, la madrijá-morá, de nuestros Bnei MItzvá, por acompañarlos en el proceso…
Gracias a todos los dueños de locales y empresas que al escuchar acerca de  nuestra misión se comprometieron y donaron elementos para las cajas…
Gracias a todas las familias por venir a compartir esa tarde de encuentros, jugando con los chicos, acunando a los más chiquitos, o ayudándonos con la merienda…
Y gracias por poder vivir un judaísmo humanista donde la empatía, el respeto al prójimo, y la dignidad, sean nuestras metas cotidianas.

* Directora del proyecto de Bar y Bat Mitzvá en Tzavta (Centro comunitario humanista laico)

Algunos testimonios de nuestros Bnei Mitzvá
MALEN KANTOR
La mitzvá la realicé junto a todos los chicos del grupo. Consistió en ir a un hogar donde hay chicos que no viven con sus papas y algunos esperan ser adoptados. Fuimos a jugar y merendar con ellos.
A cada uno de ellos le regalamos una caja de higiene que decía el nombre, porque ellos comparten casi todo como por ejemplo la ropa. Para esto juntamos plata para comprar todas las cajas y los elementos de higiene que llevaba adentro.
Elegí esta mitzvá porque me pareció muy linda, ya que ayudamos a chicos que viven de una forma totalmente distinta a la nuestra.
Mis sensaciones o sentimientos fueron muchos. Cuando entramos, todos los chicos se pusieron felices y se excitaron mucho. Sentí que ellos no tienen muchas visitas y que los estábamos haciendo felices jugando con ellos.
Otra de mis sensaciones fue, cuando les dimos las cajas a los chicos, que estaban felices porque nunca tuvieron sus propias cosas.
Toda esta experiencia durante el curso de bat mitzvá me enseñó que hay chicos que no viven en las mismas condiciones que nosotros y que están separados de su familia y está bueno compartir un momento con ellos.

LUCAS RODRIGUEZ USZEROVICZ
La Mitzvá que decidimos hacer con todo el grupo de Tzavta fue armar cajas con objetos personalizados para un hogar de niños judicializados. Nos ayudaron a realizarla nuestros padres y llevó un tiempo armar las cajas con los objetos y pintar las bufandas, mantas, guantes y cuellitos. Durante el proceso yo sentía que iba a poder alegrar a los chicos del hogar y pensar en eso me hacía feliz. Ahora que soy bar Mitzvá me siento contento de haber podido alegrar a esos chicos.

EZEQUIEL BILINKIS
Cuando en el curso de bar Mitzvá, nos propusieron que planifiquemos y llevamos a cabo una mitzvá, decidimos todos los chicos que queríamos que sea una Mitzvá grupal. Es por eso que organizamos una misión solidaria con los chicos del grupo y sus familias y compartimos una tarde de juegos en el Hogar de Niños GES.
Organizamos una rifa para juntar fondos y comprarles los regalos.
Fuimos todos y jugamos juntos, cantamos y merendamos con un grupo de niños que no viven con sus papás, pero que comparten un hogar y nos abrieron las puertas para que nos sintamos más juntos.
Esta mitzvá la llevamos a cabo con ayuda de muchas otras personas, que aportaron con donaciones, recomendaciones y juegos. Fue increíble cómo logramos organizar una cadena de favores. Nada de lo que hicimos fue fácil, necesitábamos el apoyo de otros: las autoridades de mi escuela que se sumaron a la colecta, comerciantes que comenzaron a donar objetos para poner en las cajas de higiene que les llevamos a los chicos de regalo, y otros que qué compraron rifas. No lo podríamos haber hecho solos.
Todo este proceso me trajo muchas cosas a la mente.
Nunca me voy a olvidar la cara de esos chicos recibiendo sus cajas, y que cuando se las llevaban para guardar se ponían a llorar, su felicidad era increíble.
Esta bueno ayudar a la gente cuando más lo necesita.